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Esther Domínguez en su puesto del centro de control. C7

Esther Domínguez | Excontroladora portuaria

«La voz del Puerto siempre ha sido de mujer»

Tras 47 años dedicando su vida al Puerto de Las Palmas, Esther Domínguez, ahora jubilada, cuenta sus años como controladora portuaria

Elsa Lantigua González

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 24 de septiembre 2025

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Esther Domínguez (1961, Las Palmas de Gran Canaria) perteneció a la plantilla de cinco mujeres que pusieron y continúan poniendo voz al Puerto de Las Palmas. Aunque solo hace unos días que se jubiló, recuerda sus 47 años en el centro de control, antiguamente Corporación de Prácticos, con mucho cariño.

En un mundo de hombres, Esther accedió al puesto gracias al boca a boca y el conocimiento de inglés que tenía tras apuntarse a una academia. «Desde que empecé con 17 años, el Puerto ha sido mi vida», recuerda. «No era habitual encontrar a gente que supiera inglés. De náutica no tenía ni idea, lo aprendí con los mismos prácticos y la experiencia».

Durante los primeros años, Esther admite que ser mujer no fue fácil a la hora de desarrollar su vida personal. «Lo primero que me dijeron cuando empecé a trabajar fue que si me casaba, me despedían», explica. Cuando contrajo matrimonio a los 20 años, continuó trabajando, pero «si me quedaba embarazada me iban a despedir». Cuatro años después, en 1984, se quedó embarazada de su primer hija y, aunque finalmente no se quedó sin trabajo, tuvo que coger los 18 días de vacaciones que le correspondían para dar a luz, recuperarse y volver al trabajo.

«No teníamos permiso de maternidad y los turnos seguían siendo los mismos: un día de mañana, otro de tarde y otro de noche», recuerda. «Nos apoyábamos entre las compañeras para cubrirnos si mi hija se ponía mala».

«Me dijeron que si me casaba o me quedaba embarazada me iban a despedir»

Domínguez admite que el Puerto ha cambiado completamente en las más de cuatro décadas desde que empezó. Tanto por el crecimiento y expansión del mismo como por la digitalización de su puesto y, sobre todo, por la incorporación de las mujeres. «El Puerto siempre ha sido un mundo aparte, totalmente de hombres», explica.

«Éramos y seguimos siendo la voz del Puerto. Es lo primero que escucha un barco cuando llega al Puerto», continúa. Entre risas recuerda que a veces salía del cuarto en Santa Catalina y los barcos pesqueros o de procedencia asiática «pensaban que éramos niñas esperando para tener servicio».

Admite que la curiosidad fue clave para ir ganando rodaje, y eso que los medios con los que contaba no lo ponían fácil. «Mi primer día fue horrible, no entendía nada de lo que decían por la emisora de VHS. Me hablaron desde el barco en español y me quedé temblando», explica. Con unas facilidades que nada tienen que ver con las que empezó, Esther recuerda que su material de trabajo se componía de una radio de un metro de alto y de ancho con canales, un micrófono en la mesa y un libro donde apuntaba cada una de las maniobras de entrada y salida del Puerto. «Estábamos en un cuarto donde no veíamos la luz del sol, ni el mar, ni si quiera un barco, todo estaba en nuestra mente», cuenta.

Sin radares y sin AIS (Sistema de Identificación Automática) que permitiera detectar objetos físicos ni datos sobre posición, rumbo y velocidad, se desarrolló en el inicio el día a día de Esther. «Ahora ha cambiado todo; tenemos visión de barcos, ayudas informáticas, sistemas de identificación y vistas al mar. Lo único que sigue siendo lo mismo somos nosotras».

Admite que tiene ganas de descansar tras 47 años dedicando su vida al Puerto de Las Palmas, pero agradece «todo lo vivido y lo aprendido a mis compañeras y compañeros», concluye emocionada.

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