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Llevaba unos días ejercitándose con los mayores, mezclado con los profesionales como una apuesta de futuro que no dejaba de ser una incógnita: un juvenil de 16 años sin experiencia ni en el filial y conocido como Pedri. Pero fue hoy, hace justo un año, cuando la UD oficializó, con todos los honores, que venía futbolista grande en camino. Con Miguel Ángel Ramírez a su lado, primera vez que el presidente se sentaba con un canterano menor de edad para una firma, Pedri rubricaba su contrato como profesional por cinco temporadas y con una cláusula de rescisión de 30 millones de euros, una cantidad que luego se revelaría simbólica al desvelar Ramírez que se pactó con el representante del jugador para evitar que quedara libre. Porque Pedri, que mes y medio después sería traspasado al Barcelona por una sexta parte de esta cifra, a punto estuvo de desvincularse de la entidad sin contraprestación alguna y únicamente una gestión de última hora evitó su fuga. «Al ser menor de edad, ha hecho falta la autorización de sus padres para llevar a cabo la firma», rezaba la nota oficial del club aquel día en el que, además, se añadía una pista premonitoria («es una de las firmes promesas de la cantera amarilla») y una pretensión que se caería por tierra («alternará partidos con el primer equipo y el filial») después de que asombrara a todos durante la pretemporada. Apuesta personal de Pepe Mel, se instaló para no irse con los elegidos. De hecho, su salto fue del equipo juvenil de División de Honor a la Segunda División sin pasar por Tercera (Las Palmas C) o Segunda B (Las Palmas Atlético).
Fue un acto sencillo, el de su firma, y casi furtivo, pues no hubo anuncio de por medio, en la sala de prensa de la Ciudad Deportiva. A la conclusión del entrenamiento matinal del día, Ramírez se citó con Pedri, ataviado con la ropa de faena, y con un par de empleados del club como testigos. Presidente y futbolista despacharon los documentos con celeridad, posaron para el fotógrafo de la entidad y se mostraron conformes con un pacto que no era más que el anticipo de un traspaso que se ejecutaría semanas después y con el Barça saliendo triunfal de una puja en la que intervinieron varios clubes interesados.
Que desde el Nou Camp accedieran a dejarlo cedido un año, incluso con la posibilidad de alargar su cesión, algo ya imposible con el equipo en Segunda y la proyección dibujada por Pedri, terminó por convencer a la UD, además de la venta que aseguraba 5 millones de euros más otras plusvalías.
Pero fue el 15 de julio de 2019 cuando comenzó a escribirse la historia de un futbolista que, desde entonces, no ha dejado de añadir capítulos a su particular serial. Goleador más joven de la historia de la UD, internacional mundialista sub-17, una sociedad con Jonathan Viera que disparó a la UD mientras estuvieron juntos... Todo a edad adolescente, todavía viviendo la Casa Amarilla donde se agrupan los meritorios de las categorías inferiores, Pedri ha tirado la puerta de una manera superlativa, dejando pequeños todos los pronósticos que le auguraban éxito y proyección. Totaliza 35 partidos, entre Liga y Copa, ha anotado tres goles y, por el camino, ha dejado acciones que han tenido impacto exclusivo, como la jugada protagonizada frente al Lugo y que fue un prodigio de velocidad, exquisitez técnica y trascendencia, al desembocar en asistencia para un gol ganador de Rubén. Una muestra de un repertorio y que ha de llevarle a la cima si le respetan las lesiones y mantiene sus constantes vitales, en las que la humildad, la capacidad de aprendizaje y el espíritu de superación. «Pedri nunca ha dejado de ser Pedri», resume Tonono, director de Formación y Captación del club, para resumir que el secreto de su florecimiento está, precisamente, en la naturalidad.
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