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Pere Aragonès. EFE / Atlas

Aragonès rompe las negociaciones y anuncia un gobierno en solitario

Esquerra da por agotadas las conversaciones con Junts, a quien no acepta que Puigdemont tutele la presidencia

Cristian Reino

Barcelona

Sábado, 8 de mayo 2021, 11:44

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Puñetazo en la mesa de Pere Aragonès, candidato a la presidencia de la Generalitat. El dirigente republicano dio este sábado por rota la negociación con Junts para formar un ejecutivo independentista en Cataluña y apostó por el plan B: un gobierno en solitario. ERC llevaba semanas avisando. Lo hizo a través de dos ultimátums, considera que Junts no se dio por aludido y ayer lanzó el tercer órdago, cuando apenas quedan dos semanas para que expire el plazo para el Parlamento catalán invista a un presidente de la Generalitat y se eviten las negociaciones.

«No especularemos con elecciones, si quieren que gobiernen en solitario», afirmó días atrás Jordi Sànchez, secretario general de Junts. Aragonès le tomó ayer la palabra y provocó una enorme sacudida en la mesa de negociación entre las dos fuerzas secesionistas, que llevan casi tres meses de conversaciones y no son capaces de hallar la fórmula que desencalle el acuerdo.

«Hoy anunciamos que asumimos la responsabilidad de iniciar la legislatura con un Govern en solitario. Debemos arrancar sin demora y aceptamos la propuesta de JxCat de apoyar un Govern de ERC en minoría», afirmó Pere Aragonès de manera solemne, desde la sede de Esquerra en la calle Calabria de Barcelona, acompañado por los pesos pesados de su partido. Está por ver si se trata del tercer ultimátum, si es estrategia negociadora o si el movimiento de los republicanos es definitiva. En cualquier caso, aún queda tiempo hasta el 26 de mayo. Junts dijo el viernes que el 90% del acuerdo estaba cerrado, que quedaban flecos y que el pacto era cuestión de horas o de días. Pero la negociación se acabó de envenenar por la tarde, cuando Aragonès quiso reunirse con Jordi Sànchez, que tenía un permiso penitenciario para poder asistir al congreso de Junts, pero el encuentro no pudo celebrarse. ERC montó en cólera y convocó una comparecencia de urgencia para este sábado.

La semana que viene, Aragonès pedirá a Laura Borràs que le proponga formalmente como candidato a la investidura. ERC cuenta con los votos de Junts y de la CUP para elegir al dirigente republicano. Si los postconvergentes se desdicen, Cataluña estará abocada a nuevas elecciones, porque Aragonès no piensa de ninguna manera buscar los votos del PSC. Salvador Illa podría encontrar su oportunidad y ayer le pidió a Aragonès que dé un paso al lado, pero el exministro solo conseguiría los votos de los comunes, por lo que su candidatura no tiene recorrido, salvo que fuera capaz de convencer a Esquerra.

Sin excusas

Tras el órdago de Aragonès, Sànchez mantuvo la puerta abierta a llegar a un acuerdo. «Estamos convencidos de que este acuerdo es posible. No valen excusas. No es normal renunciar a la posibilidad de un acuerdo», reprochó. Junts, eso sí, se mostró dispuesto a facilitar el gobierno de Aragonès en solitario. Decida lo que decida la dirección nacionalista, deberá avalarlo la militancia.

Uno de los problemas que se han encontrado los negociadores republicanos, según señalan en privado, es que JxCat no tiene una posición única. Se trata de un partido poco homogéneo, donde hay diferentes sensibilidades. Los hay que que quieren entrar al gobierno, ha otros (los más radicales) que quieren elecciones y están los intermedios. ERC llevan semanas pidiendo a sus interlocutores que lo primero que tienen que hacer es ordenar su casa antes de negociar la entrada al gobierno. La paciencia se le ha agotado a Esquerra

Básicamente, las negociaciones entre ERC y Junts encallan porque los dirigentes de ambas formaciones no se aguantan. Llevan cinco años gobernando juntos, porque tenían un bien superior que preservar -el 'procés'- pero una vez que el desafío independentista ha fracasado y que las prioridades de la sociedad catalana son otras, ya no tienen la necesidad imperiosa de entenderse. El Ejecutivo de Torra fue una guerra diaria y el de Aragonès y Junts podía convertirse, como afirmó en su día Elsa Artadi, en un «Vietnam». La lealtad entre ellos siempre ha brillado por su ausencia y las dos formaciones están más pendientes de la pugna por la hegemonía del independentismo y de intentar hacer la zancadilla al socio de gobierno que de sellar una alianza firme.

Las desconfianzas fijan el marco general de la ruptura. Pero el papel de Puigdemont es la clave del bloqueo, según fuentes de ERC. El expresidente replicó de forma muy poco amistosa al desafío republicano. «Nos han despreciado como fuerza política o como propuesta estratégica: no nos dejaremos pisar». El Consejo para la República que dirige Puigdemont, una entidad privada con sede en Waterloo, es un de las razones del fracaso momentáneo de las conversaciones. Junts exige que Puigdemont, a través del Consejo, lidere la estrategia de la hoja de ruta independentista.

La última propuesta que hemos recibido es que el Consell per la República sea quien decida la relación del Govern con el Gobierno, en aspectos como la mesa de diálogo. O que allí se decidan los votos de los grupos parlamentarios en Madrid. Si en el 'procés' hay un órgano que le dice al Govern lo que tiene que hacer, eso es una tutela», ha dicho el candidato. Y ha añadido: «La Generalitat es soberana y no debe quedar supeditada a ningún otro organismo. La legitimidad que tenemos nos la dan las elecciones. No se pueden alterar los resultados electorales, que establecieron también a quién daba la ciudadanía más confianza en el bloque independentista», afirmó Aragonès. ERC considera que Junts pretende que Puigdemont «tutele» la presidencia de la Generalitat como hacía con Quim Torra. Los postconvergentes lo niegan.

Los puntos de colisión son Madrid y la mesa de diálogo. ERC quiere autonomía para seguir negociando con Pedro Sánchez la gobernabilidad española. Y respecto a la mesa de diálogo, todas las partes están de acuerdo en darle dos años de margen. Las diferencias llegan si esa mesa fracasa. Junts exige una hoja de ruta rupturista, mientras que los republicanos no quieren enterrar de antemano la vía de diálogo. Y luego está la estructura de gobierno.

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