En 1991 firmó, junto a otros nueve intelectuales, una carta en la que se pedía la apertura democrática del régimen. ¿En qué punto está la situación 25 años después?
En la Carta de los Diez, intelectuales cubanos de diferentes modos de pensar y residentes en el país, pedimos, ante todo, medidas urgentes para mejorar el abastecimiento de alimentos y medicinas en vista de la crisis que se nos encimaba, en 1991, por el derrumbe de la URSS y el resto de los países integrantes del campo socialista europeo, de los cuales dependía la precaria economía cubana. Pedíamos la liberación de los presos políticos. Hoy sigue habiendo presos y perseguidos por motivos políticos, y la cubana sigue siendo una economía dependiente, colgada del petróleo venezolano y de las remesas de dólares que envían los exiliados cubanos a sus familiares en la isla. Gracias al deshielo de las relaciones con EE UU, el mediocre turismo de la isla amplía sus perspectivas.
¿La visita de Obama a Cuba es un símbolo de aperturismo?
Por lo que he visto hasta el momento, el acercamiento de Obama a la isla ha servido solo para que a Cuba acudan turistas americanos, así como grupos de inversores, acompañados de gobernadores de Estados y senadores yanquis, a explorar las condiciones que ofrece la dictadura para hacer negocios. Según mis datos, de los derechos humanos y libertades democráticas no se ha hablado nada aún, y sin que se respeten los derechos humanos y se establezcan las libertades democráticas en la isla no podremos disfrutar jamás de un Estado de derecho que garantice el desarrollo del país.
¿Qué demanda al presidente de Estados Unidos? ¿Qué gestos se deben dar más allá del acto protocolario y sus conversaciones con el Gobierno?
Si el propósito de Obama es el de facilitar el restablecimiento de la democracia en Cuba, no puede limitar su acción al buen entendimiento con el régimen, sin reciprocidad por parte de este, porque eso solo fortalecería la dictadura. El tránsito a la democracia, al Estado de derecho y a la economía de mercado, que sería lo mejor para Cuba, pasa por la defensa irrestricta ahora mismo de los derechos humanos en la isla.
¿Es su caso un ejemplo de la falta de libertad que denuncia?
No creo que haya nada que evidencie mejor el odio a la libertad que criminalizar la libre expresión de las ideas, lo que da lugar a la supresión del diálogo social, fundamento sine qua non de la democracia.
SU SALIDA, GRACIAS A FRAGA. Manuel Díaz Martínez tuvo que abandonar Cuba, marcado como disidente del régimen. La redacción de la declaración de intelectuales cubanos le hizo una persona hostil para el Gobierno de Fidel Castro, dándose primero su expulsión de la Unión de Escritores. Tras ese primer castigo, Díaz Martínez apresuró su marcha del país con un aliado inesperado: «Mi salida de la isla, para la que la dictadura castrista me dio un plazo de solo 48 horas, fue difícil y traumática. Pude salir, sin mayores obstáculos, gracias a las gestiones de amigos españoles, fundamentalmente a las que hizo un histórico español que yo no conocía personalmente ni era de mi ideología. Me refiero a don Manuel Fraga Iribarne, entonces presidente de la Xunta de Galicia y amigo de Fidel Castro», expone el poeta y periodista.
PERFIL. Manuel Díaz Martínez nació en Santa Clara, Cuba, en 1936. Es poeta, periodista y diplomático, además es miembro correspondiente de la Real Academia Española. Fue primer secretario y consejero cultural de la embajada de Cuba en Bulgaria, investigador del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba, redactor-jefe del suplemento cultural Hoy Domingo (del diario de La Habana Noticias de Hoy) y de La Gaceta de Cuba (de la Unión de Escritores y Artistas de su país natal). En su obra publicada destacan 14 libros de poemas, el último de los cuales es Paso a nivel (Madrid, Editorial Verbum, 2005). Cuenta con numerosos galardones, como la medalla del Centro Cultural Cubano de Nueva York.