¿Qué precio debemos pagar para ver las orcas en cautividad?
Javier Suárez
Viernes, 1 de noviembre 2013, 10:13
Empezar a hablar de Blackfish no me resulta nada fácil, quizás porque lo más cómodo, y lo que el cuerpo pide una vez visto el documental, es posicionarnos de la manera más políticamente correcta y decir que jamás pagaremos por ver una orca en cautividad, o criticar a los parques acuáticos en los que las mismas viven. Pero no lo voy a hacer así, no creo que sea justo, y por aquí voy a comenzar a contarles lo que en este documental se vive, y que sean ustedes los que saquen sus propias conclusiones cuando lo vean. Blackfish es un documental que nos cuenta cómo es la vida de las orcas en cautividad, desde ese primer parque acuático llamado Sealand, en los Estados Unidos, hasta el SeaWorld, del que tanto hemos oído nombrar, y otros que hemos podido visitar, como el de nuestra propia tierra, el Loro Parque. En dicho documental se nos cuenta cómo es la vida de una orca, desde su nacimiento en libertad, hace más de 25 años, hasta la actualidad, ya en cautividad. Empezamos viendo cómo los hombres que en esa época las cazaban para venderlas a Sealand, a día de hoy, no pueden con los remordimientos que ello les produjo y que, tras tantos años y situaciones vividas les parece lo peor que hayan hecho nunca. De ahí saltamos a ver las condiciones y evolución que las orcas cautivas han sufrido en estos años; desde unos tanques completamente ridículos e inapropiados de la época, hasta lo que consideramos hoy unas instalaciones ejemplares donde puedan, al menos, subsistir, porque, en el fondo, todos y cada uno de nosotros tenemos claro que su hábitat natural tiene que ser el océano y la libertad. A raíz de aquí es donde el documental nos cuenta cómo las orcas viven y sufren su cautiverio. Dichos animales, que en libertad son separados de su familia, nunca olvidan a sus congéneres. Las orcas son seres con un gran sentimiento familiar; son manadas muy poderosas, y el alejarlos de su entorno ha hecho que las que estén en cautividad sufran ataques de ansiedad provocando lesiones y muertes entre los cuidadores que están con ellas. Vemos cómo hembras que dan a luz a sus crías son separadas de las mismas para que éstas sean trasladadas a otros parques; contemplamos cómo lo primordial, en muchos casos, es el negocio, y ocultar al público la verdad de lo que allí dentro se vive. Asistimos a la muerte y accidentes de varios cuidadores en distintos parques del mundo, debido a los momentos incontrolados que estos animales tan hermosos como salvajes pueden llegar a tener. No llegamos al extremo sangriento y macabro que vimos en The Cove, esa película sobre delfines que ganó el Oscar en 2010 al mejor documental. Pero lo que aquí nos cuentan nos deberá dejar un pozo de al menos reflexión. ¿Qué mundo estamos creando para nuestros hijos? ¿Qué es válido y qué no para poder hacer negocio con los animales? ¿Cuánto de culpa tenemos en tener una doble moral que nos permita criticar una cosa y después pagar por ir a verla? Porque aquí nadie es inocente ni culpable. No matemos al empresario que monta un negocio al que vamos millones de personas; no critiquemos al cuidador que, tras una máscara de amor a los animales, dedica su vida y su trabajo a estar con ellos para crear ese circo del que todos formamos parte. No nos fustiguemos pensando que somos mejores o peores personas por ir, haber ido, o querer ir a apreciar estos animales en vivo en cualquier parque del mundo porque, de otra forma, no sería posible verlos. Ninguna de estas preguntas tiene una respuesta clara, y al menos, no voy a ser yo quien les diga a ustedes qué deben o no hacer. No sé ni lo que quiero hacer yo. Y todo eso es lo que me queda a mí tras ver la maravillosa Blackfish, en definitiva, un documental que me ha atrapado desde el primer segundo hasta el final de esos 90 minutos que contienen un cine que ya quisiera muchos títulos de ficción llevar dentro, y yo, desde luego, les recomiendo que vayan a verla a su sala de cine más cercana cuanto antes. Y en Canarias se estrena, así que miren la cartelera y estén dispuestos a ver algo que no les dejará indiferentes y que les hará plantearse la misma pregunta que me hago yo una y otra vez tras verla. ¿Qué precio debemos pagar para ver las orcas en cautividad?