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Esos ‘flecos’ que traen de cabeza

Esos ‘flecos’ que traen de cabeza

Jueves, 1 de enero 1970

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El inicio de una actividad empresarial está lleno de un sinfín de trampas que ponen a prueba la previsión, la prudencia, los conocimientos o, incluso, la capacidad del emprendedor para llevar adelante un negocio. En muchas ocasiones una actividad incipiente puede tambalearse por la aparición de costes que permanecían en la sombra, sin ser detectados. Son gastos que se meten, muy alegremente, en el saco de los varios, pero que acaban sumando una importante cantidad de dinero. Las sorpresas pueden llegar en toda clase de gastos: los financieros, de personal, o los legales. En cuanto a los primeros, debemos estar ojo avizor con los bancarios. Porque si bien casi todo el mundo tiene muy en cuenta los costes de las comisiones o los intereses, no hay que olvidar que muchas veces las entidades financieras ofrecen dinero.... a cambio también de contratar determinados productos. Por ejemplo, un seguro de vida, que puede encarecer notablemente nuestro presupuesto. En el caso de los impuestos, se dan demasiados casos en los que el autónomo o pequeño empresario olvida descontar el IVA de su actividad económica. Y así, cuando al cabo del trimestre llega la hora de saldar cuentas... Los gastos en licencias también pueden deparar sustos. Lo normal es que aquellas actividades que la necesitan suelan reservar una cantidad determinada. Pero hay otras licencias que no se contemplan habitualmente, como son las relativas al ‘software’ requerido por nuestro sistema informático, por ejemplo. Entre los gastos financieros también se incluyen los relacionados con los seguros. Normalmente, esta partida puede ir de los 500 euros, hasta casi los 2.000 (dependiendo de la actividad). Es frecuente olvidar, por ejemplo, el seguro de instalaciones, o el que cubre los equipos informáticos. Otro de los flancos que se suelen dejar descubiertos es el relacionado con los gastos de personal. Un ejemplo recurrente de mala previsión es el de aquellos emprendedores que en sus planes de empresa anotan los salarios netos de sus empleados. Sin tener en cuenta que luego habrán de pagar la Seguridad social y el IRPF. Incluso contando con ellos, en muchas ocasiones se quedan cortos: ocurre que a la hora de calcular los gastos de Seguridad Social, los emprendedores se fijan en un tipo medio que ronda el 20%, cuando en las primeras etapas ese porcentaje está más cerca del 30%. También resulta recomendable contemplar costes como los necesarios para hacer frente a las bajas laborales de empleados, o los gastos de rotación que caracterizan a sectores como los call center. En estos casos, el empresario puede perder el dinero invertido en la especialización y formación del trabajador.

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