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Sánchez y Urkullu, este lunes en la Moncloa. José Ramón Ladra

Sánchez y Urkullu abogan por primar «el diálogo y el pacto»

El lehendakari insiste en la Moncloa en el adelanto del toque de queda a las ocho de la tarde pero el presidente no se compromete a nada

Lunes, 25 de enero 2021, 20:45

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Los comunicados de la Moncloa y Ajuria Enea tras la reunión mantenida este lunes por la tarde entre Pedro Sánchez e Iñigo Urkullu rezuman concordia y comparten terminología. Una muy significativa, la de «propiciar un escenario de diálogo y acuerdo», frase reflejada en los textos de ambos gobiernos, para superar la «etapa de confrontación política» en plena tercera ola de la pandemia.

Se preveía una reunión pacífica y cordial, y así fue. No en vano nacionalistas y socialistas gobiernan en coalición en Euskadi. y en Madrid el PNV es el socio «preferente» del PSOE. Solo se atisbó un punto de fricción con la hora del toque de queda. El Gobierno de Sánchez está enrocado en que comience a las 22:00 horas, y el lehendakari volvió a la carga con un adelanto a las 20:00 horas. Un debate que ya se produjo en el Consejo Interterritorial de Salud de la semana pasada, en el que el Gobierno vasco, y al menos otros diez más, trasladaron esa misma demanda al ministro de Sanidad con nulo resultado. No parece que Sánchez mostrara más receptividad en la reunión de ayer con Urkullu.

La Moncloa aduce razones de confianza en que el horario fijado será efectivo como medida para afrontar la pandemia, pero también alberga motivos menos sanitarios. Las elecciones catalanas se celebrarán dentro de tres semanas y un endurecimiento de las medidas daría alas a los argumentos de la coalición independentista gobernante en Cataluña para posponerlas hasta el 30 de mayo. Un retraso con el que los soberanistas confían en diluir el llamado 'efecto Illa'.

Dos años y medio

Pero fue, a tenor de los comunicados de ambos gobiernos, el único borrón en una cita de guante blanco. Sánchez y Urkullu llevaban dos años y medio sin verse a solas debido a la crisis sanitaria. La comunicación entre ambos, sin embargo, es frecuente, más fructífera, en todo caso, que la de los socialistas con Podemos, su socio gubernamental.

En estos dos años y medio apenas se han registrado conflictos entre ambas administraciones. Algunos rifirrafes sin que la sangre llegara al río en la primera etapa de la lucha contra la pandemia por la centralización de las decisiones en la Moncloa, la distinta concepción de la cogobernanza ante la crisis sanitaria y hace unas semanas unas discrepancias con el reparto de las vacunas. Urkullu exteriorizó su malestar pero nada que unas llamadas telefónicas no pudieran arreglar.

La reunión duró dos horas, y sirvió para engrasar el calendario de transferencias al Gobierno vasco, con cinco traspasos para marzo, entre ellos las prisiones. En el reparto de los fondos europeos, el lehendakari propuso que se apliquen los criterios de distribución de los fondos Feder y, según la Moncloa, Sánchez ofreció «la plena interlocución» y la «máxima colaboración institucional» entre las dos administraciones. Lo dicho, una balsa de aceite con alguna ola por el toque de qued

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