El Pinar de Betancuria cumple 80 años
En 2015, el Pinar de Betancuria cumplirá 80 años de historia de reforestaciones de todos los tipos y no exenta de alguna polémica. El único esbozo de bosque majorero ha pasado por numerosas repoblaciones y proyectos -unos se quedaron en papel, otros se materializaron- que reflejan la concepción medioambiental de cada momento.
El Pinar de Betancuria es la historia de casi 80 años de una utopía: convertir el desierto de Fuerteventura, aunque sea por cachos y majadas, en un bosque. Las reforestaciones se realizaron según los gustos de los despachos institucionales y la concepción del medio ambiente en cada época, predominando las repoblaciones de pino canario. La pertinaz sequía tampoco ha ayudado al octogenario paraje que este invierno -por fin- se asemeja al bosque soñado.
Treinta mil pesetas, a pagar en cinco años a Concepción del Castillo y Manrique de Lara, costó al Cabildo Insular el futuro pinar en una compra que empezó a gestarse en 1934 y se formalizó a comienzos de 1935. El historiador Carmelo Torres Torres detalla que, en diciembre del 35 y ante las lluvias abundantes, el Cabildo iniciará la primera y «tímida» reforestación que no solo abarcaría las fincas recién adquiridas: Castillo de Lara, Parra Medina y Los Charcos. Fueron «tres millares de plantas de árboles variados, frutales y de monte, para su distribución y plantación por todos los pueblos de estas isla».
El lado oeste de La Atalaya. Los autores de la Guía de Campo del Macizo de Betancuria, Juan Miguel Torres y Patricia Lillo, se hicieron eco de la información oral de los vecinos del municipio que aseguraban que las repoblaciones de pinos canarios se habían extendido a la parte oeste de la montaña de La Atalaya, pero que las cabras de costa se los comió.
Acacias y acebuches. Torres y Lillo también se refieren a varias plantaciones en el Pinar: entre 1940 y 1943, de pinos canarios; en la década de los 50 y 60, de acacias; y en los 80, acebuches.
Proyecto de riego a comienzo del siglo XXI. El Cabildo intentó instalar un polémico sistema de riego de los pinos a la vista de la sequía. Aunque se determinó que por tubería, se sopesó hasta hacerlo con helicóptero.
20.000 pinos hasta 1941. A mediados de marzo de 1936 y debido a «la importante» repoblación de árboles, continúa Torres Torres, el Cabildo solicita un guardia forestal al Ministerio de Agricultura, cargo que desempeñaron sucesivamente Esteban Fajardo Silvera (sin gasto alguno para la institución) y Juan García Herrera con un sueldo diario de cinco pesetas. Según el historiador, el primer envío de 6.000 pinos se concretó en 1941, aunque el Cabildo apunta en su solicitud que hasta el momento «se han llevado a cabo en estos dos últimos y años y en el actual una plantación de unos 20.000 pinos aproximadamente, con los mejores resultados».
«Sequedad desesperante» de Sabino Berthelot. Al naturalista Sabino Berthelot (1880) se recurre en el Atlas Cartográfico de los Pinares Canarios cuando se habla de los pinares naturales en Fuerteventura y Lanzarote: «Los pinos no existieron jamás en Lanzarote y Fuerteventura, ni en las pequeñas islas vecinas. Estas tierras son muy poco elevadas (...), y el calor excesivo que reina por todas partes en esta porción del archipiélago, de una sequedad desesperante, ha producido una vegetación excepcional».
La Isla Inarbolada. El Atlas Cartográfico de los Pinares Canarios (Viceconsejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias), elaborado por Pedro Pérez de Paz y Marcos Salas entre otros autores, se recoge que la Dirección General de Montes en 1946 propone una repoblación quinquenal de 25.000 macetas por tratarse de una «isla inarbolada y sin agua permanente aún para atender a sus necesidades más urgentes».
AMARANTO MARTÍN: "No llegaba ni a 15 pesetas diarias por plantar pinos y levantar goros". En 1951 y durante sucesivas campañas, Amaranto Martín comenzó a trabajar plantando pinos con 16 años en la zona de Parra Medina. «No llegaba ni a 15 pesetas al día lo que me pagaban, pero entonces había muchas necesidad». Como el Pinar de Betancuria, Amaranto cumple 80 años el próximo año y recuerda que la primera zona que reforestaron fue Castillo de Lara «y yo siempre he oído decir que fueron los presos».
Cada día, plantaba una media de 200 pinos enviados desde Gran Canaria. Primero hacía el hoyo, enterraba el pino y luego se dedicada a hacer «un gorito de piedra de unos 20 centímetros para protegerlo». Así durante unos ochos años y a esperar que lloviera.