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«Las víctimas de ETA somos una canica que va hacia el hoyo del olvido»

«Las víctimas de ETA somos una canica que va hacia el hoyo del olvido»

Jaime Mateu, diputado del PP que perdió a su padre y su hermano a manos de los terroristas, critica la interlocución del Gobierno con el entorno de los presos y arremete contra el «maltrato» de Grande-Marlaska a las víctimas

Viernes, 11 de febrero 2022, 18:49

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Jaime Mateu Istúriz (Madrid, 1957) encarna el drama de las víctimas del terrorismo de una manera particularmente lacerante. Por partida doble. Primero, en 1978, cuando ETA asesinó a su padre. Era magistrado del Tribunal Supremo. Acaba de salir de su domicilio para ir al despacho cuando los terroristas lo abordaron en la calle. «Siempre pensó que le podían matar pero nunca nos trasladó ni miedo, ni temor, ni inquietud», asegura su hijo, hoy diputado del PP. Por ese crimen fue condenado uno de los etarras más sanguinarios de la organización, Henri Parot. En 1986, su hermano Ignacio, perteneciente al comando antiterrorista de la Guardia Civil, era asesinado también por la organización terrorista. Los servicios de información señalaron a José Antonio López Ruiz, 'Kubati', el etarra que disparó contra 'Yoyes', como uno de los autores. Treinta y dos años tardó la familia en conseguir sentarlo en el banquillo por su asesinato, pero fue absuelto. Aún así los Mateu Istúriz no tiran la toalla. «No nos hemos quedado quietos y hemos recurrido en casación la sentencia el Supremo», relata el parlamentario popular.

'Kubati' salió de la cárcel en noviembre de 2003 tras cumplir 26 años privado de libertad. Acumulaba condenas por un total de 1.210 años de prisión por el asesinato de trece personas y otros 16 asesinatos frustrados. A sus 68 años se ha convertido en portavoz y uno de los rostros del colectivo de presos de ETA, encargado de la acogida de los etarras que salen de prisión y de su reinserción. Su nombre ha aparecido esta semana en un informe de la Guardia Civil que desvela los contactos que mantuvieron el entorno de los reclusos etarras y el Ministerio del Interior entre 2018 y 2019. «No me sorprenden esos contactos», zanja el diputado del PP en conversación con este periódico.

Mateu se muestra muy crítico con la actitud que los socialistas están desplegando hacia las víctimas del terrorismo desde su llegada al Gobierno al convertir a EH Bildu en uno de sus socios -dieron cauce a la investidura de Pedro Sánchez y han avalado los Presupuestos Generales del Estado, entre otros proyectos-. Esas mismas víctimas, recuerda, que han sido «piedra angular» de la Transición y del sistema democrático actual y que hoy, a su juicio, están siendo «pisoteadas» y «maltratadas» por quienes dirigen el país. «Somos una canica que va hacia el hoyo del olvido», lamenta.

La formación que lidera Arnaldo Otegi forma parte de la larguísima sucesión de siglas con la que ha ido denominándose lo que fue Herri Batasuna, considerada judicialmente como el brazo política de ETA. Y sigue controlada por dirigentes y candidatos condenados en su día por su complicidad con la organización terrorista. «Con estas hienas de la naturaleza», insiste Mateu, no se puede pactar «absolutamente nada». «Es blanquear su historia para que haya una equivalencia entre asesinos y asesinados», asevera.

Iniciativas en el Congreso

Los conservadores someterán al escrutinio del Congreso la próxima semana su proposición de ley de reforma del Estatuto de la Víctima del Delito que contempla, entre otros aspectos, medidas para poner freno a los homenajes a terroristas y dar voz a las víctimas, mediante la presentación de recursos y alegaciones, en los procedimientos de concesión de tercer grado, acercamiento a cárceles vascas o cualquier tipo de beneficios penitenciarios para los condenados etarras.

Los populares han registrado también una petición para que la Cámara baja investigue los contactos del secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, con el entorno de los presos de ETA. Y exigen, al tiempo, el cese inmediato del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, de quien depende directamente Ortiz. «Ha perdido toda la dignidad y tenía mucha en su etapa de juez», afirma Mateu, quien lamenta que sean dos compañeros de carrera de su padre quienes estén «maltratando» a las víctimas.

Amenazas con seis años

«Desde que tengo uso de razón he vivido las amenazas», se duele este diputado del PP. Recuerda cuando, con seis años, levantó el teléfono de su casa y escuchó al otro lado cómo confirmaban la sentencia de muerte de su padre. «Éramos conscientes de que estaba en peligro». Lo que quizá nunca imaginó es que su muerte no sería la única que llorarían en casa. «Lo de Nacho fue la puntilla. Estábamos empezando a remontar», admite

Fueron apenas tres años los que Ignacio Mateu pasó en el cuartel de Intxaurrondo, uno de los más peligrosos de España en aquellos años. A la amenaza y ataques constantes de ETA y su entorno se sumaba las carencias con las que debían trabajar los agentes. «Nos contaba hasta donde nos podía contar y algunas cosas te ponían los pelos de punta», señala su hermano.

Constata con dolor cómo tras el asesinato de Nacho su madre jamás se recuperó. «Pese a todo, siempre decía que no llorásemos en público ni que fuésemos con la cabeza baja. Al contrario, siempre con la cabeza alta, y con la lengua contenida pero con contundencia para decir lo que debíamos decir». Mateu se declara «inasequible al desaliento», por lo que seguirá peleando desde su escaño por la memoria, la dignidad y la justicia de las víctimas.

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