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Adiós al artista español más importante de la segunda mitad del XX

Martes, 7 de febrero 2012, 11:17

El fallecimiento de Antoni Tàpies a los 88 años en su domicilio de Barcelona significa la desaparición del artista español más importante e influyente de la segunda mitad del siglo XX, como gran referente del arte de vanguardia, a la altura de lo que representaron antes que él Picasso, Miró o Dalí.

Así lo han constatado críticos de arte, pintores o personalidades del mundo de la cultura y la política al valorar la trayectoria de este artista que "dejará un gran vacío" en el panorama artístico y cultural español y catalán.

En este sentido, la muerte de Tàpies supone asimismo la desaparición del último pilar de la vanguardia española de posguerra, que tuvo su eclosión en el movimiento Dau al Set y en el informalismo.

Tàpies (Barcelona, 1923) dejó los estudios de Derecho que había iniciado en la posguerra para dedicarse plenamente a su pasión por el dibujo y la pintura.

Unido a la revista de vanguardia Dau el set a partir de 1948, junto a Joan Brossa, Joan Ponç, Modest Cuixart, Joan Josep Tharrats, Arnau Puig y Juan Eduardo Cirlot, obtuvo dos años más tarde una beca para estudiar en París, donde hizo su primera exposición individual (1956).

Antoni Tàpies expresó muy pronto su interés por la materia, la tierra, el polvo y las partículas, que se plasmó formalmente en el uso de materiales ajenos a la expresión plástica academicista y en la experimentación de nuevas técnicas.

Las pinturas matéricas han formado una parte sustancial de la obra de Tàpies y han constituido un proyecto en evolución hasta su muerte.

La obra de Antoni Tàpies ha sido permeable a los acontecimientos políticos y sociales del momento, y a finales de los años sesenta y principios de los setenta, su compromiso político contra la dictadura se intensificó, con obras de un marcado carácter de denuncia y protesta.

En los inicios de los ochenta, el interés de Tàpies por la tela como soporte adquirió una fuerza renovada y durante esos años realizó obras con gomaespuma o con la técnica del aerosol, utilizó barnices y creó objetos y esculturas de tierra o de bronce, al tiempo que se mantuvo muy activo en el campo de la obra gráfica.

A finales de los años ochenta, Tàpies reforzó su interés por la cultura oriental, una preocupación que ya se había ido gestando en los años de la posguerra y que se convirtió cada vez más en una influencia filosófica fundamental en su obra.

Al margen de exposiciones en los principales museos de arte contemporáneo, en España, los museos Reina Sofía de Madrid, Guggenheim de Bilbao y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) han celebrado antológicas y retrospectivas.

No ha sido menor su trabajo como ensayista, que ha dado lugar a una serie de publicaciones, como La práctica del arte (1971), El arte contra la estética (1977), Memoria personal (1983), La realidad como arte. Por un arte moderno y progresista (1989), El arte y sus lugares (1999) y Valor del arte (2001).

El artista deja como legado a la ciudad que le vio nacer la fundación que lleva su nombre, promovida en 1990, que se ubica en el edificio modernista Montaner i Simó, y que alberga un conjunto de 2.300 pinturas y esculturas y 3.100 dibujos, grabados y litografías de sus fondos personales.

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