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El triunfo accidental frente a una idea mejor elaborada

El triunfo accidental frente a una idea mejor elaborada

Jueves, 1 de enero 1970

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Vicente Gómez cabeceó, con el vuelo mayestático de los ángeles, para que las matemáticas más puras protejan el trabajo de Sergio Lobera. Para Gómez fue una satisfacción especial, había pasado muchos días, como el mismo confesó, con el temor a que unas molestias impidieran su participación en el derbi, y, para colmo, después de su decisiva presencia en La Romareda masticó la primera parte del duelo regional desde el banquillo.

Vicente exprimió ese axioma futbolístico de que el resultado es lo único que importa. Nadie recordará que una vez más Álvaro Cervera se tragó tácticamente a Sergio Lobera. De nuevo, el Tenerife comprendió el partido mejor. Y, desde luego, no mereció perder.

Lobera se defenderá desde la estadística. Ciertamente irreprochable. Pero en Cervera tiene una némesis. Posiblemente, antes de que Vicente provocará la eyaculación colectiva del Gran Canaria, el entrenador recordara muchas veces aquel verano de 2011. Cuando el Recreativo de Huelva lo recluyó un fin de semana en un hotel, tras contactos con el director deportivo Julio Peguero, con el único motivo de firmar el contrato que le iba a permitir debutar en el fútbol profesional como entrenador. Algo pasó, y cuando Lobera quiso darse cuenta, la institución onubense estaba presentando a Álvaro Cervera como técnico.

Cervera demostró en la primera vuelta que había entendido mucho mejor que Lobera lo que representa un clásico regional. Estratégica y emocionalmente. El Tenerife bañó a Las Palmas ante la clara incapacidad del preparador del representativo para leer el encuentro. Ya en pretemporada había demostrado que sabía cómo su equipo debía neutralizar la propuesta del entrenador aragonés.

En el partido de vuelta el baile no fue para tanto. Pero el Tenerife, extraordinariamente preparado para los recursos de los que dispone, fue algo más que un digno oponente.

En la primera mitad neutralizó todos los caminos que una previsible Unión Deportiva quería tomar hasta su portería. Suso provocaba que la cara de Castillo, cada vez que le encaraba, fuera la de un inquilino del hotel de Norman Bates. Al final Las Palmas se llevó la victoria. La euforia, mal acompañante del juicio crítico, puede poner en marcha la caravana festiva. Pero una promoción ante el Tenerife sería mucho sufrir.

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