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Llegó el 14 de febrero y, casi de manera automática, nos situamos en la mesa de ese restaurante fetiche para celebrar el amor alrededor de una buena cena, un buen vino y, como marca el tópico, alguna velita y música suave de fondo. Asociamos la gastronomía con momentos felices, ya sea para celebrar con amigos, familia o, como es el caso, con la persona amada. Y ahí San Valentín hace caja.
De ahí que, desde hace ya muchos años, los restaurantes se preparen en tiempo y forma para ofrecer exclusivas experiencias destinadas a las parejitas de enamorados, ya sea en forma de menús especiales para la ocasión, cenas con música en directo, otras más exclusivas en algún reservado o incluso packs de cena y hotel, que ya puestos a gastar, hacerlo bien.
Precisamente los hoteles son los que más suelen triunfar en San Valentín, porque pueden ofrecer varias experiencias destinadas a la pareja en un mismo espacio. ¿Quién diría que no a una tarde de spa y masaje en pareja, una cena romántica y noche en una habitación con jacuzzi y champagne? Nadie dijo que San Valentín fuera barato, desde luego. Aunque siempre quedará la opción del ramo de rosas y la caja de bombones, casi tan consolidada como la cena romántica, sobre todo cuando la pasión decrece, por decirlo de manera generosa.
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Vanesa Delgado
Muchas de las mejores escenas de amor en el cine se han producido en alguna mesa discreta de un gran restaurante, o esas primeras citas perfectas con la que sueña todo enamorado se desarrolla, en la gran mayoría de casos, con una reserva para dos. La ansiada primera cena. Algo así relataba en esta sección hace unos días José Miguel Sánchez, donde él mismo fue el encargado de servir, como profesional de sala, a la pareja de la mesa nueve, una bonita historia vivida en la capital grancanaria.
Luego está el maestro Sabina, con aquello de «yo no quiero un amor civilizado, con recibos y escena del sofá. Yo no quiero que viajes al pasado, y vuelvas del mercado, con ganas de llorar. Yo no quiero vecinas con pucheros. Yo no quiero sembrar ni compartir. Yo no quiero 14 de febrero, ni cumpleaños feliz», en su canción 'Contigo'. Aunque el artista, en otro de sus grandes temas, 'Y sin embargo', confiesa que «no debería contarlo y sin embargo, cuando pido la llave de un hotel, y a medianoche encargo un buen champán francés, y cena con velitas para dos, siempre es con otra, amor. Nunca contigo, bien sabes lo que digo». Un romántico a su manera, pero la cena que no falte.
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