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Aeronaves y vehículos abandonados por Estados Unidos en el aeropuerto de Kabul que antes pertenecieron al ejército afgano. AFP/Vídeo: Atlas

El Emirato ante su gran batalla: gobernar Afganistán

El portavoz talibán desean «una relación buena y diplomática» con Washington, pero advirtió que quien vea el país con malos ojos «correrá la misma suerte que los estadounidenses»

Mikel Ayestaran

Islamabad (Pakistán)

Martes, 31 de agosto 2021, 12:24

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Empieza la nueva era del Emirato Islámico de Afganistán después de dos décadas de ocupación estadounidense. Los talibanes esperaron con paciencia al día 31, pero no concedieron un segundo de más al enemigo. Cuando el último C17 del aeropuerto internacional de Kabul a las 23.59 del lunes, el cielo de la capital se llenó de disparos, aunque esta vez fueron de alegría. Por la mañana llegó el turno de recorrer el aeropuerto, el último punto en el que los estadounidenses se afanaron en una caótica evacuación que deja a miles y miles de colaboradores en tierra. El portavoz talibán, Zabihulá Muyahid, declaró la «victoria definitiva» y definió a Afganistán como «una nación libre y soberana» que tiene ahora «total independencia».

Muyahid recordó también que «nuestra nación ha sufrido guerras e invasiones y la gente no tiene más tolerancia», pero de cara al futuro quiso mostrar la cara más diplomática del movimiento y dijo que desean «una relación buena y diplomática» con Washington. Ese tono dialogante cambió para lanzar una advertencia «a quien vea a Afganistán con malos ojos» porque, según el portavoz islamista, «correrá la misma suerte que los estadounidenses».

La entrada al aeropuerto fue un todo un acontecimiento al que se sumaron los mandos políticos y religiosos del grupo. Escoltados por la unidad militar de élite Badri recorrieron la zona militar e inspecciones los aviones y vehículos dejados por el enemigo. Cuando la URSS se retiró en 1989 dejó atrás un mar de chatarra aun visible en valles y desiertos del país, Estados Unidos ha dejado todo un arsenal en manos de los islamistas, la mayor parte pertenecía al desaparecido Ejército afgano.

Los responsables talibanes recordaron una vez a los afganos que deseen salir del país que «no frenaremos la salida de nadie, sin importar que haya colaborado con los extranjeros», pero para ello deben poner en marcha de nuevo un aeropuerto que, desde el adiós de Estados Unidos, permaneció en silencio. Desde la OTAN, el secretario general, Jens Stoltenberg, declaró que «es esencial mantenerlo abierto tanto para la llegada de ayuda humanitaria como para garantizar la salida seguro de aquellos que no lo han logrado estos días». La decisión final ahora no depende del Pentágono, está en manos del Emirato.

«Unidad nacional»

El aeródromo, que conserva el nombre del ex presidente Hamid Karzai, se ha convertido en el símbolo de la retirada para los derrotados y en el de la reconquista para los vencedores. Dos décadas después los talibanes retoman el poder y son mucho más fuertes que en los noventa, cuando se enfrentaban a una feroz oposición interna por parte de la Alianza del Norte, hoy solo resiste el pequeño valle del Panjshir. La gran batalla que tienen ahora los islamistas es empezar a gobernar y Muyahid hizo un llamamiento a los afganos a «superar las diferencias internas y estar unidos».

Esa llamada a la unidad nacional debería plasmarse también en el nuevo gobierno que, según el ministro de Exteriores de Pakistán, Shah Mahmud Qureshi, será de «consenso» y se formará «en los próximos días». Qureshi recibió en Islamabad a su homólogo alemán, Heiko Maas, y de nuevo quedó claro que el vecino Pakistán es un país clave para entender la situación en territorio afgano, no en vano este fue el santuario de los líderes talibanes durante veinte años y aquí se encuentra una de las shuras más importantes del grupo, la de Quetta. Ese carácter inclusivo se lo podría dar la entrada en el juego político del Emirato de figuras del anterior sistema como Karzai o Abdulá Abdulá, jefe negociador que además podría servir de puente para tratar de resolver la crisis en el Panjshir porque fue uno de lo lugartenientes del mítico Ahmed Sha Massoud.

Talibanes y Estados Unidos cumplieron lo acordado en Doha en febrero de 2020 y cada uno obtuvo su premio. Los talibanes tienen el poder y los estadounidenses se han podido retirar sin sufrir el acoso talibán, al contrario, la coordinación con los islamistas ha sido clave para hacer frente a la amenaza de braz local del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en los últimos días de la caótica evacuación. Es una incógnita saber cómo será la relación futura, pero países como Turquía, Rusia, China o India ya han comenzado sus contactos con el Emirato.

«Hay que ser cautos, pero por lo visto hasta ahora no estamos ante los talibanes de los noventa. Aquellos solo querían pelear, estos se sentaron a negociar en Doha y han respetado sus acuerdos con Estados Unidos hasta el final. Son mucho más fuertes que antes, si logran la estabilidad interna y cierta complicidad regional, el país no volverá a convertirse en un santuario de terroristas», opina el analista paquistaní Humayoun Khan, uno de los rostros más mediáticos en el país en los temas relacionados con el vecino Afganistán.

En las calles de Islamabad se mezcla la incredulidad por la velocidad con la que se han desarrollado los hechos en el país vecino con el orgullo que no ocultan los movimientos islamistas que admiran la estrategia talibán y les consideran unos héroes tras derrotar a la mayor potencia militar del mundo. Los paquistaníes ya acogen a 3 millones de refugiados afganos y en cuanto se abran los pasos fronterizos se espera la llegada de miles de personas.

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