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Por primera vez en la historia de la gestión de los espacios naturales protegidos de Fuerteventura, uno deja de ser responsabilidad directa del Cabildo. Por decreto presidencial, el funcionamiento del Parque Natural de Lobos pasa a manos de Tragsa durante un año y por importe de 243.496 euros.
El Cabildo basa esta decisión, según se puede leer en el anuncio publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Las Palmas del pasado lunes, 7 de diciembre, en la reducción de plantilla de la Unidad de Medio Ambiente que está afectada principalmente por la jubilaciones de operarios. «Lo que ha hecho que las instalaciones del parque natural no tengan el funcionamiento deseado, llegando incluso, en alguna ocasión, a permanecer cerrados los centros por la falta de personal».
Estas infraestructuras son el centro de visitantes con baños públicos situado a la salida del muelle, el área de descanso localizado en El Puertito y la red de senderos. Todas permanecen abiertas los siete días de la semana durante todo el año, por lo que para el servicio pueda realizarse correctamente es necesario disponer de un total de cuatro operarios para así cubrir bajas, vacaciones, etc, y asegurar que siempre existan dos operarios trabajando en la isla.
La contratación de estas instalaciones públicas de Lobos permitirá, a entender de la primera institución majorera, garantizar el funcionamiento del parque y fomentar el desarrollo de acciones de inserción laboral. Además de Tragsa, que es una empresa pública, Gesplan también presentó su oferta de gestión al Cabildo por 248.0000 euros.
Mejoras. Tragsa mejoró su oferta de gestión de los espacios públicos con la colocación de unas islas para contenedores y con la recogida selectiva de papel y cartón, envases, vidrios y residuos sólidos urbanos en el entorno del muelle, El Puertito y la playa de la Concha, que son los más visitados.
De uno a tres euros por visitante. El traspaso de la gestión de los servicios públicos de Lobos a Tragsa no aclara por ahora las incógnitas planteadas cuando se empezó a hablar en agosto del cambio y que se reducen fundamentalmente a si los cientos y cientos de visitantes diarios deberán pagar una cuota de entre uno y tres euros; y qué pasará con el personal de Medio Ambiente que se encarga de la vigilancia de la isla. El revuelo es mayúsculo entre los barcos que enlazan cada día con la isla y con los que ofertan excursiones aparte del traslado. Para las escasas personas que viven allí casi todo el año, la incertidumbre también se cierne aunque en menor medida.
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