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La batalla de Madrid

La batalla de Madrid

Los seis candidatos y los líderes de los partidos compiten este martes con la mirada dividida entre la Puerta del Sol y sus consecuencias en el tablero político nacional

Domingo, 2 de mayo 2021, 00:46

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Isabel Díaz Ayuso ya quiso convocar las elecciones en otoño del año pasado pero Pablo Casado frenó sus intenciones. La presidenta y el PP madrileño siguieron adelante, de forma discreta, con sus planes de campaña a la espera de mejor oportunidad. Llegó la moción de censura en Murcia y era su momento, elecciones el 4 de mayo.

Pilló sin candidato ni proyecto al PSOE, Ciudadanos y Podemos, que tuvieron que recurrir a soluciones de emergencia, y mientras el resto ponía en marcha contrarreloj su maquinaria electoral, ella y su partido tenían todo engrasado en perfecto estado de revista. Una preparación y un liderazgo que van a llevar al PP a obtener, si nada se tuerce, una rotunda victoria. Ayuso ha superado el examen con sobresaliente, que será matrícula de honor si se ve coronado con la mayoría absoluta.

Casado, espectador

A diferencia de los socialistas, la campaña se ha cocinado en la Puerta del Sol con la calle Génova de respetuoso espectador. Casado ha tenido una presencia discreta, el primer plano ha sido para la candidata. El líder del PP, sin embargo, se juega más que nadie en la contienda. Su futuro político pende de las elecciones de Madrid.

Con el triunfo asegurado en el zurrón, el líder de la oposición necesita una victoria concluyente, a poder ser con mayoría absoluta o tan rotunda que el PP no necesite a Vox porque Ayuso en solitario supere a las tres fuerzas de izquierda. Para Casado sería una mala noticia que el PP tenga que cogobernar con la extrema derecha (una alternativa a la que la presidenta no hace ascos) dado que hipotecaría su discurso en el resto de España y reduciría a papel mojado la ruptura con Santiago Abascal.

Pero aún en ese escenario, Casado estará satisfecho porque su apuesta personal de hace dos años por la desconocida Ayuso, contestada en el partido entonces, habrá sido un rotundo éxito.

Sánchez carga sobre Gabilondo el castigo al Gobierno

Sánchez carga sobre Gabilondo el castigo al Gobierno

Las elecciones del 4 de mayo en la Comunidad de Madrid podrían haber sido unas elecciones autonómicas más. Con la trascendencia que otorga a la región su peso económico y poblacional, pero como tantas otras antes. Sin embargo, han acabado convertidas en una suerte de plebiscito, una batalla entre Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez a la que el jefe del Ejecutivo se prestó gustoso y de la que puede salir trasquilado. Al menos, eso indican las encuestas.

Los socialistas han visto en las últimas semanas con inquietud cómo la campaña electoral diseñada y pilotada desde la Moncloa por Iván Redondo, jefe de gabinete del presidente del Gobierno, no solo no ha ayudado a mejorar las perspectivas de su candidato, Ángel Gabilondo, sino que ni siquiera le han permitido retener el caudal de votos con el que empezó la contienda.

En la dirección del PSOEsospechan que aunque en otros lugares, como Cataluña, la figura del presidente del Gobierno tire de las siglas, en Madrid provoca más animadversión que lo contrario. «No tenemos encuestas que midan cuánto hay de 'antisanchismo', pero sería interesante verlo», admiten.

Fichajes fallidos

Lo evidente es que el goteo de fichajes del Ejecutivo central sobre la candidatura madrileña –la secretaria de Estado de Migraciones, Hana Jalloul, a la que algunos llamaron pretenciosamente 'la Kamala Harris' de Gabilondo; la secretaria de Estado para el Deporte, Irene Lozano, o la ministra de Industria, Reyes Maroto, presentada como futura vicepresidenta económica– no ha sumado.

El golpe a la moral del PSOEes ya un hecho. El resultado no tendrá en ningún caso impacto sobre la estabilidad del Gobierno de coalición ni tiene por qué ser anticipo de nada. Entre otras cosas, porque Madrid no es representativa de toda España. Pero como simulacro, el 4-M es un aviso a navegantes.

