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Netanyahu, durante una intervención pública del pasado miércoles, que podría ser la última como primer ministro. afp
Un Gobierno multicolor liderado por Bennet amenaza la era Netanyahu

Un Gobierno multicolor liderado por Bennet amenaza la era Netanyahu

Partidos de derecha, izquierdista y centristas ultiman un Ejecutivo de rotación para dar un giro político en Israel

mikel ayestaran

Jerusalén

Domingo, 30 de mayo 2021

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Naftali Bennet dio este domingo marcha atrás y decidió apoyar a Yair Lapid para generar un cambio político en Israel. «Voy a trabajar con todas mis fuerzas con mi amigo Lapid para formar un Gobierno de unidad. Ninguno de nosotros vamos a poder cumplir con toda nuestra ideología, pero será un Gobierno de todos (…) No aceptaré formar parte de un Gobierno de derecha liderado por Benyamin Netanyahu. Tendremos este Gobierno del cambio o habrá quintas elecciones», declaró el exlíder colono en un discurso dirigido a la nación.

El miércoles próximo expira el plazo que el presidente, Reuven Rivlin, dio a Lapid, de 57 años, para formar nuevo Ejecutivo y hasta entonces todo es posible en un país que ya ha celebrado cuatro elecciones en menos de dos años.

El dirigente de la pequeña formación ultranacionalista Yamina rectifica y, pese a que durante la reciente operación militar en Gaza aseguró que no respaldaría esta opción, acepta ahora la oferta de Lapid, cuya primera consecuencia será que Netanyahu perderá el poder por primera vez desde hace doce años, todo un seísmo político en el Estado judío. La segunda será la formación de un Gobierno de rotación en el que Bennet ocupará en el turno inicial el asiento de primer ministro, para cedérselo luego a Lapid.

Netanyahu, de 71 años, esperó a escuchar la intervención del líder de Yamina para criticar su decisión y lamentar que «sólo le interesa ser primer ministro». Al tiempo, alertó de que este futuro Gobierno de unidad sería «un peligro» para la seguridad de Israel. «Se trata de la estafa del siglo», añadió citando las promesas públicas pasadas que Bennet hizo de no unirse a Lapid. Asimismo manifestó que aún era posible un Gobierno de derecha. «¿Cómo miraremos a los ojos de nuestros enemigos? ¿Qué harán en Irán y en Gaza? ¿Qué dirán en los pasillos del Gobierno en Washington?», se preguntó.

Intentando frustrar el acuerdo de la oposición, Netanyahu hizo a última hora una contraoferta a tres bandas para hacerse a un lado a favor de otro político de derecha, Gideon Saar. Según ese plan, Saar se desempeñaría como primer ministro durante quince meses, Netanyahu regresaría durante dos años y Bennet asumiría el cargo por el resto del mandato. Sin embargo, Saar, un exministro del gabinete del Likud, rápidamente rechazó el plan.

Si el acuerdo para el cambio logra su objetivo tendrá en sus filas a un primer ministro ultranacionalista junto a ministros de centro y de la izquierda israelí. Necesitará, además, el apoyo de diputados árabes del partido islamista o de la Lista Conjunta para poder llegar a los 61 escaños. Unas ecuaciones que presentan un futuro bastante inestable.

Exprotegido de Netanyahu

Bennet, hijo de emigrantes estadounidenses nacido en Haifa hace 49 años, es un empresario de éxito en el mundo tecnológico de las 'start-up' que dio el salto a la política en 2006. Exprotegido de Netanyahu en el Likud, no tardó en iniciar sus propios proyectos, aunque siempre abierto a coaliciones con su exjefe en las que ha ocupado los ministerios de Diáspora, Servicios Religiosos, Educación y Defensa.

El problema entre ellos no es ideológico, es más de gestión y personal. Lo mismo que le ha pasado a Netanyahu con otros exprotegidos como Avigdor Lieberman o Gideon Saar, que también formarán parte del posible Gobierno del cambio.

Los colonos dan así un paso más en su proyecto político y están a punto de situar a quien fuera líder de su consejo al frente del Ejecutivo de Israel. Bennet lideró el Consejo Yesha y uno de los puntos clave en su programa electoral es la necesidad de pasar de la ocupación a la anexión de la zona C de Cisjordania -tras los acuerdos de Oslo Cisjordania quedó dividida en tres partes, sobre el papel el área A, bajo control civil y militar de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el área B dirigida por la ANP y control militar conjunto con Israel y la C bajo control militar exclusivo y control civil casi total de Israel).

«Debemos seguir trabajando en esta dirección para anexionar esta zona C y darle identidad israelí, lo mismo que hicimos con el Golán y con Jerusalén Este, áreas que con el paso de los años el mundo ya ha comprendido que son nuestras», es una de las máximas que repite el dirigente ultranacionalista en cada campaña. Si se consuma este Gobierno del cambio tendrá la oportunidad de liderar este proyecto que no pudo consumar ni el mismísimo Netanyahu.

Los diversos miembros de la nueva coalición tendrían poco en común, aparte del deseo de poner fin a la carrera de doce años de Netanyahu, el líder más antiguo de Israel, que se enfrenta a un proceso judicial por cargos de corrupción que él niega. Sería una alianza frágil que se centraría en la recuperación económica de la pandemia de covid-19, dejando de lado cuestiones en las que los miembros no están de acuerdo, como el papel de la religión en la sociedad y las aspiraciones palestinas de convertirse en Estado.

Israel ha celebrado cuatro legislativas en menos de dos años, ninguna de las cuales logró separar a Netanyahu un Gobierno estable. Tras la última cita con las urnas del 23 de marzo, el presidente, Reuven Rivlin, dio a Netanyahu, cuyo partido Likud (derecha) terminó en primera posición, el mandato de formar un Ejecutivo. Pero el primer ministro saliente no consiguió reunir los 61 diputados necesarios, de los 120 de la cámara, para volver a gobernar.

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