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ÓLIVER SUÁREZ ARMAS
Las Palmas de Gran Canaria
Sábado, 29 de mayo 2021, 02:00
Restaban pocos segundos para que el Rocasa Gran Canaria certificara una nueva participación en la competición europea, tras imponerse al Rincón Fertilidad Málaga por 29-26 el pasado miércoles y el técnico isleño Carlos Herrera solicita uno de los tiempos muertos más especiales de los últimos años en el emblemático Pabellón Antonio Moreno. La felicidad por estar en Europa un año más era máxima, pero, sobre todo, por ovacionar a una jugadora que se despedía tras una vida repleta de crecimiento y de alegrías en la entidad teldense: Tiddara Trojaola.
«Fue increíble, algo súper emotivo y encima conseguimos la victoria, que era el objetivo del equipo para certificar la plaza europea. Añade el hecho de poder volver a jugar con nuestra gente, que esta temporada casi no se ha podido, con el pabellón lleno y todo lo que rodeó mi despedida. Sin duda, fue un día increíble», recuerda la jugadora de Maspalomas a este periódico.
La extremo izquierdo, de 36 años, tenía tomada desde hace tiempo la decisión de retirarse del balonmano profesional, pero, como se suele decir, hasta que no llega el momento cuesta asimilarlo.
«De hecho, creo que todavía no me he hecho a la idea (risas). Como queda un partido -el Rocasa cierra la temporada hoy en la pista del Aula Valladolid- como que aún no. Creo que la semana que viene cuando se acaben los entrenamientos seguro que seré más consciente (risas), pero es una decisión muy meditada. Tenía decidido dejar de jugar ya la temporada pasada, pero, al final, con todo esto de la pandemia llegamos a un acuerdo y se alargó un año más. Pero sí, es una decisión que llevo mucho tiempo pensándola y creo que es el momento de hacerlo», argumenta.
Una vida de valores y de pasión en el Rocasa Gran Canaria. Tiddara Trojaola puede presumir de haber defendido la camiseta del equipo de su tierra en la élite nacional e internacional durante 14 campañas, de las cuales las últimas nueve de forma consecutiva, levantando siete títulos -una edición de la Liga Guerreras Iberdrola, dos de la Copa de la Reina, dos de la Supercopa de España y dos de la Copa EHF Challenge.
Ha vivido de todo en un club con historia, que fue superando obstáculos y creciendo cada año hasta tocar el cielo.
«Hemos pasado por épocas de todo, antes de que empezaran a llegar los títulos luchábamos por otras cosas, se disfrutaba igual. Pero éramos un equipo que a base del trabajo de todos estos años, al final se cosecharon estos títulos. Empezó a salir a la luz todo el trabajo que se venía realizando desde años atrás», señala.
Simboliza la humildad, el sentimiento y el corazón de un Rocasa Gran Canaria que conquistó a toda la sociedad canaria por su trabajo constante y su enorme e impagable labor social.
«Es mi segunda casa, el Rocasa es mi equipo y lo llevaré siempre, incluso cuando me fui a la península. Quería terminar en mi club y con mi gente, por lo que me siento como una privilegiada porque creo que no he podido tener mejor despedida», expone.
«Pude conseguir títulos con mi equipo y encima una Liga, que es el que más nos costó», agrega.
Tiddara recuerda de forma «especial» la primera Copa de la Reina -en Castellón en 2015- «porque veníamos de las tres temporadas anteriores perder muchas finales y siempre contra el Bera Bera. Y estar luchando por la Liga y perderla en el último momento. Entonces, esa primera Copa de la Reina fue como decir «por fin» después de tanto trabajo hemos conseguido ese título tan ansiado. A raíz de ahí, empezaron a llegar más».
«Otro del que tengo muy buen recuerdo es la Liga. Precisamente, porque fuimos consiguiendo más títulos como la Supercopa, otra Copa de la Reina, la Challenge, pero la Liga era como ese título que nos faltaba y que siempre nos habíamos quedado un poco a las puertas en el último momento, luchando hasta el final, pero, al final, siempre nos quedábamos sin ella», destaca, al tiempo que ahonda en que «entonces, costó mucho conseguirla y me acuerdo que el último partido fue en nuestra casa, con el pabellón lleno y la celebración fue impresionante. Me quedo con esos dos».
Las incombustibles del Rocasa, como son María González, Mela Falcón y Silvia Navarro -presentes en todos los títulos como Tiddara-, se niegan a despedirla aún en tono cariñoso e intentan convencerla para que siga.
«Sí, claro, son muchos años jugando con ellas. Aparte de lo que se crea en el 40x20 es lo que se crea fuera también. Las voy a echar de menos y ellas a mí también un poquito. De vez en cuando me sueltan que me lo piense (risas), pero saben que la decisión está tomada desde hace mucho tiempo y para mí ha sido un placer jugar con ellas. Me quedo con todo eso», expresa.
El balonmano siempre ha formado parte de su vida desde que asomó la cabeza en el primer equipo con 17 años. «Me acuerdo cuando me subieron que era juvenil y ese año se celebró la Copa de la Reina aquí. Iba por los pasillos del hotel viendo a las jugadoras de la selección de aquella época. Yo era una niña que prácticamente no jugaba y decía que quería vivir eso». Y mira si lo vivió y lo disfrutó a lo grande.
Ahora, cree que «toca hacerse a la idea, cerrar esta etapa y empezar otra». Su huella será eterna.
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