

Secciones
Servicios
Destacamos
Jueves, 29 de septiembre 2016, 01:00
La corrupción política, la crisis de los refugiados y la falta de un gobierno en España fue el principal hilo conductor y la crítica social de la 30ª edición de la Suelta del Perro Maldito, que un año más volvió a convertir la plaza de San Miguel en un gran teatro callejero. No faltó ni la tarta de cumpleaños para el maligno. La plaza de San Miguel apagó sus luces a la medianoche y una vez más, y ya van 30, volvió a surgir la magia y la pelea entre el bien y el mal recreada este año por la Asociación Cultural Suelta del Perro Maldito que desplegó a más de 250 actores. Una particular bruja fue en esta ocasión la maestra de ceremonia que realizó un conjuro para atraer al maligno. Los dos ingredientes necesarios fueron un cuerpo sumido en la oscuridad y almas inocentes que buscaban la salvación. El primer candidato fue un político que llegó junto con las diosas del poder y del dinero, además de un listado de mentiras que la arpía afeó al público que sigan creyendo. Al ritmo de un tango, el dirigente terminó con el corazón arrancado para el hechizo, por haber jugado con las miserias y las necesidades de un país o vendiendo armas a unos y a otros. En ese momento, un niño refugiado que huía de la guerra entró en escena buscando ayuda, pero la bruja cerró las fronteras y mandó a un ejército que impidió el paso y a otro que devolviera las personas que intentaban cruzar una puerta. La sangre que terminó derramada por la «barbarie humana» fue el otro ingrediente para el conjuro que despertaría al Anticristo. Y en ese instante el perro apareció, pero solo antes de adueñarse de la mente de la bruja. Era lo que necesitaba para recordar los 30 años y liberarse. Con un gran despliegue de personajes, vírgenes, demonios bebés, prostitutas y zombies comenzó la fiesta de un cumpleaños en el que no faltó la tarta, que el diablo terminó tirando, ni las piñatas. El convite culminó con la huida del perro que no se marchó sin antes dar un tirón de orejas velado a los ciudadanos por su pasividad ante lo que sucede en el mundo. «Tranquilos, no les voy a dejar sin gobernantes o sí».... mientras se escuchaban voces de políticos y la risa del can burlándose de la gente. «A ver cuánto aguantan... sigan como simplones», les espetó.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a . Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.