Trajeron la alegría a mi ciudad

Recordemos la gira de Working on a Dream: El concierto que yo ví revisó dos temas del disco nuevo (la homónima y Outlaw Pete) y el resto fueron concesiones a la galería a base de viejas-bravatas-puño-en-alto.

¿Qué trajo a Gran Canaria el de Jersey? Nada menos que siete piezas nuevas, algunas tan demoledoras y eficaces en vivo como Shackeld and Drawn, We are alive o la brutal Death to my hometown, donde además nace un nuevo sonido Springsteen, a medio camino entre la canción borrachuza irlandesa y la carga del séptimo de caballería. Sobresaliente aggionarmento.

El resto del espectáculo, lo que son las rentas, en la línea de siempre, técnicamente perfecto, encantadoramente sincero e impecablemente profesionales todos, de alta credibilidad. Tuvo la delicadeza de tirar para el debut isleño de varios ganchos infalibles No Surrender, The River, Born in the USA o Bobby Jean y sonó como tienen que sonar los primera división galáctica. Alguien dijo que por atrás no sonó bien, no lo sé. ¿Vieron cómo salía la gente de feliz?

¿Calvas en las gradas? Ya me gustaría a mí ver a, por ejemplo, las que genera Chris Martin cuando tenga 62 años y lleve 40 en el ajo, y con la que está cayendo. Otro sí, y a riesgo de que me maten, a Clarence lo eché de menos en el alma, pero no en el sonido. Me parece que la solución en orla ha sido perfecta.

Postdata: del Twitter de Steve Van Zandt de ayer: «Gran Canaria, ¿de donde salíó tanta gente? ¡había más audiencia que isla! Tenemos que hacer algo por vosotros. Muchas gracias». He aquí un gran señor.