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Macron, un presidente gestor de crisis

Macron, un presidente gestor de crisis

Su reelección por un margen mucho más estrecho que hace cinco años no se debe solo al desgaste del poder, sino también a que es un presidente que, en vez de reconciliar a los franceses como había prometido hacer, ha dejado divisiones profundas en el país

beatriz juez

París

Domingo, 24 de abril 2022

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Emmanuel Macron ganó las elecciones en 2017 prometiendo una renovación de la vida política y la superación del eje tradicional izquierda-derecha. Su reelección por un margen mucho más estrecho que hace cinco años no se debe solo al desgaste del poder, sino también a que es un presidente que, en vez de reconciliar a los franceses como había prometido hacer, ha dejado divisiones profundas en el país.

Nacido en Amiens (norte de Francia) en 1977, Emmanuel Jean-Michel Frédéric Macron es hijo de médicos. Estudiante brillante. Estudió filosofía antes de entrar en la prestigiosa Escuela Nacional de Administración (ENA), vivero de presidentes, políticos y altos funcionarios franceses.

Fue inspector de finanzas y trabajo para el banco Rothschild. En 2012 fue nombrado secretario general adjunto en el Elíseo y entre agosto de 2014 y agosto de 2016 fue ministro de Economía del presidente socialista François Hollande. En abril de 2016, cuando pocos creían en él, fundó el movimiento «En Marcha», con el que logró la victoria en las elecciones presidenciales de mayo 2017 frente a la ultraderechista Marine Le Pen, su rival también en estos comicios.

Este exbanquero y exministro se convirtió a sus 39 años en el presidente más joven de la V República. Su victoria electoral en 2017 frenó la ola de descontento populista que llevó al republicano Donald Trump a la Casa Blanca y provocó el Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea. El europeísta Macron trajo aire fresco e inyectó una dosis de optimismo en Francia y en Europa en un momento que lo necesitaba.

En el plano personal, se casó en 2007 con Brigitte Trogneux (ahora Brigitte Macron), que tiene 24 años más que él. Se conocieron en Amiens cuando ella era su profesora de teatro y él alumno en el colegio jesuita La Providence. Ella, que pertenecía a una conocida familia de chocolateros de Amiens, estaba por entonces casada. Su historia de amor sorprendió a muchos.

Sus admiradores consideran que es un político culto, carismático, dinámico, atrevido y con gran capacidad de oratoria. Sus detractores lo ven arrogante, autoritario, ambicioso, poco empático, ultraliberal y le han puesto la etiqueta de «presidente de los ricos».

Cinco años de crisis

Sus cinco años en el Palacio del Elíseo no han sido fáciles. Las crisis le han forjado como presidente, asegura Macron. Su presidencia ha estado marcada por crisis sucesivas: desde las protestas de los «chalecos amarillos» hasta la guerra de Ucrania, pasando por huelgas de transportes, protestas contra la reforma de las pensiones, atentados terroristas, la crisis sanitaria y las protestas de los antivacunas.

Los «chalecos amarillos» pusieron en jaque su presidencia con sus protestas semanales, muchas de ellas violentas, contra el alza del precio de los carburantes. Para atajar la crisis, acabó haciendo concesiones y organizó un gran debate nacional.

Uno de los atentados terroristas que ha marcado su presidencia fue la decapitación del profesor de enseñanza secundaria Samuel Paty por un islamista por haber mostrado en clase a sus alumnos las polémicas caricaturas de Mahoma.

Durante sus cinco años en el Elíseo, Macron ha logrado reducir el desempleo – que ha pasado del 9,5% en junio de 2017 al 7,4% a finales de 2021, según cifras oficiales -, ha realizado múltiples reformas y ha bajado los impuestos. Pero se vio obligado a aplazar la reforma de las pensiones. Tampoco logró reducir el gasto público, tal y como había prometido hacer en 2017.

A pesar de unos inicios un tanto caóticos, los franceses se muestran en general satisfechos con su gestión de la pandemia de Covid, «la crisis sanitaria más grave que ha conocido Francia desde hace un siglo», según sus propias palabras. No dudo en confinar al país en tres ocasiones, fue uno de los primeros líderes mundiales en ordenar la vuelta al cole tras el primer confinamiento y aplicó su política del «cueste lo que cueste», este decir, gastar todo el dinero público necesario para evitar la caída de la economía francesa en lo peor de la pandemia.

También organizó la vacunación masiva de la población e impuso el certificado Covid para entrar en numerosos lugares públicos. Esto levantó la ira del movimiento antivacunas, que organizó numeras protestas contra «la dictadura sanitaria» de Macron.

Sus «macronadas», frases polémicas que suelta de vez en cuando y sin pelos en la lengua, han provocado varias polémicas. Por ejemplo, cuando le dijo a un parado: «cruzo la calle y te encuentro un trabajo». O reconoció que quería «fastidiar hasta el final» a los no vacunados. O cuando calificó a los franceses de «galos, refractarios al cambio».

En política exterior, fracasó en su intento de mediar entre Moscú y Kiev para evitar un conflicto, pero nadie puede decir que no lo haya intentado. Declaró «la muerte cerebral» de la OTAN. Anunció la retirada de las tropas francesas de Mali. Y apostó fuerte por la Unión Europea.

«Presidente hasta el último cuarto de hora», como dijo. Fue el último en anunciar oficialmente su candidatura, pues estaba muy ocupado con la crisis ucraniana y la presidencia de turno de la UE. «Candidato hasta el último minuto», luchó por su reelección y por evitar que la extrema derecha llegara al poder en Francia.

Admirado por muchos franceses y odiado por otros, vio crecer en las últimas semanas un frente anti-Macron, que su rival, Marine Le Pen, ha tratado de cortejar en la campaña electoral para atraer votos.

Su segundo mandato se anuncia complicado, como lo fue el primero, ya que muchos de los que este domingo votaron por él no lo hicieron por convicción, sino para evitar la llegada de la extrema derecha al poder en Francia. Muchos votantes de extrema izquierda decían antes de los comicios que votarían por él el 24 de abril y que el 25 estarían en las calles protestado contra sus políticas. Si esperaba un segundo mandato más tranquilo que el primero, no parece que la calle vaya a darle tregua.

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