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L.B. / Las Palmas de Gran Canaria
Lunes, 2 de marzo 2020, 13:16
El emblemático Hotel Santa Catalina ha recuperado su esplendor como Santa Catalina, a Royal Hideaway Hotel, una apuesta decidida por recuperar esta joya de la capital y mostrar todos los elementos que hacen de éste un inmueble único.
Amplitud, luz, apertura a la naturaleza y una mezcla entre historia y tradición han convertido este hotel no solo en uno de los exclusivos cinco estrellas gran lujo de Las Palmas de Gran Canaria, sino en un símbolo de la ciudad que vuelve a renacer tras la reforma integral de sus instalaciones y la restauración de sus elementos.
En esta nueva etapa como Santa Catalina, a Royal Hideaway Hotel, un total de 204 habitaciones, entre suites y adaptadas a personas con movilidad reducida, reciben a los visitantes del siglo XXI. En todas las estancias, antes 196, lo nuevo se funde con lo antiguo, en un repaso por el pasado y presente de este espacio, rediseñado en habitaciones más amplias y confortables, modernas y aún así únicas en esencia y personalidad.
Más de medio millar de trabajadores y una inversión decidida del Grupo Barceló han devuelto a este emblema de la vida social de la capital todo su lujo, sus detalles y la esencia del trazado original de 1945, proyectado por el arquitecto Miguel Martín- Fernández de la Torre.
Entre los elementos recuperados en la reforma destacan los murales únicos de Jesús Arencibia, obras como la pintura al óleo Roque Bentayga del tinerfeño Manuel Martín González y tres lienzos del pintor Santiago Santana que decoran los muros del hotel.
La luz y la amplitud son otras de las victorias de este renovado hotel, que se abre al Parque Doramas con un nuevo pasadizo que invita a atravesar el corazón del edificio. La antigua fuente y la nueva se enlazan a través de un pasillo interior, que añade una luz y un aire renovado al espacio, dando visibilidad a la fachada trasera, que carecía de ventanas y ahora es un punto de atractivo más al pie del Parque Doramas.
Terrazas interiores y dos patios laterales han dado una nueva vida a un espacio ocupado antes por el casino, que se suman a la terraza exterior y la piscina que se sitúan en la azotea del edificio. Esta nueva planta del hotel, en desuso anteriormente, es ahora uno de los lugares más exclusivos de la ciudad. Una pasarela de cristal, un solarium y un chill out que se abren al Parque Doramas, permiten disfrutar de la capital desde una nueva perspectiva.
El hotel más antiguo de Las Palmas de Gran Canaria, y el más antiguo en funcionamiento de Canarias, ha recibido el reconocimiento en los World Luxury Hotel Awards 2019 en las categorías de Mejor Hotel Histórico de Lujo de Europa y Mejor Hotel Cultural de Lujo del Sur de Europa, además de uno de los diez mejores proyectos de sostenibilidad y rehabilitación hotelera en los premios Re Think.
La azotea del Santa Catalina, a Royal Hideaway Hotel mira a la ciudad, con una nueva perspectiva, desaprovechada por más de un siglo, y que pone en valor el horizonte urbano de la capital grancanaria.
Este espacio se distribuye a modo de lugar de encuentro y ocio para visitantes y residentes de la ciudad, con 2.000 metros cuadrados de piscina, bar-cafetería y un solarium. Con la ciudad a sus pies, la coctelería y los eventos tienen un nuevo lugar de referencia en la ciudad.
Un descubrimiento. Escondidos tras las paredes del Salón Miguel Martín-Fernández de la Torre, antes García-Escámez, los murales de artistas como Jesús Arencibia esperaban su momento para salir a la luz, restaurados y como pieza clave del espacio.
Galerías de arte. Este salón hoy ha vuelto a convertirse en salón principal, que muestra el esplendor de una época privilegiada del arte. Entre las joyas pictóricas del Santa Catalina, a Royal Hideaway Hotel destacan a su vez las galerías, con un conjunto de murales del artista Fernando Álamo y las obras que recuerdan las raíces isleñas, los paraísos lejanos, y el pasado de exotismo del archipiélago.
Bar Carabela. Durante la reforma también ha sido recuperada la chimenea que servía de elemento central del Bar Carabela, oculta tras la barra y que ahora vuelve a ser el eje central de esta sala para los clientes del hotel.
Bodega de piedra. También se han encontrado pequeñas joyas ocultas de una época dorada para Las Palmas de Gran Canaria, como la bodega de piedra natural que, usada como vestuario del personal, vuelve a cobrar protagonismo como un espacio de restauración.
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