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A más de  uno se le debería caer la cara de vergüenza

A más de uno se le debería caer la cara de vergüenza

Nuevo despropósito de la UD en el Gran Canaria. Los amarillos se despiden de la pelea por el ascenso y echan a perder la temporada al comienzo del mes de abril. El primer tiempo fue una infamia y el público asistente explotó pitando a Ramírez

Miércoles, 15 de julio 2020, 03:58

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kevin fontecha pérez las palmas de gran canaria

La temporada se acabó ayer. Y lo hizo con una derrota que sienta como una puñalada en el corazón amarillo. Lo que se presuponía como un paseo por la categoría de plata va a acabar convirtiéndose en un sinvivir. Se vendió el ascenso como único objetivo real y, al final, resulta que este equipo, con más nombres que hombres, es un alma en pena. La UD y todo lo que la rodea no se cansa de ensuciar su escudo. Sí, ese que exhibió en tiempos mejores por los mejores campos de España. El mismo que no deja de ser pisoteado semana tras semana.

Contra el Elche llegó el enésimo insulto al amarillo. Era un partido vital y los jugadores demostraron una falta de ambición impropia para lo que significa la Unión Deportiva. El primer tiempo fue una infamia. Ni dos pases seguidos hilaba Las Palmas. Mel, que es el que menos culpa tiene de lo que se está comiendo, no daba crédito en la banda. Al igual que la grada. Los aficionados, cansados ya de tantos despojos continuados en el tiempo, acabaron señalando al palco y entonando, con más fuerza que nunca, el «Ramírez, vete ya». La desconexión entre la hinchada, el equipo y la directiva parece ser total.

Y no es para menos. La situación deportiva cada día va a peor y esto parece no repararlo ni el propio Pep Guardiola. La falta de hambre se palpa de lejos. Muchos fichajes de renombre, pero el rendimiento sigue dejando que desear. Muy pocos se escapan de la quema. Tan solo Galarreta, siempre batallando y forjando en silencio su fútbol, dio la cara en un primer tiempo que fue absolutamente infumable. Más de uno se quedó dormido en su butaca. Ya tras el intermedio encontró un socio de lujo. Mel dio entrada a Momo para que filtrara por el centro con el medio vasco y el extremo de Las Torres fue el único rayo de luz para la hinchada grancanaria. El veterano, a sus 36 años, y habiendo vivido ya todo lo que tenía que vivir en el mundo del fútbol, dejó una exhibición de garra, pundonor y compromiso. Y eso, en un equipo que prometía ascender sin despeinarse, es para que más de uno se lo haga mirar.

Esta vez nadie puede buscar excusas en los árbitros. La mayoría de los jugadores quedaron retratados y la grada señaló a Ramírez como máximo culpable del nuevo descalabro. La ruptura es abismal y la Unión Deportiva se está quedando en una caricatura hecha a desgana.

Quedan 10 encuentros para acabar la liga y se van a hacer demasiado largos, peleando en tierra de nadie y con la temporada acabada el primer día de abril. Los errores no cesan, nadie hace autocrítica y la afición ya se ha cansado. La situación es insostenible y Las Palmas se va a ir a jugar contra el Oviedo en pleno funeral. Ya nada tiene sentido en el club grancanario. Maiorino, testigo directo de la derrota, va a tener bastante trabajo por delante. Y eso si le dejan trabajar.

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