Bancaria
Dos referencias recientes a la pedagogía invitan a prestar atención a una disciplina ciertamente despreciada en la vida pública. Tal vez el liderazgo de profesores en proyectos políticos emergentes como Podemos haya obligado a mimetizar el vocabulario de las nuevas tendencias, como quien cambia de tabla para aprovechar el impulso de la ola. O simplemente, se trata de un acercamiento que abre nuevas vías a la gestión democrática.
Si algo reconoce José Manuel Soria en su célebre nota de despedida es que no ha sido ejemplar "también en la pedagogía y en las explicaciones" sobre los asuntos que le han apartado de sus funciones. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ahondó en la herida aplicando el primero de los axiomas de Santo Tomás: "No se puede estar en el Gobierno y operar en paraísos fiscales". Sin embargo, ha compartido gabinete con alguien que ha ejercido durante cuatro años de ministro, y antes de vicepresidente del Gobierno de Canarias, y antes de presidente del Cabildo de Gran Canaria, y antes de alcalde de la octava ciudad del país, bajo el único amparo del silencio. En esto no había cómplices; los que durante todos estos años le apoyaron siguen convencidos de que esa es la ruta del éxito. El relevo deberá ajustarse a ese molde, y si acaso, que aprenda a sonreír.
Fernando Clavijo completó hace unas semanas su discurso sobre el estado de Canarias con una cita atribuida al pedagogo brasileño Paulo Freire que invita a cambiar las cosas. Con la misma frase impulsó el subcomandante Marcos el levantamiento zapatista en Méjico, pero el escenario no es el mismo, ni los protagonistas entendieron igual el mensaje. La pedagogía del oprimido que auspició Freire aporta, entre otros muchos, un concepto que a Soria y a Clavijo se les escapa; la educación bancaria. "El hombre comprometido no teme el encuentro con el pueblo".