Saint Clair Cemin: «Lo que me oprime es la obligación de ser moderno»
Sus esculturas se están exponiendo ahora mismo en la famosa arteria neoyorquina de Broadway y tiene monumentos escultóricos en las calles de Washington, Porto Alegre o Miami. A la hora de hacer obra pública, ¿qué tiene en cuenta? Prefiero hacer cosas que le gusten a la gente. Detesto hacer una obra y que la gente pase por delante sin sentir nada. ¿Qué placer hay en la vida? No es fácil encontrar una solución para eso, pero es necesario. No a todos les debe gustar lo que hago, pero, de alguna manera, tiene que aportar cierto placer a la gente que se encuentre con ella. Es un desafío.
También hace obra gráfica. Siempre lo he hecho. Para un escultor hacer dibujos de su obra es básico. Debe ser algo natural.
Ahora que la escultura se ha diluido dentro del mundo de las instalaciones, cuando cualquier objeto que tenga una relación con el entorno se considera escultura, ¿cómo se afronta? ¿Se siente cómodo en este contexto? Yo me siento muy cómodo en este contexto. Creo que los que no quieren hacer escultura, sencillamente, están perdiendo una gran parte de la riqueza y del placer de la escultura, que es el taller, la manualidad, trabajar los materiales... Es maravilloso. Imagina a alguien que tiene dinero en el banco y no lo usa, es un pobre. Yo creo que esta es nuestra riqueza como artistas, la tradición y la influencia de tantos escultores antiguos. No tengo ninguna necesidad de rehusar de todo eso porque no me oprime. Lo que me oprime es la obligación de ser moderno. Yo no obedezco a ninguna obligación. Siempre fui muy rebelde. No puedo rebelarme contra una tradición que no me hace daño. Al contrario, me da mucho. No nací dentro de un sistema de arte donde tenía profesores académicos, hago lo que quiero desde el principio. La academia no es una amenaza, sino una herramienta.
¿Ha tenido que pagar por esa rebeldía o le ha servido para diferenciar su obra? No intento diferenciar mi obra de las modas, porque siempre estuvo en medio de las modas. Desde los años 80, cuando empecé a hacer mis obras, siempre he sido contemporáneo. Mi manera de hacer es lo que ha podido diferenciar mi obra, pero no en otro contexto. Estoy en el mismo contexto que los artistas que hacen instalaciones y no tengo nada en contra de ellos. En absoluto. Pensé, si no quieren tallar la piedra como a mí me gusta, es problema suyo. Pero yo tallo la piedra porque me gusta. Es una cuestión de gusto personal.
¿Esa libertad no se pierde una vez que alcanza cierto estatus en el ámbito internacional del arte y del mercado? Creo que tengo tanta libertad como antes.
¿No se siente obligado a tener una imagen de marca? Para nada, puede verlo.
La disparidad también puede ser una imagen de marca. Uno no puede evitar tener su estilo visual. La verdad es que yo me sorprendo a veces a mí mismo, pero hay gente que conoce mucho mi trabajo. Hice un zapato dentro de una jaula. Perfectamente académico, en bronce negro, enorme, un zapato de un metro dentro de una jaula de un tigre. No se puede saber que la obra es mía y, sin embargo, mucha gente que conoce mi trabajo ha visto esta obra, que no tiene nada de Saint Clair Cemin, y han dicho: ¡claro que es un Saint Clair Cemin! De forma intuitiva conocen mi forma de pensar. Están habituados y han reconocido algo que, visualmente, no es reconocible. Lo saben por el tipo de humor, el tipo de pensamiento. Tengo una línea, aunque a veces no es visible.