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A pesar de su frenético crecimiento económico, en China hay grandes diferencias sociales. pablo m. díez
Con cuatro euros al día, ya no hay pobres en China

Con cuatro euros al día, ya no hay pobres en China

Pekín alardea de haber erradicado la pobreza extrema, pero 600 millones de chinos viven con solo mil yuanes (129 euros) al mes

pablo m. díez

Pekín

Sábado, 6 de marzo 2021, 18:48

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En China ya no hay pobres de solemnidad. Al menos, eso es lo que anuncia a bombo y platillo la propaganda oficial, que acaba de cantar victoria sobre la pobreza extrema en todo el país. Con el boato propio del régimen, así lo declaró el presidente Xi Jinping a finales de febrero en una ceremonia en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín que fue emitida en directo por la televisión estatal.

A tenor de los baremos chinos, la pobreza extrema es vivir con menos de 1,9 euros al día. Es un poco más de los 1,6 euros que el Banco Mundial considera como tal, pero está muy por debajo de los 4,6 euros diarios que este organismo recomienda para medir la máxima pobreza en países con ingresos medio-altos como China. Y ahí radica, precisamente, el escepticismo con que el anuncio de Pekín ha sido acogido en Occidente.

En mayo del año pasado, el propio primer ministro, Li Keqiang, reconoció que 600 de los 1.400 millones de chinos subsistían al mes con solo mil yuanes (129 euros), lo que suponen 4,3 euros al día. Recogido por el periódico «South China Morning Post», un estudio del Buró Nacional de Estadísticas calculaba poco después que el 40% de la población con los ingresos más bajos solo tenía un renta per cápita anual de 11.485 yuanes (1.484 euros), lo que salía a 957 yuanes (123 euros) al mes, o 4,1 euros cada jornada.

Obviando estos datos, Pekín está publicitando triunfalmente su erradicación de la miseria con evidentes fines propagandísticos, ya que era uno de los objetivos marcados por el presidente Xi Jinping cuando tomó el poder en 2012. Desde entonces, se vanagloria de que 100 millones de personas y 800 condados han salido de la pobreza absoluta. «No hay ningún otro país que haya podido conseguir tan importante reducción de la miseria en tan poco tiempo», se ufanó Xi en el homenaje a los participantes en esta campaña estatal. A su juicio, «erradicar la pobreza extrema es otro milagro de la humanidad que merece un recuerdo histórico. Es un gran honor que pertenece al Partido Comunista de China y al pueblo».

La mayor potencia mundial

En plena pandemia del coronavirus, que ha desatado la mayor crisis económica desde la Gran Depresión en 1929 y ha vuelto a sumir en la pobreza a millones de personas en todo el mundo, China alardea de su progreso. Tras controlar la epidemia, que estalló en Wuhan, fue la única gran economía que creció el año pasado y en 2021 espera un avance en el Producto Interior Bruto (PIB) superior al 6%. Así lo ha fijado la Asamblea Nacional Popular, reunión anual del Parlamento orgánico del régimen, que se celebra estos días en Pekín.

Además de sacar pecho congregando a 3.000 diputados venidos de todo el país, la Asamblea aprobará el nuevo Plan Quinquenal (2021-2025) para seguir avanzando en el desarrollo económico y convertir a China en la mayor potencia mundial en términos brutos en torno a 2030. Mientras llega esa fecha, el fin de la pobreza absoluta es uno de los hitos a celebrar este año, en que se cumple el centenario de la fundación del Partido Comunista el próximo 23 de julio. Además, sirve como adelanto del XX Congreso del Partido que, en el otoño del próximo año, perpetuará a Xi Jinping en el poder, acabando con el liderazgo colectivo que había caracterizado a China desde la muerte de Mao Zedong, el «padre de la patria».

Aunque la erradicación de la pobreza era una de las promesas del «Gran Timonel» tras ganar la guerra civil y fundar la República Popular China en 1949, el país se hundió aún más por las desastrosas campañas de Mao Zedong. Entre ellas destacan el «Gran Salto Adelante» (1958-62), que causó la mayor hambruna de la historia con 45 millones de muertos, y la «Revolución Cultural» (1966-76), que paralizó la economía.

Solo tras la muerte de Mao en 1976 y la apertura al capitalismo ordenada por Deng Xiaoping en 1978, China comenzó a protagonizar el «milagro económico» que ha traído la mayor transformación de su historia. Desde entonces, el Banco Mundial calcula que 800 millones de personas han salido de la miseria y que China ha contribuido en un 70% a la reducción de la pobreza global.

Inversiones multimillonarias

Gracias a su progreso, la aportación del gigante asiático a la economía global ha pasado del 1,5% en los años 80 al 15,4% actual. Pero su capitalismo de Estado, y salvaje, también ha disparado las diferencias sociales entre ricos y pobres y entre el campo y la ciudad. En 1990, el 66% de la población todavía vivía en la pobreza extrema, reducida al 0,3 por ciento en 2018.

Para acabar con la miseria, el Estado ha invertido 1,6 billones de yuanes (206.739 millones de euros) durante los últimos ocho años, movilizando a tres millones de cuadros del Partido, rehabilitando viviendas para 25 millones de personas y reubicando a 9,6 millones de campesinos de las regiones más inhóspitas con el fin de proporcionarles agua, comida y educación para sus hijos.

Con esta reducción de la pobreza, el autoritario régimen chino luce su modelo desarrollista y se defiende de las críticas de Occidente a sus violaciones de derechos humanos. Pero el uso propagandístico de las cifras no oculta que, con solo cuatro euros al día, se sigue siendo pobre en China.

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