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Conjura amarilla para Balaídos

Conjura amarilla para Balaídos

La UD Las Palmas tiene entre ceja y ceja Balaídos. El chute moral que supuso el empate ante el Barcelona ha devuelto la confianza a un grupo que quiere aprovechar esta corriente de euforia para romper otro maleficio: ganar fuera de casa. Lo del jueves fue un punto de inflexión y ahora es el momento del despegue definitivo.

Jueves, 1 de enero 1970

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Fue en la tercera jornada, hace ya medio año, cuando la Unión Deportiva logró la última, -y única este curso- victoria a domicilio. 1-3 quedó en La Rosaleda frente al Málaga con Manolo Márquez en el banquillo, el primero de los cuatro entrenadores que iban a desfilar por el banquillo amarillo esta campaña. Parece una eternidad. Muchos cambios se han producido desde entonces -también de jugadores-, pero lo que ha seguido inalterable ha sido el pobre rendimiento del representativo lejos de la isla. Un mal que ya asoló a Las Palmas de Quique Setién la temporada pasada, pero que con su fiabilidad en el Gran Canaria amortiguó la mala dinámica para disfrutar de un año tranquilo. Sin embargo, en esta ocasión la situación es muy diferente. Si la Unión Deportiva aspira a continuar una campaña más entre los mejores, su bagaje fuera de casa tiene que mejorar con urgencia.

El feudo del Celta no parece el mejor lugar para cambiar esta dinámica, pero la moral de los amarillos está más alta que nunca tras rascarle un punto al líder y ahora todo parece posible. «No me voy a conformar con menos», les decía Paco Jémez a los suyos en el entrenamiento posterior al encuentro ante el Barça. «Si pudimos hacer esto frente a ellos, podemos contra cualquiera», continuó en un motivador discurso a la plantilla en El Hornillo el técnico amarillo. Es la primera vez en lo que va de campaña que la comunión entre jugadores y aficionados fue total en Siete Palmas, y con esta dosis de autoestima intentarán otro reto titánico: el asalto a Balaídos.

Una victoria, tres empates y nueve derrotas. Este es el balance foráneo de la Unión Deportiva. Seis puntos de 39 posibles. Demasiado poco para un equipo que busca salir del atolladero. Lo mejor es que, a base de cerrar filas en defensa y mostrar oficio en todas las líneas, es una dinámica que ya ha comenzado a revertir el equipo isleño. No ha perdido y tampoco ha encajado gol en sus dos últimas salidas (San Mamés y Butarque). Competitividad máxima para no volver de vacío a Gran Canaria, aunque se es consciente de queda aún mucho que mejorar.

Problemas con el gol

El ataque es la asignatura pendiente. Cuando se juega para no descender, el punto fuera de casa nunca es malo, pero Las Palmas tiene que aspirar a algo más para distanciarse de sus rivales directos. Los amarillos, a pesar de estar empatados a puntos con el Levante, siguen en descenso, por lo que la euforia aún no está permitida. Esta podrá llegar si se vuelve a ganar fuera casa. Pero para conseguir el triunfo hay que marcar goles, cosa que no hace la UD desde el empate en Anoeta en la jornada 13. Más de tres meses y seis partidos han pasado desde el último tanto foráneo, y para la visita al Celta no estará por sanción Calleri, máximo artillero del equipo. Tampoco los examarillos Rémy y Viera, quienes secundan al argentino en el apartado goleador. De los que jugarán en Balaídos, solo Tana y Halilovic, con un tanto cada uno, saben lo que es marcar esta temporada.

Por lo tanto, el paso adelante del resto de jugadores ofensivos es obligado mañana. Erik Expósito, Imoh Ezekiel, Jairo, Nacho Gil y compañía tienen una ocasión de oro para reivindicarse. La tarea no será sencilla, pero es la primera vez que sopla el viento a favor de Las Palmas esta temporada y estas rachas hay que aprovecharlas.

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