Nostalgia de Montalbán
Pocos intelectuales han calado tanto en la sociedad española como Manuel Vázquez Montalbán. Quizá su secreto para dejar huella fue que ejerció la escritura intensamente y desde distintos y variados ángulos; como periodista, novelista, poeta, ensayista, antólogo, prologuista, humorista, crítico, gastrónomo y analista deportivo. Su producción es asombrosa, no solo por su amplitud, sino por la brillantez con la que exponía su visión de la sociedad española, a la que diagnosticó los primeros síntomas de lo que ahora sufrimos. «Los marginados no son ya sólo los que limpian parabrisas o duermen en los bancos sino todos los que no están en ese pequeño grupo que domina el cotarro social y económico y que son los que lo dominan absolutamente todo», decía Montalbán en su revelador ensayoPanfleto desde el planeta de los simios. Un libro en el que vaticinaba los principales males que nos aquejan actualmente, sin escatimar embestidas a la izquierda española en la que él se alineaba.
Su compromiso con la realidad y la memoria no solo se plasmó en sus ensayos, sino que otorgó un carácter trascendental a su serie de novelas protagonizadas por Pepe Carvalho, donde dibujaba un minucioso retrato social de los lugares por los que transitaba el investigador privado y, sobre todo, de la ciudad de Barcelona.
Ahora, pasados diez años de su muerte, se echa de menos una mente tan aguda y preclara como la de Montalbán. Algo que sus admiradores y amigos expresarán en los próximos días a través de numerosos actos organizados para honrar a esta casi inabarcable figura.
«Para mí era como un hermano mayor, me llevaba ocho años. Pasamos momentos intensos. Solíamos divertirnos y discutir sobre literatura», explica el también escritor de novela negra Juan Madrid sobre su colega. Se conocieron en Francia, en un congreso de novela policiaca en los años 80 y conectaron rápidamente. «Era talentoso y brillante. Aprendí mucho de él. A veces discutíamos sobre literatura. Tenía mucha honestidad y eso se notaba en su buen escribir», comenta en conversación telefónica Madrid. En su opinión, el mayor mérito de Montalbán fue «convertir una novela considerada subliteratura asquerosa, impropia de caballeros literatos, como si fuera una violación a la doncella pura de la literatura en un género reconocido. Luego, no le dio vergüenza a nadie escribir novela negra».
De hecho, los autores de las posteriores generaciones le deben a Montalbán y a otras figuras como Andreu Martín o el propio Juan Madrid el nacimiento de una nueva novela postfranquista. «Me siento deudor de Montalbán. Sin su trabajo, la novela negra en España no habría recorrido el trecho que ha recorrido», asegura el escritor de libros policiacos Lorenzo Silva. «Se acercó al género sin complejos y es un intelectual de referencia, con una obra muy rica, tanto poética como de narrativa y pensamiento. Mi enfoque es distinto al de él. Montalbán atendía a la realidad contemporánea», explicó el autor de La marca del meridiano durante su última visita a la Isla.
El grancanario Juan Carlos de Sancho, junto al fotógrafo Serafín Palazón y a Eduardo Haro Tecglen fueron los artífices del primer homenaje en papel a Vázquez Montalbán. En el libro En memoria, los textos de De Sancho acompañaban las fotos en las que aparecen amigos de Montalbán brindándole el último adiós; desde Maragall a Raimon, pasando por Rosa Regás o Serrat. El prólogo lo hizo el Nobel José Saramago. «Es un canto a la vida y la obra de Manolo», explica De Sancho sobre esta obra que se presentó en México, Madrid y Barcelona.
«Era un gran analista, ponía en solfa a todos los partidos, siempre, desde la independencia. Era un columnista extraordinario, con una autoridad moral que ya no se ve en prensa actualmente», asegura el escritor, ilustrador, editor y poeta canario. En opinión de De Sancho, Montalbán era internacionalista y catalán, y su única religión era el fútbol. De hecho, se confesaba culé hasta la médula. «Personajes como él deberían renacer, son importantes para el pensamiento humanista», añade.
También lo echa de menos el autor de novela negra José Luis Correa. «Era una de las grandes voces. Por muchos motivos. No solo por el literario, sino por su talla humana y moral. Si hubiera estado vivo, habría encabezado el movimiento de los indignados», comenta el autor de 15 días de noviembre. Correa entiende que Montalbán forma parte de una escuela filosófica y literaria muy interesante, en la línea de Petros Markaris, Jean-Claude Izzo y Andrea Camilleri, cronistas sociales comprometidos y combativos con el poder.
Otro don de Montalbán era su capacidad para contar la cocina. «Arzak lo elevó a la categoría de artista. Es el mejor descriptor gastronómico. Leyéndolo se te abre el apetito», cuenta Correa, que se siente deudor del catalán. no solo por su influencia literaria, sino por los grandes ratos que pasó leyéndolo.
Al también escritor de novela negra, Alexis Ravelo, lo que más le fascina del padre de Carvalho es su poesía, aunque reconoce que disfrutó mucho con su narrativa, especialmente con Galíndez y La rosa de Alejandría. «Es un autor muy completo», apunta.
Tony Murphy recuerda las visitas que realizó Montalbán a Gran Canaria. La última de ellas en 2001, cuando participó en una charla sobre la literatura y la construcción democrática. En el 99, vino a presentar Y Dios entró en La Habana; en el 97 dio una conferencia en el Centro Insular de Cultura sobre los males de la democracia española y tres años antes había participado en un ciclo de charlas que pretendía desentrañar las claves del discurso dominante. «Era un politólogo especialista en el mundo postsoviético», comenta Murphy sobre este intelectual que, en su opinión, ofrecía un análisis multidisciplinar sobre los problemas de la sociedad española. «Le gustaba ir al Cucharón, en Santa Ana, les pidió la carta para usarla. Se quedó pillado con el cherhe hervido al mojo verde», recuerda Murphy que considera su Informe sobre la información un libro fundacional sobre el estudio analítico de las industrias culturales. «Aún tiene vigencia como modelo de análisis», reconoce el experto, que destaca su actitud extremadamente inconformista, que le impedía tener buen acomodo en algún partido político. «Tenía una perspectiva ideológica particular, era muy crítico y autocrítico con la izquierda. Nunca estuvo encantado con lo que había, su mirada dice Murphy estaba en permanente tensión».
El experto en novela negra, el canario Javier Rivero, participa estos días en el Congreso Internacional Diez años sin Manolo. «Queda mucho por estudiar desde el punto de vista académico. Su obra es amplísima. Tocó todos los palos; el teatro, la novela policiaca, histórica, la poesía, antologuista, articulista... Tenía una prosa muy trabajada tanto para explicar un partido de fútbol como una sesión del congreso», afirma el investigador becado por la Complutense y miembro de la Asociación de Estudios Manuel Vázquez Montalbán. «Con una mirada irónica y cierto tono de humor abunda el experto describía una realidad que no le gustaba ni al autor, ni al narrador ni a los personajes. Era un maestro».
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