Rafael de Penagos y su ideal femenino en Mapfre Guanarteme
A través de los carteles e ilustraciones de Rafael de Penagos, Mapfre Guanarteme ofrece una mirada a los locos años 20. En esa década, España intentaba no quedarse rezagada respecto a Europa y soñaba con la modernidad. El ilustrador y pintor reflejó esos anhelos dando forma a una mujer moderna e independiente; la mujer Penagos.
Buena parte de la obra de Rafael de Penagos (1889-1954) se puede apreciar en estos días en la capital grancanaria gracias a la iniciativa de la Fundación Mapfre, propietaria de la colección más importante que se conserva del dibujante y principal exponente de la ilustración art dèco en España.
La sede de la Fundación Canaria Mapfre Guanarteme acoge desde ayer alrededor de un centenar de obras del dibujante y cartelista realizada en la década de los años 30.
Bajo el título Rafael de Penagos. Los años del charlestón, la muestra, que podrá verse hasta el 25 de abril, recoge carteles e ilustraciones protagonizadas por mujeres desinhibidas, independientes y modernas que ofrecían una imagen de un ideal femenino que acariciaba la igualdad.
La exhibición constituye, por un lado, un homenaje a esas mujeres rompedoras y, por otro, al propio autor, que a través de sus trabajos promulgó un modelo de mujer moderna y transgresora, que rompía con los estereotipos decimonónicos y conservadores que regían en aquella época.
Las nuevas formas de ocio, la moda procedente de otras latitudes o la introducción de la mujer en el ámbito del deporte y del trabajo también quedaron plasmados en la obra del dibujante.
De Penagos tuvo como maestros en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando a los grandes ilustradores de la revista Blanco y Negro. En aquel entonces, solía compartir mesa y conversación en el Café Levante con Ricardo Baroja y Valle-Inclán, para este último hizo las portadas de sus cuatro libros de Sonatas.
En la primera década del siglo XX, realizó los carteles de las grandes fiestas y de los espectáculos de la bailarina Tórtola de Valencia.
En 1913 se muda a París. Luego viaja a Barcelona y a Londres, a cuya burguesía plasma en los dibujos que publica en España, la revista de Ortega y Gasset, La Esfera, Nuevo Mundo, Blanco y Negro y ABC. En 1915 vuelve a establecerse en Madrid y realiza los famosos carteles de la casa de perfumes Gal.
En los 40, la guerra y su afinidad republicana lo obligan a abandonar España para establecerse en Argentina y Chile. En 1953 regresa a Madrid y al año siguiente muere.
PABLO JIMÉNEZ MURILLO: «Marcó el primer momento de igualdad»
La imagen femenina que proponía Rafael de Penagos en los albores del siglo XX «marca el primer momento de cierta igualdad», explica el comisario de la exposición y director del Área de Cultura de la Fundación Mafpre, Pablo Jiménez Murillo.
En opinión del experto, la obra del ilustrador no solo deja constancia de los cambios de la mujer de los años 20 sino que establece un estereotipo que ha perdurado. «Es un ideal de mujer, que coincide con un ideal internacional, un tipo de mujer que en Francia se llamó la garçonne y que también surgió en Estados Unidos, en Inglaterra o en Italia, con características diferenciadas en cada país pero siempre con unos rasgos comunes surgidos de la moda», apuntaba el responsable de esta exposición que desde 2009 ha recalado en numerosas ciudades españolas, además de en Chile y en Bolivia.
Su forma de vestir también supuso una ruptura. «Antes de los años 20, la cosmética femenina tenía el objetivo de realzar la naturaleza. Las mujeres se ponían rosa en las mejillas y algo de carmín en los labios. A partir de los años 20, se pueden pintar los labios de azul y los párpados de verde. Querían demostrar que podían inventarse ellas mismas la forma de estar en el mundo, decir: no somos esclavas de la naturaleza que nos lleva a la maternidad», apunta el estudioso de la obra de Penagos.
El modelo del ilustrador se expandió rápidamente a través de las revistas de moda. «En los años 20, tenían una tirada de entre 300.000 y 400.000 ejemplares, lo que permitía su distribución masiva». Así pues, la mujer Penagos se convirtió en un ideal en el que se miraron las telefonistas, secretarias y dependientas, mujeres que ocuparon los nuevos oficios femeninos.
