"Seguimos confiando en Setién"
La derrota de anoche en Eibar no se traducirá en decisiones drásticas a propósito de la continuidad de Setién en el banquilo. «Seguimos confiando en él», apuntó el presidente, Miguel Ángel Ramírez, al ser cuestionado al respecto. Pese a que en el seno interno del club el debate está más abierto que nunca, la proximidad del encuentro venidero y la falta de tiempo para buscar un sustituto interino hasta junio suponen un condicionante que, de momento, es insalvable.
La UD trabaja para la temporada que viene con la idea de traer a un entrenador que respete el modelo y parta de cero en verano, sin servidumbres de ningún tipo, por lo que, de haber relevo en la banda antes de junio, el que llegara debería asumir su próxima fecha de caducidad. No es nueva esta fórmula en la entidad, que ya apostó por golpes de timón en mayo en los años 2009, cuando el dúo Mamé León-Paco Castellano sustituyó a Javier Vidales, y 2014, con el aterrizaje exprés de Josico para ocupar la vacante dejada por Sergio Lobera.
En la campaña 2009-2010, como podría suceder ahora, se optó por no esperar más allá de abril para despedir a Sergio Kresic y fichar a Paco Jémez. La salvación virtual del equipo, al que le vale ganar uno de los ocho encuentros que restan para quedar por encima del bien y del mal, también aconseja una mayor prudencia por parte de la dirección deportiva.
Sin embargo, la credibilidad de Quique Setién a ojos de sus superiores sigue bajo sospecha severa, una circunstancia que mantiene el suspense acerca del preparador cántabro. Así, la visita del Betis al Gran Canaria se anuncia como una reválida de efectos indudables. No ganar al equipo verdiblanco debería propiciar la salida inmediata de Setién a ojos de los dirigentes del club, que no están dispuestos a correr más riesgos con un profesional que, a su juicio, ha ido en contra de los intereses institucionales desde que reconoció que se iría en junio.
Dudar de la competitividad de la plantilla como hizo tras caer en Vigo, postularse a otros banquillos, con posterior disculpa pública, adelantar que aceptaría otro destino sin que le pagaran tanto como le ofrecieron aquí para renovar o tachar de «miserables» a quienes no comparten su punto de vista constituyen comportamientos que han dolido en la zona noble del Gran Canaria, hasta el punto de considerar «una humillación» sus continuas proclamas ante los micrófonos. Este posicionamiento de Setién también le ha pasado factura a nivel popular, pues el descontento con sus modos y maneras de la afición, antes alineada incondicionalmente con él, ya es notable.
Por si fuera poco, hay constancia del deterioro en el clima interno del vestuario. Fuentes de la UD filtraban tras el encuentro de Vigo que hay futbolistas «que no pueden ni ver al entrenador», en clara alusión a la pérdida de autoridad y mando del cántabro. No son pocos los que se muestran indignados con algunas de las censuras que ha externalizado el propio Setién cuando se ha referido a las limitaciones de la plantilla. Y figuras como Jesé, Livaja o Halilovic no han digerido bien algunas de sus suplencias, incrementando incomodidades y roces. De hecho, desde el vestuario también se ha comentado que el técnico ha perdido estrella. Algunas de sus decisiones han desorientado al grupo y gran parte de la complicidad forjada en el último año y medio no ha parado de difuminarse en semanas recientes, coincidiendo con el anuncio hecho por él mismo de que no iba a renovar su contrato. Este cúmulo de comportamientos y sensaciones ya han sido analizadas por la comisión deportiva, paciente hasta el momento pero que asume que, de no haber un golpe de timón, se verá obligada a intervenir.
Así las cosas, el partido ante el Betis marcará frontera. Todo lo que no sea ganar aboca a acontecimientos inmediatos.
