Renoir enamorado
La obsesión del pintor impresionista por el universo femenino queda plasmada en la exposición ‘Renoir entre mujeres. Del ideal moderno al ideal clásico', que se exhibe en las salas de la Fundación Mapfre en Barcelona.
La mujer es la protagonista absoluta de la obra del pintor Pierre-Auguste Renoir (1841- 1919). Una evidencia que se pone de manifiesto en la exhibición Renoir entre mujeres, que se muestra en la sala de exposiciones de la Fundación Mapfre en Barcelona hasta el 8 de enero.
En total, la muestra reúne 70 obras, de las cuales 40 están firmadas por el autor francés y han sido cedidas, en su mayoría, por los museos parisinos d´Orsay y L’Orangerie. El resto de las piezas corresponden a autores coetáneos o influidos por Renoir.
Lánguidas, inocentes, modernas, exquisitas lectoras o virtuosas del piano... Todas ellas parecen ser una sola mujer, con unos ojos vivaces cargados del brillo que produce la ilusión casi infantil o, por contra, la emoción de empatizar con el dolor humano.
Renoir ilumina los rostros de una luz delicada y confiere tal expresividad a los ojos que atrapan la atención del espectador, incluso cuando aborda la figura femenina a través del desnudo.
Otras veces, funde a la mujer con la naturaleza y la construye a través de la pintura, como en Étude, Torse effet de Soleil, donde el pintor aplicó por primera vez los principios del impresionismo.
Este modo de abordar el desnudo reaparecerá al final de su vida en obras tan representativas como Les baigneuses (Las bañistas, 1918-1919). La exposición incluye esta pieza: un homenaje a Tiziano y Rubens considerado su testamento pictórico.
La obsesión de Renoir por las mujeres queda patente en un asombroso cuadro de pequeñas dimensiones, titulado Mujer sentada, donde condensa los rasgos de su ideal femenino.
Pero, sin duda, la estrella de la muestra es la célebre pieza Bal du Moulin de la Galette (Baile en el Moulin de la Galette, 1870), que regresa a Barcelona cien años después de haberse expuesto por primera vez en la gran exposición de arte francés que en 1917 organizaron Santiago Rusiñol y Ramón Salas.
El impacto que tuvo este icono del impresionismo queda reflejado en la exposición en los paisajes urbanos parisinos del entorno del Moulin de la Galette retratados por Rusiñol, Salas, Carles Casagemas y Manuel Feliu de Lemus, que lo presentan despojado de la atmósfera y de la vitalidad del cuadro de Renoir. Esta melancólica soledad es especialmente conmovedora en las obras de Santiago Rusiñol, cuya interpretación de este rincón de Montmartre recuerda las creaciones de Edward Hopper.
Otro de los artistas influidos por la visión femenina de Renoir fue Picasso, del que se exhibe un desnudo. El malagueño admiraba tanto al francés que el marchante Ambroise Vollard se hizo con los cien grabados de su serie Suite Vollard a cambio de dos obras de Renoir y Cézanne.
Durante mucho tiempo, Renoir, el más popular de los impresionistas y el más detestado por los críticos, ha sido tachado de cursi y misógino por llevar su ideal femenino al lienzo, unas ficciones convertidas en pinturas que aún están pugnando por ocupar su legítimo lugar en la Historia del Arte.