El premio a dos carreras llenas de superación
Después de tantos años de esfuerzo, éxito y decepciones, críticas y elogios, Viera y Roque han visto recompensado todo el trabajo al ser preseleccionados por Lopetegui. Un premio que llega con justicia tras varios cursos deslumbrantes y unas trayectorias marcadas por la perseverancia y la superación.
Las suyas han sido dos carreras muy diferentes, aunque con algunos puntos en común. Ambos pasaron por el filial amarillo, pero Viera siempre apuntó alto y su llegada al primer equipo supuso una eclosión que, junto a la de Vitolo, marcó una época en Las Palmas. Tanto destacó el de La Feria en la categoría de plata con la UD que, tras dos años llenos de exhibiciones individuales, uno de los grandes de la Liga como el Valencia puso sus ojos en el habilidoso mediapunta. Viera, con 23 años, llegaba al club che con un futuro prometedor por delante. Los expertos daban por hecho que la llamada con la selección no tardaría si mantenía la progresión que ya había demostrado en Segunda, pero tras unas primeras semanas muy buenas, el sueño se fue apagando. Sin la confianza de su técnico, Viera tuvo que salir cedido, primero al Rayo y acabó vendido al Standard de Lieja. Decisión, como él mismo reconocería después, equivocada que terminaría arreglando volviendo al club de sus amores. Con el regreso a casa, Viera quería reencontrarse como jugador y demostrar que no era tarde para cumplir con las grandes expectativas que se pusieron en él. Y así ha sido. Tras ser uno de los líderes -junto al propio Roque- del ascenso a Primera, el insular va por su segundo curso en la máxima categoría con un rendimiento y una magia difícil de obviar para Lopetegui. En el caso de Roque, el suyo ha sido un camino aún más accidentado. Sin llamar tanto la atención como su compañero, se crió futbolísticamente en el Telde antes de unirse a las categorías inferiores del Levante. En el club valenciano llegaría a jugar en el filial en Segunda B, pero, a partir de ahí y tras quedarse incluso sin equipo, daría tumbos primero en el Huracán y después en el Tenerife B, hasta llegar al segundo equipo amarillo. Conseguiría, a pesar de esta etapa en las que muchos pusieron en duda sus capacidades, dar el salto al primer equipo con Juan Manuel Rodríguez. Todavía joven, fuera de su posición y sin la confianza del recién llegado Lobera, el medio se vio obligado a abandonar el equipo de su corazón y crecer en divisiones más modestas para regresar con más fuerza a la UD. Tras pasar por el Atlético Baleares, Paco Herrera le dio galones, lo situó en su posición y Roque comenzó una progresión que sorprendió a propios y extraños. Hasta entonces, el teldense ha completado unas campañas excepcionales confirmando que su dura trayectoria le ha curtido para convertirse en un completísimo centrocampista. Su visión de juego, capacidad de recuperación, toque y gen ganador le han llevado a erigirse en uno de los jugadores de moda de Primera solo cinco años después de haberse visto sin equipo. Su fe inquebrantable y amor por el fútbol han terminado siendo justos con él y ahora está más cerca que nunca de vestir la Roja. Es un objetivo por el que ambos llevan mucho tiempo peleando y que ahora por fin rozan con las yemas de los dedos. La llamada de Lopetegui justifica todos los elogios que ha dedicado el entrenador vasco a los dos futbolistas amarillos. Es también el premio colectivo a un equipo que, aunque ha bajado su rendimiento en la segunda vuelta, lleva asombrando por su fútbol y resultados desde que Setién se pusiera a cargo del equipo. No solo ellos, sino también toda la parroquia amarilla llevaba mucho tiempo esperando una noticia que debe confirmarse el próximo viernes. Será una semana larga para Roque y Viera, quienes esperan que en cuatro días el sueño sea, por fin, una realidad.
