La burbuja de la mentira
Sabido es que desde hace un buen tiempo arrastramos unas cuantas y graves crisis. La económica ha sido aparentemente la más escandalosa y cruenta, pero junto a ella se han desarrollado otras. Ahí están la crisis política, de representatividad, social, climática, ética y también la de liderazgos. Unas son consecuencia de las otras y las otras de las unas. Todas están interrelacionadas.
Así, como si de una conjunción estelar se tratase, muchos elementos se alinean para aprovecharse del lógico estado de postración en el que se sumerge la mayoría como consecuencia de lo maldadas que están las cosas. Resultado: eclosionan no pocos aprovechados, a los que no les importa condenar la verdad. Y de esta manera surge una nueva burbuja, la de la mentira, en la que estamos, a la que demasiados han sucumbido, sencillamente porque en estos tiempos mentir apenas pasa factura.
Y en eso, en el arte de mentir, este sistema, también en crisis y que ya en 2008, cuando la debacle económica daba sus primeros avisos, con el reventón de la burbuja financiera, se comprometieron a reinventar, aunque vistos los resultados nada se aplicaron o nos mintieron; este sistema, digo, ha parido auténticos virtuosos de la mentira que se aprovechan de la pérdida del espíritu crítico de una ciudadanía amedrentada por los miedos y el pesimismo, algo humanamente razonable, vistos los tiempos, aunque se soporten sobre argumentos inciertos.
Desde Filipinas a Estados Unidos, pasando por la vieja Europa surgen líderes que se hacen fuertes precisamente por la antedicha crisis de liderazgos solventes que sufrimos. En todos los casos esos castigadores, redentores o inmunes al veneno de la corrupción, se valen de la mentira para triunfar y justificar cuantas tropelías quieran.
En Filipinas, su nuevo presidente, Ricardo Duterte, el que indistintamente trata de «hijo de puta» a Obama y al papa, se erige como adalid del nuevo orden y combatiente contra la delincuencia y el narcotráfico, sin importarle causar, en apenas nueve semanas, la muerte de 2.400 «indeseables» , porque por ahí pasa la solución.
En Estados Unidos, Donald Trump, el que dice que solo un muro de 3.200 kilómetros puede impedir una invasión de violadores y narcotraficantes mexicanos y que el martes puede ser el presidente del país más poderoso del planeta, miente tanto que aseguran que haría falta un grueso libro para documentarlas todas. En Europa, concretamente en Hungría, su presidente, Viktor Orban, con el espantajo xenófobo abandera la cruzada antirrefugiados, gana adeptos por todo el continente y doblega a la UE, a la que pronto le faltará un socio, el Reino Unido, que se marcha por un Brexit triunfante gracias al uso de la mentira que engorda los miedos.
Así pues, en esta alineación de cafres, del uno al otro confín, puede ocurrir algo imprevisible y nada bueno de seguir sucumbiendo a sus falsedades. Cuando estalle la burbuja de la mentira ya puede ser tarde y la crisis resultante mucho más grave que todas las vividas.
@VicenteLlorca