UD-Tenerife: el yin y el yang
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En Gran Canaria presumen de equipo en Primera y proyecto tan ilusionante como estable, mientras que en las faldas del Teide la crisis deportiva e institucional devora el escudoUD-Tenerife, Tenerife-UD y los eternos vasos comunicantes. Cuando a uno le va bien, casi siempre el otro vive en las antípodas. La historia así lo demuestra, con supremacía indiscutible de la UD, paréntesis en la década de los noventa con la irrupción blanquiazul en la extinta Copa de la UEFA y su generación dorada, y de un tiempo a esta parte, de nuevo reinado amarillo en lo que respecta a la representatividad y mayor visualización al militar en la máxima categoría, a diferencia del rival tradicional, hundido en Segunda.
En realidad, ha sido la presidencia de Miguel Ángel Ramírez la que ha cambiado la tendencia, a mejor, para la UD, que disfruta de una estabilidad económica e institucional que ya quisieran en las faldas del Teide. Ramírez asumió el cargo en julio de 2005 y, desde entonces, la entidad no ha parado de crecer a todos los niveles: cantera, nueva Ciudad Deportiva, proyección internacional, revalorización patrimonial, una gestión ejemplar y prestigiada y, con los vaivenes inevitables de la competición, con tres ascensos (a Segunda en 2006 y a Primera en 2015 y 2023) y un descenso (a Segunda en 2018), evolución constante.
Hoy su realidad la marca un proyecto enderezado por la presencia de Diego Martínez en la máxima categoría, récord de abonados (con lista de espera al haberse tocado el techo de los 25.000 socios) y sensaciones que invitan a la ilusión por lo que se proyecta, con el umbral del Mundial 2030 que traerá la ansiada reforma, finalización y ampliación del estadio.
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El horizonte pinta un porvenir prolongado entre los mejores del país, con la consiguiente generación de recursos que eso implica y que permitirá seguir fortificando unas cuentas ya de por sí saneadas y que son la mejor alfombra para lo que viene en camino. Presente luminoso y futuro con desafíos que motivan.
En la isla de enfrente, las antípodas. El incendio que hay por la crisis en su dirigencia, con cargos representativos sin poder, un acuerdo sindicado de traspaso de poder a un accionista mayoritario repudiado de manera unánime, se agranda con un equipo que es penúltimo en Segunda, a ocho puntos de la salvación y con un técnico, Pepe Mel, renovado hace poco y que está a las puertas de la destitución.
La masa social blanquiazul ya se ha manifestado y anuncia nuevas movilizaciones, desde el Cabildo de Tenerife claman por un cambio en el modelo de club y, a corto plazo, no se adivina asidero alguno para la esperanza. Nada acompaña y todo se agiganta porque la UD se sigue diferenciando por tener un camino definido, estable y de cimientos sólidos.
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