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Prueba del algodón en Almendralejo

Prueba del algodón en Almendralejo

La visita al Extremadura examina a una UD traspuesta después de su fiasco en la Copa y que necesita un triunfo con autoridad para recobrar el equilibrio y regenerar expectativas; Maikel Mesa será el único del jueves que repita hoy en el once

Ignacio S. Acedo

Jueves, 1 de enero 1970

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No hay más. A la UD le toca hoy aparecer y a lo grande. Jugar, ganar, hacerse notar. Una faena redonda de punta a punta, sin excusas, prohibidas las coartadas, nada de eximentes. Ya va siendo tiempo de argumentos y de hechos a la luz de una plantilla de talonario, alabada por todos y que, en los debates, acapara admiraciones. De momento, tanta pompa no cuadra con la realidad, abundantes los ratos discretos y muy puntuales esos picos de excelencia y arte que se han pregonado. En la Liga, todo bastante mejorable. Y lo último del equipo fue su patinazo en la Copa. Sí, con suplentes y meritorios. Pero patinazo al fin. Y en un proyecto de este calibre, hecho a la carta y con elegidos en el mercado, no es buena señal nadar con lamentaciones en pleno mes de septiembre. Manolo Jiménez conoce el atajo para inyectar hormigón a sus cimientos: ganar. El calendario depara en el menú visita al Extremadura y el botín aguarda en el Francisco de la Hera, estadio que adquirió fama décadas atrás, en los años de Primera de su propietario, y que no pisa la UD desde 1999. Hoy la vida es menos reluciente para su anfitrión, recién llegado de la Segunda B y en las antípodas de aquellas actuaciones magistrales con Rafa Benítez en el banquillo. Este Extremadura bastante tiene que poder asomar el cogote por aquí. Y no pelea por otro objetivo que sobrevivir. Ni de lejos va a discutirle plaza de ascenso a Las Palmas, para dejar las cosas claras. Curiosidades, tiene como director deportivo a López Ramos, defensa que pasó por la UD recientemente y que ahora hace equilibrismo en los despachos, lo que no ha impedido que algún fichaje como Casto, otro viejo conocido de la casa, se haya quedado sin ficha federativa por las limitaciones financieras. Las miserias del pobre.

Y la prueba del algodón estará marcada por esa brecha entre uno y otro. Un Extremadura de entreguerras, una UD de abundancias. Eso no garantiza, ni de lejos, un partido fácil. Once contra once y batalla áspera en territorio desconocido. Con exigencia física, quizás, también, con picardías y oficio, porque el dueño de la casa no se va a quedar corto a la hora de sembrar trampas. Juego directo, balón dividido, marcajes de pegamento, pierna generosa... Las referencias que llegan del Extremadura destacan su sangre caliente y el fervor que ponen todos los de su clase, los llamados a celebrar cada punto que les aleje del descenso.

Jiménez tiene las coordenadas, maneja claves y conoce lo que le aguarda. Tampoco es ajeno a las obligaciones que vinieron con el equipaje. Después de lo de Majadahonda, todo es poco. Manda lo inmediato y el presente urge. Tres puntos, ni uno menos. Y para cumplir tirará de su núcleo duro, de los habituales. No respondieron los teloneros cuando les dio bola y saber en qué momento se vuelve a acordar de ellos. Por lo pronto, con lo que hay en juego, irá a lo fiable. Desde el portero hasta Rubén Castro. Es más, si todo se ajusta a lo previsto, de los que jugaron el jueves a los que lo harán esta tarde, Maikel Mesa será el único que repita en la foto inicial.

El regreso de los actores principales, incluyan a un Rafa Mir que llega pletórico (tres en sus tres últimos encuentros entre UD y selección sub-21), pretende darle aire fresco y regenerado al equipo, todavía en fase de despegue pero que, en el intervalo, debe seguir llenando la despensa.

No se esperan ocurrencias de Jiménez tales como los tres centrales que opuso al Zaragoza en La Romareda, única salida hasta ahora, y, desde la normalidad, la reconstrucción de la UD vendrá por los parámtetros imaginados. Raúl bajo palos, carriles para Lemos y De la Bella con Cala y David García en el eje de la retaguardia, Timor a la manija con Mesa y Ruiz de Galarreta en la asociación, bandas con Fidel y Mir y arriba, Rubén Castro.

A los nombres habrña que añadir actitud, orgullo, entusiasmo y sudor. Por mucho que el Extremadura siga sin ganarle a nadie, no es la Segunda una categoría que invite a las confianzas. Para quien anticipe alfombra roja, que retroceda tres días, cuando la UD se vio clasificada en la Copa y llegó todo un Majadahonda para campar a sus anchas por Siete Palmas. Dijo Jiménez que eso no se puede volver a repetir. Hoy, con otra fachada, es hora de salir de dudas.

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