Errejón aspira a cimentar en Madrid su proyecto nacional

Errejón aspira a cimentar en Madrid su proyecto nacional

La campaña electoral ya ha servido a Íñigo Errejón para consolidar el proyecto político que puso en marcha de la mano de la exalcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en 2019 tras distanciarse de Pablo Iglesias. Las encuestas apuntan a que aquel éxito de su nueva formación, Más Madrid, no fue meramente coyuntural.

Hace dos años, la candidatura del hoy diputado nacional se alzó con 20 escaños frente a los siete de Unidas Podemos, que a punto estuvo de no entrar siquiera en la Asamblea. Ahora, con la médica anestesista Mónica García como cabeza de cartel, las encuestas le vuelven a situar como segunda fuerza de la izquierda con entre 19 y 25 escaños, y detectan un trasvase de votos tanto de la formación de Iglesias como del PSOE.

García es, sin duda, la candidata revelación de la campaña, pero la gran duda es si Más Madrid, «un PSOEmodernito y verde» en palabras de un dirigente socialista, puede pasar de ser un fenómeno puramente madrileño. El propio Errejón se muestra cauto y en varias entrevistas ha asegurado estas semanas que no forzará una implantación territorial apresurada.

«Lección» aprendida

En 2019, tras recibir muchas presiones, pero con enormes dudas, se presentó a las elecciones generales al frente de Más País. El resultado fue de dos escaños para su alianza madrileña con Equo y otro para Compromís, con quien fue de la mano en la Comunidad Valenciana. Ahora sostiene que tiene bien aprendida «la lección» de su etapa en Podemos, un partido en claro retroceso electoral, y que su objetivo es crecer con «raíces firmes» y «calma».

Errejón no apuesta, como hizo al frente del binomio con Iglesias, por crear un partido transversal en la izquierda para sustituir al PSOE. A lo que aspira es a conseguir la posición que ocupan en otros países europeos fuerzas con sensibilidad ecológica y social.

La oportunidad de Abascal para tocar poder

La oportunidad de Abascal para tocar poder

Cuando Isabel Díaz Ayuso apretó el botón electoral, Santiago Abascal decidió tomar las riendas de la campaña y convertirse en la sombra de su candidata. Allí donde va Rocío Monasterio va el líder de Vox. El 'boss', como le apodan en el equipo de campaña, ha decidido asumir en primera persona el posible desgaste o éxito en estos comicios madrileños.

De todos los líderes nacionales, Abascal es el único que tiene mucho que ganar y poco que perder este martes. Si gana la izquierda, echará la culpa al PP, y si Ayuso es reelegida presidenta será gracias a los apoyos de su partido. Si como todos los sondeos vaticinan Ciudadanos se queda fuera de la Asamblea de Madrid y el PP no logra la mayoría absoluta, Vox tendrá la llave del Gobierno regional y la candidata del PP y Monasterio estarán condenadas a entenderse.

Del resultado que arrojen las urnas dependerá en gran medida que la formación ultraderechista reclame su entrada en el Ejecutivo. Hasta ahora solo ha respaldado con sus votos desde fuera para impedir un gobierno del bloque progresista. «Lo importante es sumar para evitar un gobierno de izquierdas», aseguran en el partido, que evitan por el momento abordar ese capítulo. «El 5 hablamos», suele decir Monasterio. De entrar en el Ejecutivo madrileño será la primera vez que Abascal toque poder.

Afianzar el voto

En la sala de máquinas de Vox reconocen que el resultado que obtuvieron en Madrid en las últimas generales –el 18,35% de los votos– será difícil de superar pero consideran que seguirán en su tendencia de afianzamiento. Las últimas encuestas internas demuestran que su electorado se está movilizando y que el tándem Monasterio-Abascal funciona. También recuerdan que los sondeos siempre se han equivocado con ellos. Y confían repetir el éxito de Cataluña, donde obtuvieron el pasado 14 de febrero once escaños, dos más que la suma de PP y Ciudadanos.

