Zinedine Zidane en la pared
Zidane asomó la cabeza. Miró a izquierda y derecha. Sin prisas. Cerciorándose de que lo que veía era tal cual. Entonces decidió bajarse de la guagua. Nadie esperaba a la expedición del Real Madrid en Costa Calma. Sí, ni más ni menos que el emperador del fútbol mundial, aquel francés campeón de todo, pisaba Fuerteventura sin que nada turbara esa paz majorera que tanto marcó a Unamuno. Octubre de 2001. Al frente de aquel equipo, Vicente del Bosque, del que huelgan presentaciones. Allí, en el descampado aledaño al estadio Benito Alonso de La Pared, Zidane, Casillas o Morientes hicieron felices a los niños de Pájara firmando balones, retratándose, exhibiendo sonrisas. Evocar a los astros en medio de la ventolera, con un pastor dejando al lado su rebaño de cabras para interesarse por aquellos visitantes, todavía enternece. Doce años de emociones deportivas, desde que me dieron la oportunidad de escribir en CANARIAS7 recién salido de la Universidad, allá por el año 2000, dan para una enciclopedia. Alcanzada la excelencia con España (la Roja, Nadal, Gasol, Fernando Alonso, Pedrosa...), la montaña rusa de la UD, jugadores de barrio que llegan a la selección, ese Granca empeñado en hacerse grande, nueva hornada de olímpicos ejemplares como Thais, Mangué o García Hemme y o el Mundial de baloncesto que viene en 2014, para rescatar un recuerdo casi que conviene más tirar de seducción. Lo nunca visto. Zidane en Fuerteventura, danzando sobre el césped artificial, compartiendo agua de garrafa con los jugadores locales, regalando su sudadera a un espontáneo... Toni Cruz, entonces técnico del Playas, ensayó penaltis en la víspera. Ganó el Madrid 0-4. Fue lo de menos.Y si no lo digo reviento: mi foto con el gran Zizou la guardo como una reliquia.
