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El presidente Trump saluda desde el balcón de la Casa Blanca. EFE
Trump rompe el diálogo para el estímulo económico bajo efecto de los esteroides

Trump rompe el diálogo para el estímulo económico bajo efecto de los esteroides

Los potentes fármacos administrados al presidente de EE UU pueden provocar brotes psicóticos y lo hacen incapaz de dirigir el país

mercedes gallego

Corresponsal. Nueva York

Miércoles, 7 de octubre 2020

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Trump en esteroides. Encerrado en sus aposentos y viendo por televisión cómo cae en las encuestas. La combinación es fatal, como demuestra el más de medio centenar de tuits en dos horas que lanzó este miércoles nada más empezar el día. La mayoría eran retuits y había de todo, pero lo que más abundaba eran teorías de la conspiración y acusaciones varias contra sus enemigos favoritos -los medios de comunicación, Joe Biden y Hillary Clinton-. Desde cómo Biden plagia a Boris Johnson, a la presunta manipulación de votantes que hizo NBC para uno de sus debates.

Los médicos saben desde hace mucho que altas dosis de esteroides como las que se le están administrando al presidente de EE UU pueden provocar graves trastornos mentales, que empiezan por la euforia que él mismo describió al salir del hospital el lunes y pueden acabar en delirio, paranoia y brotes psicóticos. Por eso no se permite a los pacientes tomar decisiones importantes durante el tratamiento, mucho menos dirigir un país.

Trump quiere dar la sensación de que está al frente y no ha cedido el mando en ningún momento. El jueves anunció por Twitter la abrupta retirada de las negociaciones que la Casa Blanca mantiene con el Congreso para decidir un nuevo paquete de estímulo económico y más tarde -también por Twitter- ofreció a la portavoz del Congreso Nancy Pelosi la opción de aprobar sólo ayudas económicas en efectivo para cada contribuyente estadounidense. «Todo lo que quiere es mandar un cheque con su nombre a cada votante», lamentó la congresista californiana. «Olvídate del virus, de los niños, de los colegios…».

LA CLAVE:

  • Aspecto decisivo. La caída de las aerolíneas decidirá el voto en los Estados en los que se encuentran sus bases

Y por supuesto, de las aerolíneas, que según Reuters pierden 4.250 millones de euros al mes debido a las restricciones del coronavirus y han despedido ya temporalmente a 30.000 empleados a medida que se aproxima la expiración del programa de ayudas por valor de 21.250 millones de euros que las ha mantenido en el aire. Si caen en bancarrota no solo tendrán un grave impacto para las comunicaciones y el desempleo, sino que las consecuencias se sentirán particularmente en los estados que tienen como bases de operaciones, muchos de los cuales decidirán las elecciones.

United Airlines tiene su base principal en Chicago (Illinois), Delta en Atlanta (Georgia), American en Houston (Texas)… Ante la noticia, los estadistas se apresuraron a lanzar nuevas encuestas y la Bolsa se desplomó, solo para remontar a una velocidad récord con el siguiente tuit. La volatilidad del mandatario se ha contagiado a los mercados, o viceversa.

Alerta en la Casa Blanca

«Ya le dije a mi personal :'Creo que está medicado'», confesó Pelosi a las presentadoras del programa 'The View'. «La conducta que tiene no es normal». Cuando se le preguntó si no podría reunirse con él para acercar posturas por el bien de salvar un rescate del que dependen tantos estadounidenses, la portavoz del Congreso fue tajante: «No me acercaría a la Casa Blanca ni de lejos», espetó. «Es uno de los lugares más peligrosos del país, tanto en salud como en atentados a la verdad».

Y del mundo. Según Public Citizen, en este momento hay más casos activos de coronavirus en la Casa Blanca que en Taiwán, Nueva Zelanda y Vietnam juntos. «Hay que digerir eso, son 124 millones de habitantes lo que tienen esos tres países», reflexionó el congresista Ro Khanna.

El último positivo del círculo de poder más estrecho del presidente es Stephen Miller, el asesor responsable de las políticas migratorias más duras. El contagio afecta también a limpiadoras, guardaespaldas, congresistas, periodistas y a todo el que ha estado en contacto con el feudo de Trump, quien despreciando a la ciencia, ha negado las medidas de seguridad y se ha mofado de su rival por seguirlas. El hecho de que todo el que entrase en la mansión presidencial tuviera que pasar por un test rápido -que arroja un 30% de falsos negativos- dio al mandatario y sus allegados un falso sentido de seguridad. Como el que puede estar sintiendo ahora bajo los efectos del cóctel experimental de remdesivir, dexamethasone y famotidine, que poco tiene que ver con la ingestión de lejía o el tratamiento para la malaria que defendía para otros pacientes, hasta que «el virus chino» dio con él.

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