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Los servicios de rescate y voluntarios ayudan a evacuar a uno de los afectados. AGENCIAS

Turquía y Siria buscan a miles de personas enterradas bajo los escombros

Más de 5.200 muertos y de 22.000 heridos mientras los equipos de rescate trabajan contra el reloj tras los devastadores terremotos que han sacudido la región

Mikel Ayestaran

Estambul

Lunes, 6 de febrero 2023

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La catástrofe sísmica en la frontera entre Siria y Turquía se ha convertido en una desolación de proporciones épicas. A primera hora de esta mañana, las autoridades han contabilizado más de 5.200 muertos y una cifra de heridos que supera las 22.000 personas. La situación sanitaria se ha colocado en un nivel límite, a pesar del despliegue de decenas de hospitales móviles que tratan de descargar las urgencias de los centros médicos, absolutamente saturados ante una avalancha de pacientes que sufren lesiones desgarradoras. Decenas de ONG prestan auxilio en la vasta zona afectada, donde las últimas estimaciones apuntan que un total de 6.800 edificios han resultado destruidos. De ellos, 2.800 colapsaron casi de manera instantánea durante el primer seismo, ocurrido de madrugada y de 7,8 grados en la escala de Ritcher, y otros lo hicieron a consecuencia de la inusual réplica registrada a mediodía; en realidad, un segundo temblor que alcanzó 7,5 grados.

Los muertos se multiplican a medida que transcurren las horas, pero lo peor es ahora mismo la incertidumbre sobre el número de personas atrapadas bajo millones de toneladas de escombros, en edificios que se han plegado sobre sí mismos, puentes desmoronados y casas de seis y siete alturas reducidas a montañas de cascotes. Los desaparecidos se cuentan por miles, según informaciones de los medios locales. Cuarenta y cinco países, entre ellos diecisiete europeos, han movilizado ya la ayuda que necesitan turcos y sirios. De España han despegado dos aviones con asistencias y ayuda humanitaria y se han puesto en marcha unidades de auxilio. Estados Unidos ha enviado también decenas de equipos de rescate urbano. Incluso, Rusia y Ucrania, enfrentados en una encarnizada guerra, han desplazado brigadas de emergencia. Hay en marcha un operativo másivo de búsqueda y rescate. Unos 79.000 efectivos no han dejado de trabajar durante la madrugada con perros guía, grúas, excavadoras y todos los medios a su alcance, que se revelan insuficientes, para tratar de salvar el mayor número de vidas posibles.

Hasta ahora han sido rescatadas vivas de las entrañas del infierno casi 10.000 personas. Las esperanzas, sin embargo, se van desvaneciendo con el paso del tiempo, aunque el salvamento de damnificados como Deniz Kaya, superviviente después de 24 horas bajo los escombros de un edificio de apartamentos de Osmaniye, proporciona el aliento necesario a los socorristas. Deniz se ha convertido en la cara y la cruz de la catástrofe. Los rescatistas escucharon un leve ruido bajo una montaña de hormigón. Excavaron durante cinco horas sin descanso. Y el hombre apareció casi ileso. La alegría, sin embargo, duró poco. Junto a él fueron encontrados los cuerpos sin vida de su mujer y su hija de año y medio.

Miles de familias en todo Turquía se preguntan por el paradero de familiares y amigos que no responden a los móviles, que no dan señales de vida o no han sido vistos desde que la tierra tembló. Las bajas temperaturas no ayudan. Ni los nuevos temblores. Esta madrugrada del martes, otro seismo de 5 grados se ha sentido en el centro de Turquía. Tampoco la guerra en Siria resulta oportuna y dificulta los movimientos en algunas áreas afectadas. Las desgracias se suman sobre otras desgracias. Las previsiones más pesimistas las ha anunciado la Organización Mundial de la Salud, que cree que el número final de fallecidos podría llegar a 20.000. «Podemos temer que el número de muertos aumente significativamente», ha señalado el director de Emergencias de la OMS en el Mediterráneo Oriental, Rick Brennan. «Desafortunadamente, en los terremotos vemos siempre lo mismo: los informes sobre el volumen inicial de muertos y heridos aumentarán en la semana posterior«, ha añadido una portavoz de la institución en Europa.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, opina que el país se enfrenta a una crisis humanitaria sin precedentes. Ha decretado siete días de luto.

La tierra azotó el este turco y el norte de Siria el lunes como no lo había hecho en décadas. Cuando todo el mundo se preparaba para la ola de frío y las intensas nevadas un terremoto de 7,8 grados de la escala de Richter sacudió todo este extenso territorio fronterizo, sembrándolo todo de muerte, destrucción y miles de supervivientes congelados a la intemperie, aterrorizados en medio de un paisaje apocalíptico y bajo la amenaza de nuevas réplicas. La segunda más intensa llegó a los 7,6 grados; la tercera, esta noche pasada, ha sido de 5, y los expertos alertaron de que no pararán durante varios días.

