El PP debe ahora poner la larga
Acertó de lleno Asier Antona en su primera reflexión después de ser elegido en la primera vuelta y con mayoría aplastante, al poner la luz larga y colocar al PP en posición de salida para ganar las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2019. Lo que parece un objetivo obvio y básico para un partido político, ganar elecciones y gobernar, no lo es en Canarias, acostumbrados a que los perdedores reiterados sean los que finalmente gobiernen y el PP ha sido siempre víctima del sistema a pesar de su implantación. Por lo pronto el PP de Canarias tiene que cerrar las heridas abiertas en este rocambolesco y comedido proceso de primarias que es un calco del propio partido, en el que las decisiones sobre avances se hacen con pies de plomo. El sistema adoptado por el partido para consultar a sus militantes es lo que es, un quiero y no puedo, pero es el que diseñó y aceptó el partido, y de facto, a regañadientes, la única contrincante de Asier Antona, Cristina Tavío. Una aceptación de las reglas del juego que legitima, sin fisuras, la victoria de Antona y la derrota de Tavío. Es el reconocimiento del liderazgo, ahora cuestionable en su quehacer y en el proyecto que trace para el futuro del PP, pero no en su legitimación. Así lo reconoció Cristina Tavío nada más conocer el resultado, como antes, de forma tácita, lo reconoció Juan José Cardona al retirar, inteligentemente, su candidatura. Así las cosas, sobre este asunto, no cabe discusión alguna ni se entendería una judicialización del Congreso. La legitimación del sistema de votación de la militancia y la contundencia de los resultados cosechados por Antona, colocan su liderazgo en una posición indiscutible, con la legitimidad , incluso, para no contar con los perdedores a la hora de conformar sus órganos de gobierno. La victoria y la indiscutibilidad del liderazgo de Antona no es óbice para que esa minoría que han representado los críticos siga trabajando y apostando por un modelo de partido distinto al que encarna el presidente y la gente que lo rodea. Y otra cosa es que el equilibrio de poderes internos continúe sacudiendo a la organización, sobre todo en los próximos congresos insulares. Será en ellos donde se termine de dirimir ese poder, sobre todo en Lanzarote y Fuerteventura, islas en las que Astrid Pérez y Agueda Montelongo, han escapado a la poderosa influencia del aparato y de Madrid a la hora de señalar a su candidato, apoyando, claramente, a Cristina Tavío. Lo que sí es importante para el PP es que Antona tiene todo el poder en sus manos y todas las condiciones políticas para devolver al partido la relevancia política y ganar elecciones. Es aquí donde el PP no puede pecar jugando al corto plazo, a entrar en el Gobierno de segundo y tratar de convencer a un número mayor de canarios que su opción es la correcta ofreciendo gestión y cargos bien pagados a cientos de militantes. Ganar elecciones es tan, o más, importante que gobernar por mucho que la militancia reclame poder y que estos y la gestión de tres mil millones sea un factor determinante para ganar posiciones en el poder autonómico. Antona ha logrado colocar al PP en la centralidad política, papel hasta ahora reservado para CC, lo que lo convierte en el eje de todas las decisiones que se adopten en los próximos meses, especialmente desde el Parlamento. El valor político y estratégico de esta situación es mucho mayor que estar dos años gobernando para seguir siendo complemento en el terreno de juego. Entrar en el Gobierno, que parece que es el objetivo primordial del PP, es perder el relevante papel que la coyuntura ha puesto en manos de Antona y devolver la primacía política a CC, su enemigo natural en las urnas. Entrar en el Gobierno es además una decisión que depende de Madrid y que no podrá adoptar Antona de forma inmediata. Rajoy sostiene su pacto con el PSOE y no dejará que las fichas se muevan en Canarias hasta que los socialistas definan su liderazgo y su futuro. Jugar a largo plazo para el PP es aprovechar esta circunstancia o coyuntura política que coloca a Antona en una situación privilegiada para, si realmente lo desea, cambiar las reglas del juego político en Canarias y ganar elecciones con un sistema electoral mucho más equilibrado. En este “todo es posible” gracias a un rocambolesco y caduco sistema electoral en el que lo que menos prima es la sensatez democrática, la coyuntura ha colocado a los partidos políticos en posición de dar un giro de timón a la representatividad que el PP debe aprovechar de forma inteligente.