Iglesias libra su penúltima batalla al frente del partido

Iglesias libra su penúltima batalla al frente del partido

Pablo Iglesias dejó con un palmo de narices a los que sostenían que su apego al poder y al coche oficial eran tales que no iba a salir del Gobierno ni con agua caliente. Lo abandonó para acometer una tarea menor, ser el candidato de Unidas Podemos en la Comunidad de Madrid.

Los morados estaban en la lona al convocarse las elecciones. La posibilidad de quedar fuera de la Asamblea regional por no llegar al 5% de los votos era real. El peligro parece conjurado con su candidatura, que ha rescatado votos de la izquierda y ha estimulado las iras de la derecha.

Pero el paso dado también ha puesto en evidencia que Unidas Podemos vive un mal momento en Madrid, la tierra que vio nacer al partido y en la que cimentó sus éxitos del pasado. Iglesias y un puñado de sus compañeros van a conseguir un escaño, pero serán, si las urnas no lo remedian, el último grupo del Parlamento regional. Un desdoro para un partido que disputó al PSOE la hegemonía de la izquierda en Madrid, con el agravante de que su escisión, Más Madrid, va superar con amplitud a los morados.

Consejero de Educación

Iglesias es el único de los aspirantes que tiene el reto de salvarse a sí mismo. Es candidato y líder nacional de Podemos. Aunque por poco tiempo. No va a optar a la reelección como secretario general del partido y, dice, se va a quedar en el escaño regional si es que la izquierda no gobierna. En el improbable caso de que así fuera quiere ser consejero de Educación.

Pero todo apunta a que está de salida, que quiere hacer otras cosas, como volver a la Universidad y hacer periodismo «crítico» en televisión. Antes, sin embargo, va a pilotar la transición. Ha elegido su relevo para las próximas elecciones generales, Yolanda Díaz. No ha puesto nombre a la sucesora, porque será mujer, al frente del partido. Mientras, libra su penúltima batalla en Madrid. La última, cuando diga adiós.

Arrimada se encomienda a Bal para sobrevivir

Arrimada se encomienda a Bal para sobrevivir

Ciudadanos se juega este 4 de mayo su ser o no ser. El partido que hace tres años lideraba las encuestas lucha ahora por alcanzar el 5% de los votos necesarios para entrar en la Asamblea de Madrid y no correr la misma suerte que la extinta UPyD. Si lo logra, los liberales podrían tener la llave de la gobernabilidad regional. Ese es el último cartucho que le queda a Inés Arrimadas, que ha encomendado su futuro y el del partido al abogado del Estado Edmundo Bal.

La situación es tan dramática que nadie ha cuestionado internamente la decisión adoptada por la líder del partido de obligar al exvicepresidente regional Ignacio Aguado a dar un paso atrás para que el portavoz nacional ocupara su lugar y fuera el candidato regional. Ni siquiera lo ha hecho el propio Aguado, que ha renunciado incluso a estar en la lista electoral y apenas se ha asomado a la campaña. Con él como cabeza de lista iba a ser imposible retomar el diálogo con el PP y en la dirección reconocen que recuperar el Gobierno de Madrid es clave para enderezar el rumbo naranja.

En declive

Desde el batacazo del 10-N Ciudadanos intenta, sin éxito, levantar cabeza. Los liberales se dejaron de una tacada 46 escaños y pasaron de tercera a sexta fuerza en el Congreso. El declive se agudizó con las elecciones catalanas, en los que perdieron de golpe 30 diputados, y se remató con la moción fallida en Murcia, que les dejó fuera de dos gobiernos autonómicos y sumió al partido en la mayor crisis de su corta historia.

Desde entonces la fuga de votantes y dirigentes, principalmente hacia el PP, no ha cesado y el liderazgo de Arrimadas está cade vez más debilitado. Si este martes Ciudadanos se pega otro batacazo, son muchas las voces que opinan que la líder debería dar de una vez por todas el paso de irse para que el partido consiga renacer de sus cenizas. Pero para muchos otros sería la estocada final.

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