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El PSOE y Unidas Podemos han protagonizado muchos roces desde que sellaron su acuerdo de Gobierno a finales de 2019 pero nunca habían roto su unidad de acción a la hora de aprobar una ley en el Congreso. Hasta este jueves. La abstención de los morados en la votación del proyecto de la ley audiovisual, que salió adelante gracias a que el PP renunció a tumbarla, supone un hito que da cuenta del clima de desconfianza que se ha establecido entre los socialistas y sus aliados. Unos y otros trataron de minimizar este viernes, sin embargo, el alcance de la fractura en un acto en el Palacio de la Moncloa en que Pedro Sánchez llegó a presumir de tener un «equipazo».
El presidente del Gobierno aprovechó la presentación de uno de los proyectos estratégicos del plan de recuperación -dedicado a la economía social y de los cuidados y dotado con 800 millones de euros- para volver a dejar caer que tiene toda la intención de agotar la legislatura y que cuenta con la complicidad de sus socios de coalición para lograrlo; algo que también dieron por hecho en sendas comparecencias los portavoces socialistas en el Congreso y el Senado, Héctor Gómez y Eva Granados, y distintos ministros en actos variados a lo largo de la mañana. Una calculadísima salida en tromba destinada a intentar neutralizar la imagen de desmoronamiento ofrecida la jornada anterior.
«En la tarea de transformar nuestro país hacia mayores cuotas de dignidad social y de oportunidad es mucho lo logrado gracias a la acción del Gobierno de coalición progresista y todavía queda mucho por hacer -subrayó Sánchez durante su intervención-. A ello nos dedicamos, queridos ministros y ministras, vicepresidentas, en el Gobierno de coalición progresista». En la sala estaban presentes tanto miembros del ala socialista del Ejecutivo -Nadia Calviño, Luis Planas, Félix Bolaños, Carolina Darias y José Luis Escrivá-, como de Unidas Podemos -Yolanda Díaz, Irene Montero y Ione Belarra-. «Quiero agradecer el trabajo coral de todos», reiteró, elogioso, el presidente.
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M. a. a. / J. M. C.
Los socialistas no niegan que la situación sea difícil. Sus aliados habituales, que ya llevaban tiempo recriminándoles su forma de negociar, como si tuvieran mayoría absoluta, están ahora envalentonados y dispuestos a tensar la cuerda. Les mueve el malestar generado por el 'caso Pegasus', la contaminación con el 'spyware' Pegasus de los teléfonos móviles de más de sesenta políticos, activistas, abogados y periodistas independentistas detectada por el grupo de expertos de la Universidad de Toronto Citizen Lab, de la que el Gobierno no ha ofrecido hasta ahora, y a su juicio, explicaciones suficientes.
La votación de la ley audiovisual -en la que no solo Podemos, también ERC y EH Bildu, cambiaron su posición respecto a lo que habían votado apenas una semana antes en comisión- se produjo, de hecho, solo unas horas después de la, para ellos decepcionante, comparecencia de Sánchez ante el pleno sobre las escuchas. Pero en la Moncloa se aferran a que, pese a todo, y como suele ser habitual, la iniciativa prosperó. Aunque fuera gracias a la abstención del PP.
En el PSOE están convencidos de que, pase lo que pase, el bloque de la investidura evitará una ruptura que les aboque a elecciones. Hasta ahora, el tiempo les ha dado la razón. Aunque hayan ejercido su derecho al pataleo y hayan situado al Gobierno al borde del abismo en no pocas ocasiones, Podemos, ERC o Bildu también han dado muestras de saber medir. Cuando Esquerra votó en contra del plan anticrisis, en pleno estallido del 'caso Pegasus', el partido de Otegi se situó en el sí y garantizó su aprobación. En el caso de la ley audiovisual, Unidas Podemos se descolgó del voto a favor una vez supo que la abstención del PP salvaría los muebles.
En los cuarteles socialistas, sin embargo, no se llaman a engaño. «Esto no va a romper el Gobierno, el problema es que refuerza la imagen de debilidad e inestabilidad», reconoce un dirigente. Todo a las puertas de un nuevo ciclo electoral que comienza el 19 de junio con bajas expectativas para el PSOE. Un día sí y otro también, además, los partidos que vienen dándole sostén avisan al Gobierno de que no puede seguir estirando el cuento de que viene la ultraderecha para doblegarles. La semana pasada ya obligaron a los socialistas a dar marcha atrás en su intento de introducir una enmienda para la abolición de la prostitución en la ley del 'solo el sí es sí' capitaneada por Irene Montero.
En el caso de la ley audiovisual, ERC, Bildu y Podemos no discrepaban del conjunto de la ley en sí sino de que el PSOE hubiera introducido en el último momento un cambio que soliviantó a las productoras independientes por beneficiar al «duopolio» televisivo -Mediaset y Atresmedia- y que provocó la protesta de figuras como Pedro Almodóvar, Paco León o Icíar Bollaín. Pero en lo inmediato ya se vislumbran otras votaciones difíciles; la más delicada, la del fondo público de pensiones del ministro Escrivá, un compromiso clave para que Bruselas libere el pago de 6.000 millones de los fondos europeos que, por ahora, no tiene el respaldo de los aliados habituales.
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