Hasta ahora era una auténtica desconocida, al menos a nivel nacional, pero la semana pasada abandonó ese anonimato con la intención de arrebatar a Antonio Garamendi la presidencia de la CEOE en las elecciones convocadas para el próximo 23 de noviembre. Virginia Guinda, empresaria, vicepresidenta de la patronal catalana Foment del Treball y madre de tres hijos, sueña con una CEOE «distinta», «más transparente y propositiva», para que los empresarios tengan el peso que se merecen en el devenir de la economía y el país. Sin hacer una crítica abierta hacia Garamendi, sí deja caer que existe cierto malestar en muchas organizaciones por la manera en que está ejerciendo su liderazgo.
–¿Su candidatura muestra la disconformidad con la actual dirección?
–Es una muestra de que hace falta que CEOE funcione de manera distinta, que sea mucho más propositiva hacia el Gobierno y que también la gobernanza sea mucho más plural, más amplia, más transparente, dando cabida a las inquietudes que tenemos los empresarios. Creo que el modelo de CEOE es un modelo que se queda anticuado. Es una organización muy jerarquizada y muy presidencialista y hace falta un estilo de liderazgo, de gobernanza, más actual.
–A día de hoy tiene apenas 55 votos de los 789 posibles. ¿Cuenta con más votos extraoficiales?
–Sí, sí, afortunadamente cuento con más votos y cada día acumulo más. Estoy recibiendo una buena acogida.
–Es decir, ¿organizaciones que habían anunciado su voto para Garamendi ahora cambian de candidato?
–Hay bastante de esto, claro, porque mucha gente había mostrado su apoyo a Garamendi en un contexto en el que era la única candidatura y muchos ahora me están mostrando su apoyo.
–¿Considera entonces que hay un malestar interno contra el liderazgo de Garamendi?
–Desde luego percibo que los empresarios no acaban de sentirse bien representados en lo que son sus intereses.
–¿Qué es lo primero que cambiaría en la CEOE si finalmente accede al cargo?
–Lo primero, trabajar con los socios de CEOE en un plan estratégico para los próximos cuatro años. Y lo segundo, proponer al Gobierno que instaure un día del empresario, porque somos una pieza fundamental de la receta de una mejor salida de la crisis y no estamos bien percibidos por la sociedad.
Próxima negociación
«Probablemente tengamos que incrementar el salario mínimo, pero no para todos»
–¿Siente que están siendo demonizados incluso desde el propio Gobierno?
–Sí, y me parece injusto. Me sabe mal que a menudo se retrata al empresario como una figura un poco retrógrada.
–¿Se desmarca de algunos de esos 15 acuerdos que ha alcanzado la CEOE con el Gobierno?
–No quiero entrar en el pasado. Lo que me interesa es construir el futuro de una manera distinta. Hay que evitar trabajar por capítulos estancos en un momento en que España tiene que abordar reformas importantes estructurales. Echo de menos que el presidente del Gobierno lidere un pacto de rentas, lidere cómo se reparte el esfuerzo, que es en lo que deberíamos estar trabajando todas las partes implicadas.
–Vayamos por partes. ¿Deben todas las pensiones subir con la inflación?
–No, eso no puede ser así. Me sabe mal, pero que hay que ser pragmáticos: en esta situación no puede ser de esa manera. Igual que no todos los salarios pueden subir con la inflación.
–Actualmente los salarios están subiendo un 2,6% de media. ¿Es suficiente?
–No, no es suficiente. El Gobierno debería además deflactar el IRPF y sentarse con los empresarios a ver qué hacemos con las cotizaciones, porque tenemos un marco laboral muy intervenido y unos costes laborales muy caros en comparación con otros países de nuestro entorno.
–O sea, que su receta sería una subida mayor de salarios pero, a la vez, una rebaja de cotizaciones.
–Una rebaja de cotizaciones y también una deflactación del IRPF para que los trabajadores dispongan de más dinero.
Nuevo marco
«La reforma laboral se queda corta. Falta flexibilidad. Hay que reflejar la nueva forma de trabajar»
–Defiende un salario mínimo diferente por edades y por sectores, pero ¿no por territorios?
–No, porque me parece mejor que haya unidad de mercado en todo lo que hagamos.
–Y el salario mínimo diferente. ¿Sería al alza o a la baja? ¿Partiría de los actuales 1.000 euros o habría que rebajarlo para, por ejemplo, los jóvenes?
–No lo había pensado y me gustaría comentarlo con gente que sepa más que yo.
–¿Pero sí es partidaria de subir el salario mínimo el año que viene?
–Probablemente tengamos que ver un incremento, pero igual que creo que la subvención a la gasolina no hay que darla a todos, pues el incremento del salario mínimo tampoco tiene que ser para todos.
–La otra gran negociación que ha de cerrarse antes de que termine diciembre es la subida de las bases máximas de cotización. ¿Hay posibilidad de llegar a un acuerdo?
–Las bases de cotización que tenemos en este país ya son muy elevadas en comparación con nuestros competidores. El interés general en este momento de la historia es que a la empresa le vaya bien. Más que nunca.
–Vamos, que no es momento ahora de subir más las cotizaciones.
–No.
–Ya se ha manifestado partidaria de modular la reforma laboral recién aprobada. Más concretamente, ¿sobre qué aspectos operaría?
–Creo que se queda corta. Falta flexibilidad, dinamismo. Los empresarios tenemos poco marco para incorporar empleo con nuevos esquemas. Esa nueva forma de trabajar habría que reflejarla mejor.
–¿E implantaría también la mochila austríaca?
–Sí, pero habría que llamarla la mochila española. Ayudaría mucho a modernizar el marco laboral, protegiendo los derechos actuales de los trabajadores. Y me parece que el disponer de fondos europeos que se pudieran destinar a esa creación de esa mochila sería una oportunidad histórica de nuestro país para introducir un gran avance en el marco laboral.
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