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El epicentro se situó en el distrito turco de Pazarcik, en la provincia de Kahramanmaras y cerca de Gaziantep, ciudad de dos millones de habitantes, y afectó a las provincias de Malatya, Sanliurfa, Osmaniye, Hatay, Adana y Diyarbakir. Los terremotos no conocen de fronteras y en Siria, Idlib, Alepo, Hama y Latakia fueron las afectadas.

El primer gran temblor se produjo a las 4.17 de la madrugada, cuando la gente dormía. Fue devastador y se dejó sentir en varios países región. El presidente, Recep Tayyip Erdogan, llamó a la unidad nacional, se desplazó hasta el cuartel general del Centro de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD) y declaró que «este es el mayor desastre desde el terremoto de 1939 en Erzincan». Aquel seísmo fue también de 7,8 grados, ocurrió en el noreste del país y se estima que dejó más de 30.000 fallecidos. En 1999 se registró otro potente terremoto de 7,4 grados en Izmit, 100 kilómetros al Este de Estambul, y hubo más de 17.000 víctimas.

Imagen principal - Turquía y Siria buscan a miles de personas enterradas bajo los escombros
Imagen secundaria 1 - Turquía y Siria buscan a miles de personas enterradas bajo los escombros
Imagen secundaria 2 - Turquía y Siria buscan a miles de personas enterradas bajo los escombros

La potencia del terremoto, la cantidad de ciudades afectadas y el número de edificios caídos, 6.800 según uno de los últimos recuentos, y de ellos dos son hospitales, hacen que esta vez también exista el temor a una muy alta cifra de víctimas. Consultado durante una entrevista en el canal Al Jazeera sobre la magnitud del desastre, el profesor Mustafa Erdik, del Instituto de Investigación de Terremotos y Observatorio Kandilli de la Universidad Bogazici de Estambul, afirmó que «una de las razones por las que el número de víctimas ha sido tan alto es la mala calidad de los edificios». Tras el terremoto de 1999, se cambiaron las leyes para que la construcción siguiera los códigos de resistencia a temblores, pero estos inmuebles siguen siendo la minoría en zonas del país como la afectada.

Turquía tiene amplia experiencia en esta materia y movilizó de inmediato a los equipos de rescate. Las autoridades elevaron además el nivel de alerta a 4, lo que abre las puertas a la ayuda internacional, que se activó de inmediato. Erdogan reveló que además de los miembros de la OTAN y de la Unión Europea, otros 45 países ofrecieron su ayuda en este complicado momento para Turquía.

España fue uno de los primeros en reaccionar con el anuncio del envío de dos aviones, uno con la Unidad de Emergencia Militar especializada en rescates de personas en casos de desastres naturales (UME) y un segundo con la unidad ERICAM, bomberos especializados en rescate de la Comunidad Autónoma de Madrid. El destino de los aparatos es Adana, desde donde tratarán de llegar por tierra a las zonas devastadas.

La prioridad en estos casos es siempre salvar vidas, sacar de entre los escombros a los supervivientes. El director general de terremotos y Reducción de Riesgos de AFAD, Orhan Tatar, informó a media tarde de este lunes de que sus equipos ya habían llegado «a todas las zonas afectadas». Fue un camino complicado debido al mal estado en el que quedaron muchas carreteras y a que los principales aeropuertos de esta parte del país quedaron inutilizados por los daños sufridos en las pistas.

Cada minuto cuenta en este tipo de situaciones y se vivieron momentos milagrosos con familias enteras rescatadas bajo los escombros de lo que fueron sus casas. En imágenes grabadas en Gaziantep se podía ver a la gente con toda la ropa de abrigo que habían podido rescatar en mitad de la noche, metida en los coches y mirando a los edificios vecinos con el temor a una réplica. Las mezquitas también se convirtieron en puntos de refugio para los vecinos. A las dificultades de una situación de este tipo, se suman «unas condiciones climatológicas extremadamente severas», lamentó el vicepresidente Fuat Oktay.

Quienes quedan sepultados son la prioridad, pero fuera hay también miles y miles de turcos y sirios que en muchos casos lo han perdido todo y precisan de refugio de manera urgente en medio de un clima marcado por la nieve, la lluvia y un viento helador. Una desgracia así se sufre en primera persona a lo largo del país y el Ministerio de Educación decretó el cierre de las escuelas durante toda la semana «para centrar todos los recursos en ayudar a las víctimas y en señal de luto por los fallecidos».

Turquía es la cara en cuanto a capacidad de reacción y Siria, donde hay más de 800 muertos, según las autoridades, la cruz. Este terremoto es una desgracia más para un país en guerra de 2011 y se ceba en especial con Idlib, provincia donde viven millones desplazados por el conflicto.

Las imágenes difundidas por los medios mostraban la falta de equipamiento y a los vecinos desescombrando con sus propias manos. Las organizaciones humanitarias alertan de esta falta de capacidad de respuesta, pero los problemas de seguridad internos, especialmente en Idlib, complican la llegada de cualquier tipo de ayuda.

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