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Cuenta atrás para numerosos restaurantes canarios que optan a colgar algún sol en la puerta de entrada. Tras el éxito experimentado en la gala de la Guía Michelin, Canarias aspira a seguir la buena racha gastronómica y apuntarse unos premios que cada año transmiten más solvencia y confianza entre los propios profesionales, pues las inspecciones se han profesionalizado de una manera significativa.
Así pues, Gran Canaria es una isla de soles muy repartida, pues a los dos soles de La Aquarela hay que sumarle los soles que lucen Bamira, Casa Brito, El Embarcadero, El Equilibrista 33, Fuji, Los Guayres, Nelson, Poemas By hermanos Padrón, Qué Leche!, Ribera del Río Miño, Seaside y Tabaiba, todos con un sol.
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Parece evidente que en esta edición veremos algún restaurante más de Gran Canaria haciéndose con su primero sol, pues el nivel en la isla es alto y hay restaurantes ya consolidados que sin duda merecen ese reconocimiento. Este hecho potenciaría aún más al sector, además de premiar la heroica labor que realizan para mantener regular la excelencia tanto en la cocina como en la sala.
Aunque la Guía Repsol tiene presente a todas las islas, los verdaderos reyes de la publicación son Juan Carlos y Jonathan Padrón, de El Rincón de Juan Carlos, que han conseguido entrar en la élite con tres soles, los primeros en conseguir este hito en Canarias y que los posiciona en la vanguardia a nivel nacional.
«En Guía Repsol somos expertos en observar las tendencias y los hábitos de los comensales, para descubrir aquellos proyectos que más les van a encajar. Por eso, a la hora de conformar el equipo de inspectores nos hemos puesto en su piel buscando perfiles en los que se sientan reflejados», apuntan desde la guía.
Sobre el perfil y el trabajo de los inspectores, apuntan que «los 53 hombres y mujeres del equipo de inspección están en las antípodas del estereotipado inspector elitista. Desde los veintitantos a los 70 años, les une su amor por la cocina y un profundo conocimiento adquirido después de probar tantos restaurantes, con avidez por las aperturas igual que por los valores consolidados».
Eduardo Sánchez definió en la web de la Guía Repsol los diferente reconocimientos de la publicación de la siguiente manera:
Aquel que recomendarías a un amigo y al que ya estás pensando en volver un montón de veces. Es premisa la calidad del producto y la intención de elaborar una cocina honesta y coherente que irá creciendo. Cuenta con un servicio atento y profesional, así como una bodega con inquietudes. Justifica hacer kilómetros o parar a conocerlo en medio de un viaje.
Un sitio que sobresale por desarrollar un concepto en el que la cocina muestra la madurez, el potencial y la ambición para seguir evolucionando. Despunta por su dominio de la técnica y la búsqueda de las mejores materias primas. Con un servicio impecable capaz de que fluya con naturalidad la atención, y una bodega muy meditada. Merece los muchos kilómetros recorridos.
Es el destino final del viaje. Donde percibes nada más entrar que será una experiencia única. Cocina que profundiza en el conocimiento y jamás pierde el nervio para superarse en cada servicio y ofrecer su mejor versión. Trabajo de tú a tú con los productores en la definición de materias primas. Bodega excepcional y sala siempre alerta, que se mimetiza y funciona como un perfecto engranaje del que el comensal es protagonista.
Donde la calidez se contagia y la cocina con corazón se siente en platos y tapas. Ese restaurante en el que la fidelidad de la clientela y el producto sincero presagian una grata experiencia que se complementa con una oferta de vinos sencilla pero meditada.
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