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SILVIA FERNÁNDEZ
Domingo, 8 de noviembre 2020, 00:00
No sé qué va a suceder con migo y con el negocio. Antes de pandemia las cosas iban bien pero ahora fatal. Apenas hay clientes y voy superjusta para pagar los gastos. Tiraré hasta donde puede llegar». Con estas palabras se expresa Luz Dary Zapata, una autónoma que tiene una peluquería desde hace más de cuatro años en la Plaza de la Feria (Peluquería Luz), casi enfrente de la Delegación del Gobierno, y que se ha visto especialmente afectada por la crisis de la Covid.
Según explica, la actividad le ha bajado de forma importante por el teletrabajo y la falta de fiestas y eventos, que hace que menos personas acudan a peinarse. También tiene entre sus clientas, personas que han perdido su trabajo y se han quitado el gasto de peluquería al no ser esencial. «Solo estoy trabajando con las clientas fijas y si venía dos veces por semana ahora solo lo hace una y la que venía cada ocho días ahora viene cada doce», indica Luz, que no sabe cómo va a salir del paso. Según explica se hizo autónoma después de muchos años de trabajar por cuenta ajena, tener clientas propias y pensar que podría con ello. «Estos años me he mantenido pero ahora, con esta crisis, me pregunto si hice bien. Cuando trabajas para otro puedes cobrar 1.000 euros pero no tienes ninguna preocupación. Si eres autónomo tienes muchos gastos y muchos impuestos», señala Luz, que en próximos días va a tratar de pedir una rebaja al propietario del local para poder seguir adelante.
En su caso, trató de acogerse a las ayudas que dispuso el Gobierno para los autónomos cuando se desató la primera ola de la Covid y vino el confinamiento. Sin embargo, el momento coincidió con ella en medio de una enfermedad y una operación que le obligó a cerrar. Diversas circunstancias impidieron que pudiera acogerse. «Es muy difícil», reflexiona Luz, que asegura que no le queda otra que tirar para adelante por su hija y su madre, con las que vive y que dependen económicamente de ella.
El caso de Luz no es aislado. Miles de autónomos tratan de sobrevivir en medio de una crisis que ha recortado de forma sustancial sus ingresos, cuando no los ha llevado al cero absoluto mientras que gastos -local, agua, luz, cotización...- e impuestos se mantienen y las ayudas son escasas . Así que se sienten abandonados a su suerte pese al papel crucial que juegan para la economía y el empleo.
«Nadie se acuerda de los autónomos. Se da por hecho que si no les va bien con una cosa se dedican a otra. Como indica la propia palabra de autónomo es 'búscate la vida'», Quien se expresa con estas palabras es Santiago López, un autónomo con más de 30 años de historia que ha sobrevivido ya a varias crisis y que, a diferencia de muchos emprendedores hoy, es un afortunado ya que su negocio ha crecido con la Covid.
Santiago tiene un negocio de fabricación de purificadores de aire y agua (Inter-Ozono) que desde que se desató la pandemia no ha dejado de trabajar. De hecho, en esos meses ha generado varios puestos de trabajo y su empresa ha crecido. A las desinfecciones que realizaban antes de la pandemia en el sector profesional (cocinas, industria alimentaria, agua de riego...) se une ahora la demanda particular, de personas que quieren desinfectar sus viviendas así como organismos públicos. «No paramos. Hemos hecho desinfección en la Agencia Tributaria, en los Bomberos, en colegios, centros de salud y en casas particulares, que nos llaman mucho», indica Santiago, que es una de las pocas empresas en Canarias que cuenta con registro sanitario para este trabajo.
Sin embargo, aunque a Santiago le vaya bien en esta crisis sabe lo que es pasarlo mal. En la de 2008 tuvo que pedir un crédito ICO para sobrevivir y gracias al trabajo y al esfuerzo logro superar «aquel trago», devolver el crédito y llegar hasta ahora. «Vivimos en una crisis perpetua y tras 30 años me he acostumbrado. Soy un sufridor como todos los autónomos», indica.
Luis Soleimani es otro autónomo afortunado. Su empresa (Lusol Canarias) ofrece desde el año 2006, que abrió sus puertas, servicio técnico de informática y electrónica, además de ser servicio oficial de marcas como Asus y Samsung, entre otras, y hace unos meses empezó con la reparación de réplicas de Airsoft. Considerado servicio esencial su actividad ha crecido gracias al teletrabajo y la mayor dependencia de internet para todo. compras, colegios...
Ahora las cosas le van bien aunque reconoce que al principio del estado de alarma vivió momentos de incertidumbre. Tras decretarse, los ingresos empezaron a caer pero no los gastos lo que le hizo temer por su futuro. «Vi una situación un poco oscura pero gracias a la asesoría laboral y fiscal me pude acoger a unas ayudas y pasé el bache», indica Santiago.
Pese a todo no se arrepiente de ser autónomo. «Lo mío es emprender. Siempre estoy buscando nuevas oportunidades», indica Luis.
En el mismo sentido se expresan los hermanos José y Efraín Martínez, que tras el estado de alarma y el confinamiento, decidieron trasladar el negocio que tenían en Vecindario de televisores nuevos y de segunda mano a la calle León y Castillo de la capital gran canaria (NetxTV). Y la cosa les va «muy bien» aunque a costa de trabajar 16 horas al día más «todas las horas que roban al sueño pensando nuevas ideas».
En el confinamiento vendieron cientos de televisores, ordenadores y consolas y esto les animó a abrir en la capital y no se arrepienten. Tienen mucho negocio pero, como advierten, gracias a las redes sociales que han sido claves para conseguir clientes. «No dejamos de pensar en cómo hacer para llegar a más potenciales clientes. Constantemente nos innovamos», señala José.
Ambos indican que si tienen trabajo es gracias a su esfuerzo porque, como autónomos que son, no han recibido ningún tipo de ayuda. «Te prometen muchas cosas pero cuando te haces autónomo estás solo y de repente, te ves pidiendo dinero a una tía para poder seguir adelante. Nadie te ayuda», aseguran.
Frente a estos negocios consolidados, hay quien intenta emprender en plena crisis de la covid. Es el caso de Carlos Miguel Valdés, que en septiembre de este año abrió un negocio de decoración y hogar (El Chiringuito Decoor) y de Abraham Martín, que abrió hace un mes una peluquería en la Plaza de la Feria.
Ambos reconocen que la cosa está «floja» pero confían en sacar adelante sus negocios. Ninguno se arrepiente de haberse convertido en autónomo tras años trabajando por cuenta ajena. «Es difícil pero hay que ser fuerte y tener confianza», indica Carlos que en marzo, cuando se decretó la alarma, ya tenía el proyecto hecho y la mercancía comprada para su negocio. «No había vuelta atrás. Era seguir adelante o perderlo todo», dice.
A Abraham le ocurrió algo parecido, ya que había decidido dar el paso justo antes del confinamiento. «Es arriesgado pero el primer mes me ha dado para pagar todo. No sé cómo seguiré pero por ahora digo que volvería a hacerlo», dice.
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