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Carlos Alcaraz, con la Copa de los Mosqueteros conquistada en París.

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Carlos Alcaraz, con la Copa de los Mosqueteros conquistada en París. Efe
Final 2024

Alcaraz esculpe su primer Roland Garros

El murciano conquista París y con 21 años es el más joven de la historia que gana tres títulos de Grand Slam en tres superficies distintas

Enric Gardiner

Domingo, 9 de junio 2024, 18:32

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El sueño de Carlos Alcaraz a los 12 años era levantar el trofeo de Roland Garros, la Copa de los Mosqueteros. Era un niño cuando apareció en París para jugar un torneo debajo de la Torre Eiffel, desde donde también disfrutó de algunos partidos del evento masculino. Su ambición fue incluso más allá. Dijo: «Mi sueño es ganar Wimbledon y Roland Garros». El primero, contra todo pronóstico, lo cumplió el año pasado, ante Novak Djokovic. El segundo lo logró este domingo, contra el alemán Alexander Zverev (6-3, 2-6, 5-7, 6-1 y 6-2), en una final épica y legendaria.

El murciano se alzó así con el tercer título de Grand Slam de su fulgurante carrera, tras el US Open en 2022 y Wimbledon en 2023. Con 21 años, es el tenista más joven de la historia que ha ganado tres grandes en tres superficies distintas: pista dura, hierba y tierra batida. En París, se impuso a los problemas físicos que aparecieron en el cuarto set, a una serie de desconexiones que le pusieron dos sets a uno por debajo en el marcador y a un Alexander Zverev que volvió a derretirse en una final de Grand Slam.

Alcaraz, en un día en el que no le funcionó ni el servicio, ni sobre todo el revés, con el que cometió 31 errores, aguantó el mal juego e hizo buena la proclama tan madridista de «las finales no se juegan, se ganan». Demostró por qué es de los más grandes. Cuando el partido más se apretó, los nervios estaban en todo lo alto y más lo requería la situación, es decir, en el quinto set, apareció su mejor juego.

Paso al frente

Porque la final siguió con la sintonía de las semifinales contra Jannik Sinner. El tenis no era bello ni era excelso, y a eso contribuyeron ambos, con un chorro de errores que afeaban el partido más importante del año en París. El saque insulso de Zverev, que perdió en tres ocasiones en el primer set, y las lagunas de Alcaraz, que permitió seis puntos de 'break' en el segundo, dividieron los dos primeros parciales, uno hacia cada lado.

Fue el español el que dio el paso al frente, frenó la desconexión, estabilizó el partido y se puso 5-2 arriba en el tercer set. El partido había pasado de las arenas movedizas a estar bajo control. O eso creyó Alcaraz, que, sin explicación alguna, se volvió a ir del encuentro. En menos de 20 minutos, pasó de estar a dos puntos de ganar el parcial a perder cinco juegos seguidos y ponerse 1-2 abajo. Una situación que Zverev ha finiquitado en 31 de 37 ocasiones en su carrera y que Alcaraz solo ha levantado cuatro veces.

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Entre tanto, Alcaraz, poco acostumbrado a dar esas imágenes, se quejó amargamente del estado de la pista al juez de silla. «No puedo jugar así. Esta no puede ser una pista de final de Grand Slam. Es increíble», le espetó el español al árbitro, y es que el viento había levantado gran parte de la tierra batida, complicando los botes de la pelota.

Si algo tiene Alcaraz es una capacidad de reseteo innata. Pese a lo que acababa de vivir, una remontada en contra que le dejaba al borde del abismo, ganó los cuatro primeros juegos del cuarto set y avistó el quinto. Pero apareció el miedo. Se señaló el muslo y pidió atención médica. El fisioterapeuta descubrió un vendaje debajo del pantalón y saltaron las alarmas. Alcaraz necesitó dos visitas más del médico, además de un zumo para los calambres, pero a partir de ahí desplegó su mejor tenis.

La catarsis

El quinto set fue la catarsis de su tenis. Subió el nivel ante el miedo de su físico, comenzó a tomar riesgos y a acertar con sus tiros. No solo llevó la épica a la Phillippe Chatrier al romper en el tercer juego, sino que tiró de resiliencia al salvar un 0-40 al juego siguiente y acelerar a por un título que le esperaba al lado de Björn Borg, el gran campeón que ganó en seis ocasiones la corona de Roland Garros y que cumplía 50 años de su primer triunfo en París.

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Con el himno español de fondo, la mirada de orgullo de Juan Carlos Ferrero, de sus padres, sus hermanos y el resto de su cuerpo técnico, Alcaraz alzó al cielo la Copa de los Mosqueteros, como hicieron en el pasado otros nueve representantes españoles, entre ellos, dos mujeres.

«De pequeño corría a la televisión para ver este torneo y ahora estoy levantando este trofeo delante de mi familia», se congratuló Alcaraz, que se asegura el segundo puesto del ranking ATP y comenzará ya a pensar en la hierba, donde le espera Wimbledon, el Grand Slam que conquistó el año pasado.

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