La remontada ya ha comenzado
Un recibimiento de campeonato hizo que la expedición de la UD Las Palmas recuperara la sonrisa y cimentara sus esperanzas de remontada ante el Zaragoza. Fue en la madrugada del jueves, apenas unas horas después de la derrota sufrida en La Romareda (3-1). Ardía el aeropuerto sin que hubiese salido el sol.
La nueva muestra de fidelidad y adhesión de los incondicionales conmovió a jugadores, técnicos y dirigentes, para quienes supuso una sorpresa tremenda que, pasadas las dos de la mañana, más de quinientas personas colapsaran la terminal de llegadas del aeródromo de Gran Canaria. «Si llegamos a ganar...», bromeaba alguno a la vista de una estampa tan multitudinaria como gratificante. En efecto, la convocatoria espontánea realizada por algunas peñas para agasajar al equipo tuvo un poder de convocatoria inmejorable y logró que medio millar de aficionados desafiaran al reloj para dar cariño y aliento a sus ídolos. Muchos, incluso, anticiparon su llegada para amenizar la espera entre cánticos y consignas mirando, ya, al partido decisivo de vuelta, en el que hará falta, como mínimo, un 2-0.
Al aterrizar el vuelo chárter y comenzar a salir los futbolistas, la explosión de júbilo y entusiasmo asombró a los protagonistas, acogidos con abrazos y palabras reconfortantes. Uno a uno, sin diferenciar roles, se sucedieron los ánimos personalizados y con enorme generosidad.
Miguel Ángel Ramírez, Paco Herrera y Juan Carlos Valerón se llevaron las mayores ovaciones de los presentes, quienes no dejaron de lanzar consignas optimistas para lo que viene. Petición de autógrafos y fotografías, saludos cálidos, palmaditas reparadoras... Hasta la guagua que llevó de vuelta a casa a los futbolistas se prolongó el paseíllo entre multitudes. Pese al cansancio acumulado, todos correspondieron a los seguidores, con el compromiso de darles la alegría esperada del regreso a Primera División.
En el vestuario de la UD ha causado un impacto muy positivo que, al calor de una decepción como se dio en la capital aragonesa, la afición, lejos de distanciarse, haya hecho de la remontada necesaria una causa común y estrechen los vínculos. Porque un estadio lleno y una hinchada entregada constituyen el primer paso para lograr lo que todos se han propuesto: certificar una victoria de ascenso.