PSOE- Unidas Podemos, último intento en el descuento

Las negociaciones -cortas y a última hora- que culminaron en la fallida investidura de Sánchez en julio agrandaron la desconfianza mutua, y desde entonces no se ha reducido. Al contrario: el PSOE se ha esforzado en poner de relieve las diferencias -cuando no incompatibilidades- entre ambos, mientras Unidas Podemos no ha ahorrado muestras de desconfianza hacia los socialistas.

La estrategia de unos y otros parece enfocada más a ganar ventaja sobre el adversario ante una inminente competición electoral que a conseguir un acuerdo para poner en marcha un gobierno que aplique un programa pactado.

En las horas previas a la investidura fallida, el PSOE ofreció una vicepresidencia y tres ministerios a Unidas Podemos, que consideró la propuesta vacía de contenido real. Mientras los socialistas, que nunca estuvieron cómodos ante la perspectiva de compartir gobierno, no se plantean retomar aquella oferta, Podemos se muestra ahora dispuesto a aceptarla sin apenas cambios.

Pedro Sánchez presentó el martes su "Propuesta abierta para un programa común progresista", un paquete de 370 medidas de gobierno pergeñado tras sus reuniones con diversos colectivos sociales y con el que pretende conseguir el apoyo de Unidas Podemos para su gobierno en solitario. La propuesta incluye mecanismos para garantizar el cumplimiento del acuerdo y una oferta de puestos institucionales a Unidas Podemos, siempre fuera del Ejecutivo.

"No suena mal", dijo el líder de Podemos, Pablo Iglesias, al conocer el avance de la proposición, pero enseguida añadió que "no se fía" porque con el PSOE tienen "experiencia" de "promesas y palabras bonitas" que a la postre, desde la acción de Gobierno, no se cumplen. Para Iglesias, la única garantía es la presencia de su partido en el Gobierno.

En realidad, PSOE y Unidas Podemos parecen haber vuelto al punto de partida. Las posturas que expresan son casi idénticas a las que Sánchez e Iglesias manifestaron durante su reunión del pasado 11 de junio, en la que los socialistas presentaron el "gobierno de cooperación" como imprecisa fórmula para superar la distancia entre el gobierno de coalición que quería UP y el gobierno en solitario que deseaba el PSOE.

Con su nueva propuesta, Sánchez pretende situar a Iglesias ante la disyuntiva de aceptar el Gobierno en solitario de los socialistas o arriesgarse a aparecer como quien ha impedido la investidura de un gobierno de izquierdas que pondría en marcha medidas que apoya el electorado de Unidas Podemos, algunas de ellas incluso recogidas en su programa.

En las próximas horas, cuando se encuentren los equipos negociadores después de más de un mes sin reunirse, se sabrá si esa estrategia es efectiva, pero de momento Iglesias subraya que ha aceptado ya "suficientes humillaciones" y que no esta dispuesto a que se deje de lado a "los casi cuatro millones de votantes" que se decantaron por Unidas Podemos en las elecciones del 28 de abril.

A estas alturas y después de las muestras de desconfianza y los reproches que unos y otros se han cruzado en los últimos meses, es previsible que un eventual gobierno de coalición naciera debilitado por la falta de sintonía. Una situación que agrava el hecho de que PSOE y UP no suman mayoría absoluta y necesitan apoyos de otras fuerzas políticas.

Una opción que algunos analistas contemplan es que Unidas Podemos finalmente vote a favor de la investidura de Sánchez pero se quede en la oposición. Con el único apoyo garantizado de sus 123 escaños, esa fórmula dejaría en precario el ejecutivo del líder socialista, que, eso sí, tendría libertad para buscar acuerdos en toda la bancada del Congreso -geometría variable- pero muchas dificultades para conseguirlos.

Sánchez ha afirmado que solo se presentará de nuevo a la investidura si logra un acuerdo previo, así que de él depende que pudiera estar sobre la mesa esa opción, que hasta el momento la dirección de Unidas Podemos no contempla públicamente. Sin embargo, hay sectores de la coalición, como Anticapitalistas, que abogan por ella.

Desde que Sánchez e Iglesias constataron sus diferencias sobre las condiciones de un acuerdo que permitiera la investidura del primero, PSOE y Unidas Podemos han pugnado por evadir la culpabilidad de una hipotética repetición electoral.

Si esa ha sido la estrategia que ha dominado las declaraciones de los dirigentes de los dos partidos tras las reuniones de sus líderes y también las breves negociaciones que sus equipos mantuvieron en julio, lo previsible es que la batalla arrecie si se confirma la ruptura y el adelanto de los comicios.

La mayoría de las encuestas publicadas hasta ahora indican que unas nuevas elecciones variarán poco la relación de fuerzas actual en el Congreso y la aritmética de los pactos posibles sería idéntica, lo que parece indicar que la percepción entre los electores del culpable de la vuelta a las urnas está repartida o no incide de forma relevante en el sentido del voto.

En cualquier caso faltan dos meses para unos hipotéticos comicios, tiempo suficiente para que las preferencias de los votantes, o su nivel de movilización, cambien, más aún cuando algunos acontecimientos relevantes -sentencia del proceso contra los líderes independentistas, brexit, desaceleración económica...- pueden desencadenar consecuencias imprevistas.

En ese contexto, Sánchez y su partido son los que más arriesgan en una nueva cita electoral, porque aunque parecen los mejor colocados y los sondeos auguran una posible mejoría de sus resultados, ahora mismo son los únicos que pueden formar gobierno y, por tanto, los únicos que se expondrían a perder esa posición privilegiada. EFE

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