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Control de los talibanes en el acceso al aeropuerto de Kabul, que empieza a funcionar de nuevo. foto: AFP | vídeo: Atlas

La batalla del Panjshir condiciona al nuevo Gobierno

El régimen demora el anuncio de cómo será su gabinete mientras redobla esfuerzos para apoderarse de la única provincia sin conquistar

M. P.

Domingo, 5 de septiembre 2021, 01:04

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En Kabul crece la impresión de que la demora del Emirato en nombrar a su nuevo Gobierno no se encuentra tan vinculada a la negociación sobre el reparto de poder, sino a la ofensiva en el valle del Panjshir. La batalla en el último bastión de resistencia afgana en el país recién conquistado se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para los líderes talibanes, remisos a anunciar un nuevo gabinete sin tener todo el territorio nacional bajo su control.

Tres semanas después de la invasión, el régimen mantiene la incógnita, aun cuando por dos veces consecutivas sus portavoces habían anunciado que el Ejecutivo se daría a conocer el viernes o ayer. La última versión es que el anuncio resulta inminente y puede producirse en cualquier momento. Mientras, la población aguarda con expectación y preocupación: sabe que de la composición del Gobierno se deducirá si los próximos años serán más moderados o volverán al infierno del rigor y los castigos del anterior Emirato, entre 1996 y 2001.

Hasta ahora sólo se han confirmado algunos puestos y se presume que la presidencia podría quedar en manos del mulá Baradar, fundador y jefe político del movimiento talibán. En una de las escasas concesiones, el portavoz oficial ha dejado claro que las autoridades aplicarán la sharia o ley islámica. Y lo que parece muy probable es que el Ejecutivo incluirá a representantes de varias etnias, pero no a miembros de la Administración anterior de Ashraf Ghani.

Aumentan los rumores de que el Ejecutivo no contará con nadie de la anterior Administración

El deseo de los insurgentes de conquistar el Panjshir es tan grande que los rumores en este sentido que ayer circularon entre sus filas desencadenó una explosión de euforia. Euforia mortal. Diecisiete talibanes murieron a causa de los disparos de celebración al aire y más de cincuenta resultaron heridos. La mayoría de las víctimas se registraron en la capital y en Jalalabad. El descontrol llegó a tal extremo que el nuevo Emirato ordenó el fin de las celebraciones para evitar «poner en riesgo a la población».

Mensajes contrapuestos

Al final de la jornada, y después de un cruce de informaciones confuso entre uno y otro bando, los combatientes del Frente de Resistencia Nacional negaron anoche que hubieran sido derrotados. El portavoz de los afganos, Fahim Dashti, señaló que se habían enviado tropas de refuerzo a todos los frentes y que los insurgentes habían sufrido importantes bajas. Estos, por su parte, aseguraron que siguen su avance por la provincia y confían en su rápida caída.

El líder de la resistencia, Ahmad Masud, afirmó, por su parte, que la suya no es la única oposición al régimen, ya que provincias como Herat «han alzado la voz por sus derechos».

El aeropuerto vuelve a operar con los vuelos de ayuda humanitaria

os primeros vuelos de ayuda humanitaria llegaron ayer a Kabul después de que los técnicos cataríes y turcos enviados a poner a punto el aeropuerto lograsen rehabilitar las instalaciones lo suficiente para recibir a estas misiones.

Al menos cinco aviones con suministros desde Catar aterrizaron en el aeródromo, del que partieron también dos vuelos nacionales hacia Mazar i Sarif y Kandahar. Los técnicos, según el embajador catarí, han reparado en tiempo récord el radar, la torre de comunicaciones y la pista principal. En breve la terminal espera restablecer los vuelos internacionales.

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