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Derrotar a los agoreros

Sábado, 1 de diciembre 2012, 00:00

Cuando CANARIAS7 salió a la calle, hace ahora 30 años, yo tenía 21 y andaba en el mundo universitario, donde recuerdo que eran contantes los rumores de cierre de esta empresa por la inviabilidad del proyecto periodístico. La competencia en todas las islas alegaba que no había espacio para dos publicaciones y se lanzaron todo tipo de rumores que trataban de desprestigiar la cabecera recién nacida. Hoy, para desaliento de los que no creyeron, somos un referente social en Canarias indiscutible y el tiempo ha demostrado que quienes no tenían espacio eran los agoreros, como no lo tienen tampoco en el futuro del periodismo los zahoríes que pronostican con demasiada antelación el final del periodismo y de los periódicos.

Internet primero y la crisis después ha ahondado en la opinión de que los periódicos y los periodistas terminaremos por desaparecer. La prensa, especialmente la de papel, sufre con más intensidad la crisis económica, pero no hasta el punto en el que la sitúan los más pesimistas, entre ellos algunos administradores de la comunicación que ha visto como sus emporios se desmorona, confunden la realidad y creen que con ellos nos vamos todos.

No todo lo que nos interesa está a un clic de ratón, en el buscador de Google o en las redes sociales a las que acuden millones de personas para relacionarse y conocer la realidad a través de los eslóganes que lanzan los gurús. No me puedo imaginar a un universitario renunciando a los grandes autores, contrastando y relacionado la información, acudiendo a las fuentes fiables para sus investigaciones. De la misma manera no puedo imaginar una sociedad informada exclusivamente por Twtter o por Facebook o Google. En el colegio de mi hija Google y Wikipedia están prohibidos como fuente de información y las reseñas que obtengan los alumnos en internet deben tener perfectamente identificadas las fuentes y éstas deben ser reconocidas y fiables. Los profesionales que educan a mi hija ya han pasado la fiebre de internet, de su verdad universal, y exigen que la información que buscan sus alumnos esté contrastada y que sus fuentes sean ser rigurosas.

La sociedad seguirá demandando información, mucha información, pero también demanda veracidad y rigor. La quiere de forma instantánea, la que ofrece la radio, la televisión o internet, pero también demanda información más sosegada, exclusiva, rigurosa, contrastada, opinada, hecha por y para leer e informarse a fondo, sin dudas sobre la procedencia o el interés que pueda existir al trasmitirla o con la claridad editorial suficiente que impidan la sospecha. En contra de lo que muchos opinan yo creo que ni el periodismo está en crisis, ni que esta crisis acabe con las empresas que creen que este sigue siendo un camino de negocios y responsabilidad social. Existe demanda y hueco para todos, pero cada soporte debe buscar a sus lectores, su segmento.

Algunos compañeros combaten activamente internet porque creen que está fagocitando al periódico de papel. Creo que es un error. El problema no está en las ediciones digitales de internet, sino en la concepción que algunos siguen teniendo de la función de la edición de papel. Ninguna empresa periodística con una emisora de radio dejaría de dar una noticia que todos tienen para guardarla hasta el día siguiente, cuando sale su periódico. Quién se tiene que replantear su existencia y su vocación es el papel, no internet. Evidentemente un periódico que cuenta exactamente lo mismo que los lectores han leído, visto y oído a lo largo del día anterior será poco atractivo para los que van al quiosco a gastarse el dinero. Hoy más que nunca creo que hay que volver al viejo periodismo de las exclusivas, a marcar las agendas y no dejar que nos las marquen, a estar con la gente en la calle, en los bares y escuchar lo que les preocupa, a denunciar situaciones, a sacar los colores al poder, a la buena y selecta opinión, a las reflexiones sobre lo que pasa en el mundo cercano, en el de nuestro entorno más inmediato.

Frente a los agoreros, creo que el periodismo sigue teniendo su lugar y que los periódicos, como este, que cumple 30 años aún le queda mucha vida por delante si sabemos responder a nuestros lectores. Este fue un proyecto empresarial y vocacional, con alma de periodista que venció a los agoreros. Hoy lo sigue siendo en se esencia, porque somos los periodistas a los que la empresa confía la tarea de buscar y llevar la información a nuestros lectores y mantener el producto intacto en sus objetivos, que no son otros que informar desde la pluralidad y la libertad a los canarios.

Debemos ser hoy también los periodistas los más interesados en buscar el camino que derrote de nuevo a esos agoreros empeñados en enterrar esta profesión y a los medios.

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