La «puerta de entrada» a José Saramago
Ana Mendoza/EFE
Viernes, 2 de marzo 2012, 10:45
En 1953, cuando José Saramago tenía 31 años «y todos los sueños a punto», envió el manuscrito de Claraboya a una editorial, que no le respondió hasta 40 años más tarde. Ahora, ve la luz esta novela que su autor se negó a publicar mientras él viviera.
Claraboya, que ahora edita Alfaguara, puede entenderse como «la puerta de entrada» al universo literario del premio Nobel de Literatura portugués, que durante décadas vivió en su casa de Tías. Esta novela madura y emocionante, que ayer se puso a la venta en todos los países de habla hispana, anuncia ya al gran escritor que con el paso de los años sería Saramago y refleja su capacidad para adentrarse en el alma de los personajes y captar sus sufrimientos, sueños, mezquindades y grandezas.
«Es una novela transgresora», aseguró ayer Pilar del Río, viuda y traductora de Saramago, al presentar en la Casa de América «el libro perdido y hallado en el tiempo», como solían llamar en familia a esta obra que refleja con trazo firme las penurias que había, y la opresión que se respiraba, en la Lisboa de los años 50, en plena dictadura de Salazar. «Portugal era un país sombrío».
Como cuenta Del Río en el prólogo, Saramago se estaba afeitando un día de 1989, cuando lo llamaron por teléfono desde una editorial para decirle que «en una mudanza de las instalaciones» había aparecido el original de Claraboya y que para ellos «sería un honor» publicarla. Por entonces, terminaba El Evangelio según Jesucristo y ya era un novelista reconocido. El escritor decidió que la novela no se publicaría mientras viviera porque, como dice Del Río, se trataba de una obra que «le dolía por la humillación de no haber recibido nunca una respuesta». Aquella actitud de la editorial «le sumió en veinte años de silencio», pero fue un tiempo en el que el escritor «se llenó» por dentro «para irrumpir luego con voz propia», añadió la viuda del escritor, que estuvo acompañada por la directora de Alfaguara, Pilar Reyes.
Del Río supone que los editores sí debieron de leer el manuscrito, pero no lo publicaron «porque era un libro duro para la época», dado que la familia, «pilar de la sociedad», aparece «como un nido de víboras»; hay violaciones, amores lésbicos y «una mantenida»..., y eso «no lo podía soportar la sociedad portuguesa de aquellos años».