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«Una persona llegó por detrás y disparó dos veces. Mi padre cayó al suelo y le remató con un tercer disparo en la cabeza. Luego me miró a la cara, yo iba pegado al edificio; mi padre iba por la acera pegado a la calzada. Y cuando le disparó y remató, me miró a mi y cuando se iba me siguió mirando».
Borja Giménez Larraz tenía 17 años cuando un miembro de ETA asesinó a su padre, Manuel Giménez Abad, el 5 de mayo de 2001 en Zaragoza. Era domingo y ambos se dirigían a ver un partido de fútbol al estadio de la Romareda. A los cinco minutos de abandonar su casa por el camino habitual irrumpió el pistolero, que probablemente les estaba esperando en las inmediaciones de su domicilio, y mató al entonces presidente del PP de Aragón.
En 2014, cuatro años después de la detención en Francia del que fuera último jefe militar de ETA, Mikel Carrera Sarobe, alias 'Ata', los investigadores de la Guardia Civil contactaron con Borja, que entonces vivía en Bruselas, y le mostraron una foto del etarra. Éste no tuvo dudas. Fue la persona que disparó.
Ya en 2018 -relató este martes Borja en el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional por el asesinato de su padre- viajó a París para asistir a una nueva rueda de reconocimiento, donde volvió a identificar a 'Ata', aunque en esta ocasión sí que había visto mas fotos de él en noticias recogidas por medios de comunicación. «Lo reconocí perfectamente, por la mirada y la mandíbula», detalló el testigo de referencia ante la atenta mirada de Carrera Sarobe y de su compañero de banquillo: Miren Itxaso Zaldúa, alias 'Sahatsa'.
Además del testimonio de Giménez Larraz, este martes pasaron por la sala de vistas una decena de testigos. La primera de ellas, protegida, dijo que ese día se encontró con Ata en la zona del asesinato y que le reconoció en 2019 cuando los investigadores le enseñaron fotografías. «¿Reconoció a esa persona?», le preguntó la defensa del etarra. «Sí, era él», respondió la mujer.
También se oyeron los testimonios de algunos de los cuatro amigos que viajaban en un coche y que regresaban de celebrar una capea. Pasaban por esa calle cuando se produjo el atentado y pararon la marcha para interesarse. Coincidieron en señalar que el presunto agresor se cruzó delante de ellos «apuntando y amedrentando a la gente», y que le entregó algo a una mujer , aunque sin afirmar que fuera una pistola. Todos señalaron que el tipo al que vieron medía 1,80 metros, levaba gorra, tenía pelo largo y rizado y se «pasó» algo con una mujer de entre 1,50 o 1,60 metros.
Sobre esa mujer, supuestamente Miren Zaldúa, uno de ellos explicó que se cruzó la mirada con ella, y recordó que era «fuerte y que tenía mofletes, la cara redonda, ojos morenos» y llevaba abrigo y una suerte de pamela en la cabeza.
Este testigo identificó en 2019 a Zaldúa en un reconocimiento fotográfico, pero la defensa de la etarra le recordó que en una declaración previa policial dijo que no se había quedado con su cara, solo que tenía mofletes y una «cara alegre». Tras esta apreciación, el tribunal intervino para preguntarle si tenía seguridad en la identificación, a lo que reiteró que «perfectamente» porque «hay situaciones en la vida imborrables y ésta es una de ellas».
Durante la sesión de este martes declararon, además, diferentes agentes tanto de Policía como de Guardia Civil que han ido detallando los documentos incautados a diferentes miembros de ETA y que dieron pie a los informes de inteligencia en los que se basaron para dirigir la investigación hacia Ata y Zaldúa como autores materiales del asesinato de Giménez Abad.
Uno de ellos explicó que pusieron el foco en Carrera Sarobe porque, a raíz del fin de la banda terrorista empezaron a revisar atentados con víctimas mortales y, dado que tenían un retrato robot elaborado en 2001 y descripciones físicas de testigos bastante similares, «encajaba». Además, buscaban sospechosos que tuviera «peso» en ETA y que en 2001 no estuvieran fichados, y eso les llevó a la posibilidad de que el comando que atentó contra el político aragonés fuera Basajaun, «y uno de los posibles integrantes era 'Ata'».
La jornada de este martes se ha visto marcada por la asistencia a la vista tanto de familiares de Giménez Abad como del presidente del PP de Aragón, Jorge Azcón, quien ha señalado a las puertas de la Audiencia Nacional que tras 22 años por fin se celebra el juicio «para que los asesinos de Manuel Giménez Abad puedan estar donde les corresponde, que es en la cárcel».
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