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canarias7
Domingo, 22 de mayo 2022, 08:38
Un concurso de ideas en torno al desarrollo turístico del sur de Gran Canaria, centrado en el municipio de San Bartolomé de Tirajana. Lo promovió el Condado de la Vega Grande, propietario de unos terrenos que, aparte de las parcelas destinadas al cultivo hortofrutícola, eran en su mayoría un erial, con playas espectaculares pero de difícil acceso y casi sin servicios.
Las base se hicieron de acuerdo con el Reglamento de Concursos Internacionales de Arquitectura y Urbanismo de la Unión Internacional de Arquitectos (U.I.A.), con sede en París, y con el aval del Consejo Superior de Arquitectos de España. El 1 de diciembre de 1961 expiraba el plazo de presentación.
Nada menos que 141 proyectos procedentes de 24 países. De todos ellos, procedían de España, con 30; 25 de Francia; 20 de Polonia; 8 de Holanda y la misma cantidad de Alemania. Llegaron también proyectos de Japón Suiza, Italia, Portugal, Bélgica, Reino Unido, Suecia, Estados Unidos, Turquía, Canadá, Yugoslavia, Dinamarca, Israel, Argelia, Uruguay, México, Argentina, Mónaco y Finlandia.
Eran profesionales de reconocido prestigio, con proyección internacional: J.H. Van den Broek, decano de la Universidad Tecnológica de Arquitectura de Deflt, en Holanda, que fue el presidente; Luis Blanco Soler, decano-presidente del Colegio de Arquitectos de Madrid; Antonio Perpiñá Sebria, catedrático de Urbanismo de la Escuela superior de Arquitectura de Madrid; Manuel de la Peña, arquitecto del Instituto Nacional de la Vivienda de Las Palmas, que era además colaborador técnico del Conde de la Vega Grande del Guadalupe y que después fue determinante en el desarrollo turístico del sur; Franco Albini, catedrático de Arquitectura del Instituto Universitaria de Venecia; y Pierre Vagó, xecretario general de la Unión Internacional de Arquitectos (U.I.A.) y director de estudios de cinco escuelas de Arquitectura en Bélgica. El jurado dejó fuera a 60 proyectos al entender que no se ajustaban a las bases. Buena parte de los excluidos proponían edificaciones en las Dunas de Maspalomas.
El primer premio fue para el estudio de arquitectos franceses Societé pour l'Etude Technique d'Amenágements Planifiés (SETAP). Estaba integrado por Guy Lagneau, Michel Weill y Jean Dimitrijevic, arquitectos urbanistas. René Bartholiu, arquitecto; Philippe Cennet, economista; Ivan Seifert, arquitecto-ingeniero; Lucien Varinay, ingeniero y Jean Davidad, jefe de maquetas. Ese primer premio incluía 6.000 metros cuadrados de terreno en la zona residencial; 300.000 pesetas; viaje de ida y vuelta y estancia en la isla durante un mes. Quedó desierto el segundo premio y se acordaron dos terceros premios: un equipo de arquitectos belgas y otro francés. Ambos recibían 3.000 metros cuadrados de terreno; 100.000 pesetas en metálico, viaje y estancia durante 15 días.
No, en gran parte por la dificultad de su encaje en la normativa y el coste real, así como decisiones posteriores de ámbito administrativo. Pero buena parte de sus ideas se pusieron en desarrollo y muchas de ellas por un arquitecto muy implicado en el proyecto, como fue Manuel de la Peña. Maspalomas Costa Canaria sirvió en gran medida para poner a la isla en el contexto internacional, despertó el interés no solo de los profesiones de la arquitectura, sino del negocio turístico, que descubrió el potencial de la isla.
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